Sobre el proceso natural del cambio climático existen muchas teorías, como aquellas que se refieren a oscilaciones frías o cálidas, que se van alternando según un determinado número de años.
Los científicos que las mantienen, indican que las predicciones de un aumento continuado en el tiempo de las temperaturas son inexactas. Esto entra en contradicción con lo que habitualmente escuchamos en los telediarios. Lo que sí tenemos claro es que existió, existe y existirá un cambio climático que originó glaciaciones y, por contra, períodos cálidos que provocaron la elevación del nivel del mar. Por ello, hablar de la “lucha contra el cambio climático”, si lo tomamos al pie de la letra, nos encontramos ante un sinsentido. Otra cuestión diferente es que el hombre con sus acciones pueda alterar el cambio natural del clima. Deberíamos hablar con más propiedad, por ejemplo, luchar contra la contaminación atmosférica o contra la desertización, entre otras cuestiones. En definitiva, “luchar contra el cambio climático” debe entenderse como una forma de aglutinar en una frase distintas cuestiones no deseadas, originadas por el hombre, que afectan de forma negativa al medio ambiente.
En el clima influyen muchos factores y de forma muy compleja, desde la absorción de parte de la energía solar por distintos componentes de la atmósfera o por la propia vegetación, al papel de las nubes como elementos que reflejan la luz del sol. De forma natural se produce un efecto invernadero. También en relación a ese efecto se escuchan frases lapidarias, cuando nuevamente estamos ente un proceso natural y necesario. Otra cuestión es la emisión de gases de efecto invernadero por el hombre, como el dióxido de nitrógeno, que deben influir artificialmente en dicho efecto. Al parecer, en los últimos cien años la temperatura en la tierra ha aumentando algo más de medio grado centígrado, lo que no se ha demostrado es hasta qué punto las emisiones antropogénicas han tenido que ver en ello.
Nos encontramos, por tanto, con el innegable proceso natural que es el cambio en el clima y con muy distintas teorías científicas de cómo y en qué medida el hombre influye en ello. Pero no queda ahí la cosa, sino que de forma continuada oímos referencias al cambio climático, porque las temperaturas son más elevadas que la media o por existir escasez de agua de lluvia. Opino que no deben cargarse las tintas tanto en un cambio climático provocado por las malas acciones del hombre, sino denunciar acciones concretas y poner los medios para evitarlas. Creo que si todo lo centramos en una consecuencia, y no el hecho en sí, al final nos puede pasar lo del pastorcillo y el lobo. O sea, podría dejar de calar en la sociedad los malos efectos de la contaminación sobre el clima, si se producen hechos más visibles para cualquiera de nosotros, y con ello quedarnos sin el gran el argumento contra aquellos indiferentes al deterioro ambiental.
Es el caso del desinterés de Trump por la “lucha contra el cambio climático” discutiendo que exista una influencia humana en el clima. Durante las últimas semanas ocurre un hecho, nada discutible, que le favorece, las inmensas nevadas y las bajas temperaturas, inferiores a las habituales para lugares y fechas, que se están producido en de Estados Unidos. Otro ejemplo más cercano es la relación, que hemos oído todos los días del pasado año en los telediarios, entre el cambio climático y la escasez de precipitación. Y es innegable que el año fue seco, por ejemplo: en Ciudad Real capital ha faltado la cuarta de la precipitación media, que suele ser algo superior a los 400 mm. Sin embargo, en el periodo de 2009 a 2016 la media fue de 438 mm, prácticamente igual a la publicada para el periodo 1931 a 1980, frente a una cantidad algo inferior en el periodo de 1981 a 2010, que alcanzó 402 mm. Si sólo nos fijáramos en estos datos, totalmente reales, podríamos preguntarnos: ¿dónde está el cambio climático? Hay muchas maneras de manejar datos, por ello y ahí dejo las pruebas, es en mi opinión un error no ser más riguroso en cuestiones tan importantes.
Hoy en día los grupos ecoabandonistas suelen mezclar sus ideas peregrinas sobre la forma de actuar en el medio natural (en general abandonar) con cualquier cosa que pueda llamar la atención de la opinión pública. Se aprovechan de tanto bombo con el cambio climático, haciéndolo como algo que ellos denuncian porque son los que saben y a la vez imprescindibles para la solución, para que otras cuestiones, como por ejemplo acabar con la caza, entren en el mismo paquete.
Por Juan Caballero de la Calle. Dr. Ingeniero de Montes.