Ilustración de un macho de dos años de cabra salvaje de la isla de Youra (Capra aegagrus dorcas Reichenw, 1888). El animal llegó al zoológico de Berlín en 1887 a través del investigador E.v. Örtzen. Se considera que las primeras cabras que llegaron a Mallorca de la mano del hombre, entre el año 2300 y el 2050 aC (Seguí et al., 2005), respondían al patrón de coloración Wild, de los que aún persisten algunos ejemplares, que son morfológicamente muy similares a la cabra salvaje de la isla de Youra, Grecia. A día de hoy no se considera valida la descripción como especie de la cabra de Youra y, por tanto, tampoco, de la cabra salvaje mallorquina, aunque indudablemente se trata de un caprino ancestral de morfología y características genéticas muy definidas.
El patrón de coloración de la cabra salvaje mallorquina puede ser Wild (minoritario en la población y que es de carácter ancestral) o Badger Face (forma mayoritaria). Mientras que los ejemplares del patrón Badger Face tienen el interior de las patas, las pezuñas y la barriga de color negro, los del patrón Wild (salvaje) tienen el interior de las patas rojizo, las pezuñas grises y el vientre pálido, normalmente anaranjado (Seguí et al., 2013). El inexorable dominio genético de los Badger Face ha convertido a los ‘salvajes’ en animales raros.
¿Pero, qué le puede atraer a un cazador coleccionista de la talla de Marcial Gómez Sequeira de la caza del boc balear, además de la gozada que es recechar un animal singular en el caprichoso paisaje mallorquín? Sin duda, conseguir una nueva especie, pero eso ya lo logró en diciembre de 2009, en el coto de La Victòria. ¿Entonces…?
Un primer reto podría ser conseguir cazar un animal que por su rareza sea único, aunque no esté considerado una subespecie o variedad y en los libros de récords no lo diferencien como un trofeo aparte, y tal es el caso del boc balear de coloración Wild: salvaje.
El segundo reto podría ser, perfectamente, conseguir cazar un animal con un trofeo mejor que el cazado con anterioridad, un medalla de oro muy alto: la búsqueda del oro. Marcados los objetivos, ¡pongámonos en marcha!
En esta ocasión Marcial interrumpió su retiro invernal en Miami unos días antes del comienzo de Cinegética con la intención de cazar en el África occidental algún animal ciertamente raro, tanto, que aún no lo había conseguido, pero la premura de tiempo para organizar tamaña empresa con las suficientes garantías aconsejó, con buen criterio, aplazar el safari y sustituirlo por el periplo mallorquín.
Plan de ataque: llegaría a Madrid el lunes 7 de marzo; el martes 8 por la noche acompañaría a su nieto, Martín Quintas, al partido de fútbol Real Madrid–Roma; el miércoles 9 saldríamos del aeropuerto Adolfo Suárez Barajas de madrugada vía Son Sant Joan. ¿Quién dijo jet lag? Desde luego, Gómez Sequeira no. Ese mismo día intentaría cazar el Wild en Formentor (término de Pollença) y, sin solución de continuidad, el 10 la intención era dar caza al boc oro alto en La Victòria (término de Alcúdia), con el regreso previsto a las 20:00 horas de ese mismo día. ¡Vorágine!
El Safari Club Internacional, primero en reconocer al boc balear
Abandonemos por un momento la senda del relato, para buscar al boc balear en los libros de récords. El Safari Club Internacional (SCI) fue el primer organismo en reconocer oficialmente en 2004 al boc balear (nombre específico del macho de la cabra salvaje mallorquina, pero que se ha generalizado) como especie diferenciada en su Record Book con el nombre de Balearean goat. El primer registro oficial en el Record Book aparece en la edición impresa de 2006. Actualmente en la edición online hay registrados 90 bocs finos (que como tal se nombran los ejemplares salvajes para diferenciarlos de los asilvestrados). El boc balear se mide por el Método 2, el mismo que se utiliza para, por ejemplo, los antílopes de cuernos en espiral, que tiene en cuenta la circunferencia en la base de ambos cuernos más la longitud de ambos cuernos siguiendo la espiral, las medidas son en pulgadas. Los machos asilvestrados, que se pueden cazar en Mallorca pero no se pueden comercializar, también se pueden incluir en el Record Book del SCI como feral goat.
