Cuando hablamos de corzos y su caza muchas veces damos por sentado que todos tenemos un coto en el que podemos echar tantas horas como nos dé la gana para abatir ese trofeo tan especial que tenemos localizado. Sin embargo, la realidad es bien distinta y la mayoría de los que cazan corzos en España lo hacen de forma esporádica y sin muchas ocasiones de dedicarle a la misma zona o animal cuantas jornadas queramos.
La caza del corzo no es nada fácil, ya que se desarrolla en intempestivas horas y siempre dentro del bosque o en sus lindes. Estas exigencias hacen que el corzo, a pesar su reducido tamaño, sea uno de los trofeos más deseados por cualquier cazador.
El corzo es un animal muy peculiar… solitario, sigiloso y silencioso, popularmente se le conoce como el duende del bosque, sus movimientos son casi como un efecto de magia. Además, su reducido tamaño y el color de su pelo hacen que quede perfectamente mimetizado en el entorno, llegando en muchas ocasiones a ser él quien nos sorprenda. Su caza es una de las más emocionantes y exigentes, tanto para el cazador como para todo su equipo, y abatirlo no es nada fácil, hecho que hace que eso tenga mucho más valor. Se puede abatir en distintas modalidades de caza, cada una de las cuales tiene sus secretos y requerirá unas habilidades distintas.
Armas
Las armas que usaremos en estas modalidades, tanto para recechar como para la espera, serán prácticamente las mismas. Tengo un buen amigo que dice que para cazar al corzo sirve cualquier arma y cualquier calibre, pero la verdad es que es un poco ingenuo… Las armas que seleccionaremos para la caza del corzo tendrán que ser, primero, muy precisas, ya que el blanco al que disparamos no es muy grande y no podremos prácticamente repetir el disparo; y segundo, tendrán que ser ligeras, ya que tendremos que portarlas durante mucho tiempo y todos sabemos que tras un largo camino cada kilo pesa mucho más de lo que podamos imaginar.
Ante estas necesidades las mejores armas para la caza del corzo serán los rifles de cerrojo y los rifles monotiro, ambos equipadas con un visor telescópico de alta calidad con el que mejoraremos con creces nuestra puntería. Armas ligeras, que tiren bien y que, además, sean silenciosas de operar, tanto a la hora de cargar como, por ejemplo, de poner y quitar el seguro, y puestos a pedir, si pueden tener un disparador regulable o con la opción de pelo francés o doble gatillo, el acierto estará más que asegurado.
Municiones
Tenemos que saber que en algunos países las leyes de caza determinan el calibre, peso del proyectil o la energía mínima para poder cazar el corzo.
Por ejemplo, en Alemania el cartucho de rifle aceptable para el corzo tiene que disponer de una energía superior a 1.000 Julios a 100 metros de la boca de cañón, mientras que en Escocia para el corzo indican que el proyectil no puede pesar menos de 50 grains y tiene que desarrollar una energía superior a 1.360 Julios en boca. En Francia el calibre mínimo es el 5,6 mm y tiene que desarrollar 1000 Julios a 100 metros si se caza en rececho o espera, y 1.500 Julios a 100 metros si es en batida. En Inglaterra y Gales hablan sólo del calibre mínimo, el .240, mientras que en Irlanda del Norte el calibre mínimo para cazar es el .236 con un peso de proyectil a partir de 100 grains y una energía en boca de 2304 Julios.
En el mundo de la balística no hay fórmulas secretas ni proyectiles mágicos, para matar un animal tenéis que tener claro que el mejor cartucho es colocar la bala en el sitio. Con la primera lección ya aprendida, ahora nos toca analizar nuestro objetivo, el corzo, con el propósito de encontrar un cartucho proporcional a su tamaño y vitalidad. Este animal es un mamífero artiodáctilo, el menor de los cérvidos de Euroasia, su peso puede llegar a los 30 kilos y la altura a la cruz es, como máximo, 75 cm. Ante este tamaño, nada grande por cierto, y la vitalidad similar a la de una cabra, es recomendable usar cartuchos con proyectiles entre los 6 y 7 mm, que dispongan de una energía entre 1.500 y 3.000 Julios a los 100 metros, cartuchos con los que cobrar la pieza será fácil.
En el mercado encontramos un buen abanico de cartuchos ideales con estas características y que cumplirán perfectamente con nuestro cometido, como el .243 Winchester, .270 Winchester, 25-06, 6,35×57, 6,5×65 y 7×57, entre otros. Todos ellos son idóneos para dar caza al corzo de forma ética y eficiente, lo que los ingleses llaman No dramas and clean kills, o sea, una muerte limpia y sin sufrimiento.
Algunos cartuchos, de caza mayor, como el 7mm Remington Magnum, .300 Winchester Magnum o incluso el popular 30-06, a la hora de cazar el corzo podríamos decir que son excesivos, disponen de mucha energía que acabará destrozando nuestra pieza. En caso de que no haya otro remedio y tengamos que usar alguno de estos cartuchos, para cobrar nuestro trofeo intentaremos, por lo menos, usar proyectiles de punta blanda lo más ligeros posible.
Óptica
Debido a las condiciones de escasa luminosidad en las que se realiza esta caza, al amanecer o al ocaso, hacen que la óptica sea el apartado más exigente de todos los tratados. En las condiciones adversas de luz es donde encontraremos, de verdad, la diferencia entre una buena óptica y otra normal.
