En mi vida, dos autores marcaron su impronta tanto por el estilo de su escritura como por la forma de ver la caza. Francisco León Jiménez (1935-1998) y Mariano Aguayo Álvarez (1932- 2024).
Brillantes y entretenidos artículos de Francisco León, cargados siempre de una fina ironía
A Francisco León le seguí a través de sus brillantes y entretenidos artículos, cargados siempre de una fina ironía. Quiso el destino ponerlo cerca cuando yo era solo un chaval y postor en El Chiquero (Ciudad Real). Tan incrédulo estaba de que fuera mi admirado escritor que no fui capaz de decirle que le conocía por el enorme respeto que me provocaba. Su libro ‘Perfiles en la solana’ recoge en un volumen la calidad de una prolífica trayectoria (editado post mortem).
Aguayo fue guardián de las tradiciones monteras hasta poner el acento incluso en el vocabulario de las mismas
De Aguayo citaba una de sus perlas en mi último artículo (‘En el puesto’), antes de conocer su fallecimiento. Me referí al jabalí que escapaba como el ‘malditamadre’. Lo he hecho y lo seguiré haciendo porque citarle es mantener viva su obra y su figura. Guardián de las tradiciones monteras hasta poner el acento incluso en el vocabulario de las mismas publicando ‘Vocabulario de montería’: soniche, matrero, dicha, acollarar…, recoge más de 900 vocablos y es, tan sólo, uno de sus numerosos libros publicados.
Recuerdo las primeras ferias cinegéticas en Madrid, disfrutando de sus obras con indisimulada admiración y la no menor resignación, sabedor de los límites de mi exigua cartera. La de un joven que empezaba a labrarse el futuro en solitario, al que la pecunia no le daba para lujos… y aquellos dibujos y acuarelas lo eran.
Lustros fértiles en artículos con lo cotidiano por argumentario que acompasaron nuestras vidas, describiendo la caza y lo que la rodea con un sello singular, dibujando para siempre los lances vividos en la sierra con la maestría del elegido. Sus libros, acuarelas, dibujos y esculturas, de trazo y estilo tan personales y únicos, continúan, hoy en día, sin par, que diría el más famoso hidalgo manchego.
Libros y artículos de mayúscula sencillez, páginas invitando a la reflexión con pedigrí verdadero
De ambos autores, para quien absorbía lecturas cinegéticas sin descanso y que andaba reubicando la esencia de la caza, ansiaba tener la revista mensual entre las manos para disfrutar anécdotas, lances e historias con los que sentir el campo sin llegar a salir de la ciudad.
Libros y artículos de mayúscula sencillez, páginas invitando a la reflexión con pedigrí verdadero, como su magisterio.
Discurso de una época que, sin saberlo, fue trazando mi destino.
¡Gracias, maestros!
El último adiós, por Ángel Luis Casado Molina
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