En 2009 es el Consejo Internacional de la Caza y de Conservación de la Fauna (CIC) quien reconoce al boc balear como especie de caza. Actualmente se puede homologar, al igual que cualquier otra especie de caza mayor española, a través de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza Mayor o de las comisiones autonómicas; y se entregan los diplomas acreditativos al mejor boc balear cazado anualmente.
Dejamos en manos de ese gran tipo que es Joan J. Hernàndez, vicepresidente de la Sociedad de Cazadores de Alcúdia, que gestionan el coto de La Victòria, la organización de la expedición, ya que, por esas extrañas circunstancias de los teléfonos móviles, había perdido por arte de magia el contacto de Tomeu Berga, responsable de Gac Formentor, la empresa encargada de la caza del boc en la citada finca, y fue Joan quien se puso en contacto con él.
Los cotos con certificado de calidad de caza mayor es donde únicamente se puede cazar la cabra salvaje mallorquina, y de éstos, dentro de los que comercializan la caza, Formentor es uno de los pocos donde se puede encontrar un boc Wild. Aunque no es tarea fácil, ya que se considera que no hay más de cinco o seis machos en toda la finca con esa coloración.
En Son Sant Joan nos esperaban Tomeu y su hijo Lluís. El viaje hasta la finca resultó muy agradable por la compañía, a pesar de que algunas nubes no predecían un día de esos redondos que a principios de marzo inundan Mallorca de primavera, por mucho que aún sea invierno. Tomeu y Lluís nos comentaron que era la primera vez que les pedían cazar un Wild.
En la finca nos esperaba el guía de caza mayor de Formentor, Rafael Cárdenas, que enseguida hizo gala de su valía profesional y humana, y nos conminó para ponernos en marcha, ya que para la tarde daban lluvia y casi casi íbamos a buscar una aguja en un pajar, lo que pasaba es que Rafael llevaba tres o cuatro días con la ‘aguja’ (boc Wild) localizada. Buena temperatura para cazar y, lo que es mejor, escasa o nula brisa.
Sin más preámbulos, y tras subir una cuesta corta pero exigente, a Rafael le cambió el semblante, a primera hora de la mañana había dejado allí a ‘nuestro boc’ acompañado de otros seis machos, pero se habían evaporado. A desandar lo andado. Ahora el trayecto era llano, pero no había senda y el transito se hacía difícil, nada. Rafael y Lluís se adelantaron hasta un intrincado mirador y regresaron con buenas noticias, habían localizado al grupo con el Wild en un lejano laderón, un denso pinar de carrasco. Había que regresar hasta el vehículo y subir hasta un camino desde el que se podría entrar a la punta de bocs desde arriba, a ver si había suerte porque no era nada sencillo. Dicho y hecho. Una vez en el camino alto, Rafael y Marcial se adelantaron, apenas llevábamos un cuarto de hora de marcha, cuando vi encararse el rifle a Marcial y disparar con rapidez. La experiencia es un grado. Los bocs, por debajo de ellos, apenas se dejaban ver, pero además el Wild sólo asomó un instante por encima de la línea de los pinos, podía ser la única oportunidad, y aunque no estaba lejos había que disparar con mucha rapidez y certeramente. Lo dicho, la experiencia es un grado, el animal no sufrió.
En un santiamén Rafael y Lluís cobraron el boc y lo subieron al camino. Era un Wild clarísimo, con la característica barriga naranja y las pezuñas grises. Larga sesión fotográfica, como no podía ser de otra forma.
