El pasado jueves, día 5 de julio, fue publicada la Orden 104/2018 de la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, por la que se regula la oferta pública y la adjudicación de los permisos de caza en cotos sociales y zonas colectivas de caza de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.
Nuestro consejero, que hizo una clara apuesta por la caza social, ha dado un nuevo paso para cumplir con su compromiso. No hay donde poder aplicar todo lo dictado en la oferta pública, pero ahí está. El texto aprobado y con seguridad que en unos meses conseguirá recuperar algunos cotos, seguramente ya habrá alguno en el zurrón o cerca, donde poder llevar a término la oferta de caza publicada. Bastará con que puedan adjudicarse unos cuantos permisos de rececho y de caza selectiva, así como alguna montería, para que el mandatario levante la cabeza y pueda decir, él o quizás más su entorno, que la pasada legislatura no había caza social y ahora sí.
Al final, muchos olvidarán que la línea de defensa de la caza social que ha llevado hasta la publicación de la Orden 104/2018, era totalmente equivocada, y también que consiguió la Ley de Caza más extrema de toda España, en cuanto a lo que hemos perdido los cazadores y el sector en general. En definitiva, que saldrá como una patena del barrizal que supuso la modificación que llevó a cabo de la Ley de Caza del Gobierno de Cospedal.
Mientras tanto todo el mundo calla, o al menos poco se oye, no hay quien diga y demuestre que la Orden nació sin un lugar donde poderse aplicar en la extensión de lo publicado. Nadie defenderá que la caza social de verdad es precisamente esta Orden, con alguna mejora bastante obvia, eso sí, y no dar cotos a asociaciones para que los gestione según un criterio que no es público, donde precisamente no están los que necesitan más ayudas para poder practicar su afición. No dirán que la oferta de caza social es buena, pero que requería de inicio tener donde llevarse a efecto, contando estas zonas con unos planes de ordenación cinegética que justifiquen la posibilidad ofertada, que, por cierto, queda en el aire.
Todo es un gran lío que ha enmarañado un político que a todas luces está resultando vencedor, a pesar del inmenso daño que su Ley modificada hará a la caza, especialmente a la menuda o, lo que es similar, a la mayor parte de las especies presa que precisan para alimentarse otras protegidas de gran valor ecológico.
En mi opinión, está ganando la política socialista, por los complejos de los líderes de la contraria, a pesar de que cada mandatario de esa cuna que pasa por alguna de nuestras administraciones, con la excepción de un ramillete de alcaldes, le pega un bocado al campo de difícil regeneración.
Digo esto porque no se recupera nada, los antidesarrollo rural se mantienen en sus puestos, no hay vuelta atrás, porque los contrarios que han tenido en su mano hacerlo han sido y son la auténtica imagen del conservador de cargo público a costa de lo que sea. Al final estamos ante una copia de lo que pasa en todos los ámbitos de la vida en este país: el político-funcionario que poco o nada le importa todo aquello que no sea conservar un cargo.
Recientemente hemos tenido otra muestra del carajo que le importa el mundo rural a un mandatario socialista. Me refiero a la propuesta de subir el precio del gasoil, combustible usado en un porcentaje altísimo por la gente que vive del campo en sus automóviles.
Una opinión de Juan Caballero de la Calle