Lo primero que exigiremos a un visor es que sea luminoso; para ello, tenemos que saber que los visores transmiten la luz que reciben a través de las lentes al ojo, siempre, como es lógico, perdiendo más o menos en el proceso. Si la luz que se transmite está por encima del 92% se considera un buen visor. Tener un objetivo grande de 50 o 56 mm no es significativo para la luminosidad; el secreto está en la calidad de las lentes y esta calidad, al hablar de óptica, queda reflejada tristemente en el precio.
Lo segundo que nos interesa son los aumentos y el diámetro del objetivo: lo mínimo para este tipo de caza sería poder disponer de un visor telescópico de 3-9×50 o 3-12×50 pudiendo llegar a usar, sin el más mínimo problema, visores mucho más potentes, como 4,5-30×56 (en éstos es importante tener además en cuenta el factor peso). Siempre apostaremos por un visor de aumentos variables, ya que así podremos ajustar perfectamente la magnificación a nuestras necesidades y condiciones, cuantos más aumentos usemos veremos a nuestro corzo mucho más grande y cercano, pero perderemos campo de visión y será más difícil poder fijarlo de forma rápida dentro del visor. Cuando usamos un visor con muchos aumentos cualquier movimiento se magnificará, para evitarlo necesitaremos disponer de un apoyo firme del arma.
Posición de tiro
Es muy importante en la caza del corzo la posición a la hora de realizar los disparos, Necesitamos estar estables y, para ello, lo mejor, sin ninguna duda, es contar con un buen apoyo, firme para nuestro rifle. Pensad que cuanto más firme sea nuestro apoyo, más lejos podremos disparar al corzo de forma certera.El apoyo en un bastón o vara puede servirnos para mejorar nuestra puntería, pero para disparos de no más de 150 metros. La estabilidad máxima la conseguiremos usando un bípode delantero, un eficaz bípode Harris fijado a nuestro rifle y si, además, colocamos la mochila como apoyo en la parte trasera, llegaremos casi a la perfección. De esta forma, siempre que el lugar y la vegetación nos lo permita, podremos disparar de forma muy estable y relajada, asegurando la pieza a muchos metros de distancia, y es que en estas modalidades de rececho y espera puede ser que en ocasiones tengamos que realizar disparos a 300 metros o más. Como veis lo de tirar rápido aquí no se lleva y mucho menos lo de tirar de pie a pulso, pero en caso de que no tengamos otro remedio porque delante nuestro ha aparecido el corzo de nuestros sueños y no podemos dejarlo pasar, la postura de tiro rápido más efectivo es poner una rodilla en el suelo y apoyar el codo en la otra, consiguiendo así dar buen soporte al rifle. Aunque, la verdad, ante estas situaciones si no podemos asegurar al 100% la pieza, lo mejor es no tirar y dejarlo para otro día.
Anatomía
No está de más conocer la anatomía del corzo para determinar el emplazamiento de sus órganos vitales y así definir unos punto letales donde poder colocar la bala, con ello conseguiremos dos importantes ventajas: por un lado, evitar el sufrimiento del animal y, por otro, poder cobrar la pieza de forma rápida. Este apartado tendría que ser el que más preocupara a los cazadores a la hora de ir a por el corzo, todos se preocupan por cuál es el mejor calibre, cuando lo importante es colocar la bala en el sitio.
Tenemos que tener presente que el corzo, debido a su tamaño, se presenta como un blanco pequeño, y su posición delante de nuestro cañón será crucial, con lo cual tendremos que esperar que nos muestre al máximo su silueta para efectuar el disparo. El lugar idóneo donde dispararle es al codillo, si acertamos nuestra bala alcanzará el corazón (que, por cierto, se sitúa en una posición muy baja) o afectará a los grandes vasos que lo rodean, lo que provocará su muerte inmediata. Si al disparar al codillo se nos va un poco por encima de este punto impactaremos en los pulmones; en este caso, provocaremos un neumotórax, que en el corzo, a diferencia de otros animales, es letal, y podrá recorrer muy poca distancia antes de caer muerto. Si con nuestro disparo nos adelantamos le romperemos la base del cuello, cosa que será también letal, mientras que si el impacto se nos atrasa puede impactar en el hígado o en su sistema digestivo, que en los rumiantes ocupa un gran espacio; este último disparo le acabará matando, pero no en el momento, con lo que el animal sufrirá y podemos tener incluso dificultades para el cobro de la pieza.
Extras para garantizar el éxito
Dentro del mundo de la óptica y de la caza del corzo encontramos otros interesantes dispositivos que nos ayudarán mucho a la hora de localizar y poder hacernos con el trofeo de nuestros sueños. El telémetro, el medidor de distancias, es un instrumento que nos será de gran ayuda, más que para localizar la caza para saber exactamente a qué distancia se encuentra. En el campo las distancias engañan mucho, la orografía, las condiciones de luz, el tamaño de la pieza o, simplemente, porque los puntos de referencia que tenemos no son los habituales, son algunos de los motivos por los que, pese a nuestra gran experiencia, podemos cometer un error a la hora de calcular la distancia.
Para los que quieren más a la hora de la caza del corzo, la tecnología les brinda otro dispositivo verdaderamente revolucionario, la visión térmica (imagen sobre estas líneas), eso sí, a un precio prohibitivo para la mayoría de mortales. Monoculares de altas prestaciones que actúan como cámaras de imágenes térmicas detectando la energía infrarroja irradiada por los cuerpos que desprenden calor. Funcionan de la misma forma tanto de día como de noche, su calidad y eficacia es increíble, con ellos podremos rastrear los campos y lindes de día para descubrir al duende de forma muy rápida y eficaz, incluso cuando se encuentra ramoneando, escondido detrás de los arbustos.
¡Paciencia y suerte en el lance! CyS
Por Ramón A. C. Fitó