En la casa nos esperaba Tomeu, que felicitó efusivamente a Marcial. La primera parte del programa estaba hecha.
Mientras preparaban unos aperitivos y al boc para tomar los correspondientes datos biométricos, me pareció ver pulular por allí a unos petirrojos. ¡Qué quise ver! Yo también tuve suerte y logré ‘cazar’ al bonito, curioso y rechoncho pajarillo. Curiosamente casi toda la población de petirrojos de Baleares es migratoria, y ya en febrero comienzan a irse a sus predios nupciales al norte de Europa. No obstante, en este año 2016 parece ser que el número de petirrojos a principios de marzo en Mallorca era inusualmente alto, posiblemente por el ‘arreón’ final de un invierno que hasta entonces había sido casi primavera en la isla. Petirrojos tardíos.
El boc tenía una envergadura más que aceptable, 67 centímetros, y ya diez años, pero, sin embargo, los cuernos eran finos y la curva de la espiral no era muy pronunciada, se registrará en el Record Book del SCI al no haber un mínimo de entrada. Pero el valor de este precioso animal no es por su trofeo, es por su capa ancestral, salvaje.
Joan se unió a la espléndida comida casi a los postres. Un café rápido y camino de La Victòria. Comenzó a llover.
¡Agua va!
El plan para La Victòria era que Marcial intentara cazar un gran boc que iba dentro de un grupo de 14 o 15 machos que estaban muy aquerenciados en una zona del coto. El boc tendría como 84-85 cm de envergadura, pero un gran grosor y profundidad en las curvas de la espiral, lo que da mucha longitud de cuerno. Un oro muy alto, tanto del SCI como del CIC, y más grande que el que Marcial cazó en 2009 en esta misma finca, aunque con sus 64 5/8″ es el actual décimo noveno Balearean goat en el escalafón del Record Book y medalla de oro SCI. Joan tenía localizado al boc pretendido hasta dos días antes de nuestra llegada, pero en toda la mañana el mismo Joan y otro de los guías de caza mayor de la Sociedad, el experimentado Xisco Aloy, recechando con el arquero Carlos Díaz, no lo habían logrado ver.
Como arreciaba la lluvia, nos resguardamos en la sede social de la sociedad. La tertulia con Carlos, su mujer, María Gutiérrez, agradables y joviales a más no poder, Xisco y Joan, no pudo ser más amena.
Llovía, escampaba, vuelta a llover, otro parón, diluviaba… en estas circunstancias no quedaba otra que dar alguna vuelta con el coche y, aprovechando los momentos de calma, hacer pequeñas asomadas. Del grande y su grupo, ni rastro. Las cabras se guarecían en cuevas o similares, aun así alguna que otra se dejaba ver. Al caer la tarde escampó definitivamente, lo que nos permitió hacer una entrada algo más larga, para ver como un precioso boc, que Joan catalogó como «casi plata», poco a poco se desencuevaba y se unía a otro grupo de cabras que querían aprovechar el receso climatológico.
Una estupenda y reparadora cena en Alcúdia puso fin a la ajetreada jornada, también la compartimos con el presidente de la sociedad, Jaume Buades, y con otro de los guías de la misma con muchos bocs a su espalda, Pep Cifre, que sería de la partida al día siguiente. La madre de Joan, doña Catalina Ferrer Mestre, un cielo, dejó a nuestra disposición una de sus casas con todas las comodidades para disfrutar de un descanso necesario.
Al día siguiente Joan y Pep se fueron a registrar la sierra desde la salida del sol para intentar encontrar al grupo del grande. Cuando llegaron a recogernos, malas noticias, nada de nada. Eran las 08:30 horas. Había llovido mucho de madrugada, ahora lo mismo diluviaba que escampaba, pero más arreciaba el agua que otra cosa. Un día muy desagradable, no sólo para el personal, también para las cabras, que no estaban en lo suyo. Malos presagios.
Hasta el Mediterráneo, tranquilo y sereno en la bahía de Pollença, estaba encabritado, también tiene derecho de vez en cuando. Nos cruzamos de nuevo con los incansables Carlos y Xisco, y éste, repitió lo del día anterior: «Aquí los animales no están atados con cuerdas». Es la voz de la experiencia. Joan, Marcial y este cronista por un lado, Pep por otro, más la ayuda de Xisco y Carlos, como mucho algún boc de buenas hechuras, poco más. Por momentos jarreaba sin piedad. Las cabras se protegían como podían, en cuevas, en recovecos en los acantilados, detrás de los pinos… Después de muchas vueltas, por fin se dejó ver un boc de mucha entidad. ¿Sería ése, o al menos uno de su grupo? Joan no estaba convencido. Tuvimos que dar una vuelta muy grande para poder hacer la entrada por una senda cómoda, pero la intensa lluvia dificultaba la aproximación. Era un grupo de siete u ocho bocs, con uno especialmente bueno, pero no era ‘nuestro amigo’. Regreso. Después de un bocata de sobrasada en la ermita de La Victòria; victoria que hoy parecía del lado de los bocs. Más petirrojos tardíos, muchos, más oportunidades para mi cámara de fotos, muchas.
Llama Xisco, no muy lejos ha visto un gran boc. Salimos arreando. Nos estaba esperando con Carlos, que para nada le molestó interrumpir su ‘arqueo’ para que lo intentara Marcial. Con todo a favor, entraron cuidadosamente sólo Joan y Marcial. De lejos vi el pulgar levantado del amigo en señal de ok al cazador. El boc no los barruntó, esta vez el mal tiempo fue un aliado. Otra vez a pulso el curtido cazador hizo gala de su buen hacer. ¡Alborozo! Curiosamente al acudir al cobro se cruzó otro boc que se ajustaba a lo que Carlos pretendía cazar, otro cazador acertado, éste con arco y flecha.
Pero… el aguacero, el cansancio acumulado, las ganas de que todo saliera bien, un cumulo de circunstancias hicieron que el boc, ciertamente espléndido, pareciera más grande en vivo de lo que en realidad era. Las medidas en verde dieron una puntuación en el SCI muy similares al que cazó Marcial en 2009, un oro sin alharacas, empero por el CIC se quedaba en plata, ya que tenía un cuerno más largo que el otro y eso penaliza en ese sistema de puntuación. En todo caso no era el que buscábamos con tanto ahínco. Marcial no se rindió, no se rinde nunca. ¡A por el grande!
Dejó de llover, incluso salió el sol, aunque hacía frío y aire. Vimos bastantes más cabras, machos sólo algún bronce muy prometedor. Curiosamente, desde que se comenzó a cazar en 2008 en La Victòria hasta hoy, los grandes bocs han menguado en envergadura, pero han ganado en grosor y profundidad en los bucles de la espiral, lo que son más puntos tanto SCI como CIC. También me pareció que la densidad de cabras está ahora más ajustada a las condiciones del terreno. También vimos mucha caza menuda, conejos, perdices y faisanes se han venido arriba con un tratamiento forestal adecuado, sobre todo en la zona de reserva.
Que me he quedado sin espacio para escribirles sobre Lo pi de Formentor, la Perla de Alcudia, o sea, el asedio de esta ciudad por los comuneros (agermanats), el Hotel Formentor, las incursiones en el siglo XVI de Turgut (almirante de Barbarroja) y otros piratas en Pollença y Alcúdia, y alguna que otra referencia literaria e histórica. Otra vez será, que me enrollo como las persianas, tanto que, si no llega a ser por una llamada milagrosa de Marcial, hubiéramos perdido el avión, y el jefe tenía una cita ineludible por la mañana en Madrid. Continuará… Marcial, nunca se rinde. CyS
Por Adolfo Sanz