Los políticos de nueva ola, en ejercicio de un cesarismo y de un adanismo insultante, ahora quieren imponer un examen que valide sus capacidades a quien quiera tener un perro.
No sé cómo ha sido posible la supervivencia de esta especie sin que hasta ahora una Administración salvadora comprobara que sabemos tener perros.
Hemos pasado del pan duro al pienso equilibrado, simplemente porque antes los dueños apenas podían pagar otro alimento
Podrá decirse que una cosa es la supervivencia de la raza y otra su bienestar, pero echo la vista atrás y sólo veo una inmensa mejora en este campo, que ha venido paralela al aumento de capacidades económicas de sus dueños.
Veo cada vez más un mayor desembolso en dinero, higiene y salud. Cada vez más clínicas veterinarias. Cada vez más entrenadores. Veo cada vez más colectivos comprometidos. Hemos pasado del pan duro al pienso equilibrado, simplemente porque antes los dueños apenas podían pagar otro alimento y el suyo no era mucho mejor.
Con esto quiero exponer que la situación de los perros no necesita la llegada de un iluminado adanista que quiera pasar a la Historia por hacer ‘algo’.
Los únicos apoyos de esta ley son los derivados de las promesas de dádivas y pesebres del dinero público
En normativa reglamentaria ya se exige (por desgracia sólo de forma testimonial) que se justifique que las novedades normativas cumplan con un principio de mínima intervención. No ocurre así en leyes formales, donde el legislador no tiene otros límites que los marcados por la Constitución.
Y por ello es posible que, dentro del juego de efectos especiales, de equilibrios para dar gusto a minorías radicales que mantienen a un gobierno débil y en minoría, se cuele una ley que la mayoría no quiere y tampoco considera necesaria.
Los únicos apoyos, más allá de los comprometidos por los equilibrios políticos, son los derivados de las promesas de dádivas y pesebres del dinero público, como es el caso de la RSCE, que a su vez actúa desnuda de apoyos territoriales y con la única efectividad de un lucrativo negocio consistente en cobrar muchísimo por registrar perros en sus libros.
Castrar a todos los perros cuyo dueño no sea criador supone la más absoluta ignorancia de la realidad
Castrar a todos los perros cuyo dueño no sea criador supone la más absoluta ignorancia de la realidad, porque la inmensa mayoría de los criadores son particulares que deciden criar en momento posterior a haber decidido ser dueños, entre otras cosas porque solo a Sergio García Torres se le ocurre que es coherente dirigir la cría con cachorros mucho antes de comprobar su aptitud racial. Ni al que asó la manteca…
Dejar la capacidad de proponer leyes a Sergio García Torres y a su ‘famélica legión’ es mayor disparate que poner en las manos de un mono una metralleta cargada y montada.
En su creencia de estar poseídos de la verdad, han dado la espalda a todos los colectivos propietarios de perros, salvo a sus amigos ideológicos, a los que se asegura un lucrativo negocio con sus ‘refugios’.
No parece sino que creen que, pese a que los perros están mejor que nunca, todos (menos ellos) están equivocados.
Todo lo hecho y conseguido hasta ahora es malo, quizás porque no admiten no ser salvapatrias de quinta división.
Quien ahora exige un ‘carnet de poseedor de perros’ no puede exhibir otra cualificación que la de su carnet de partido
En el mundo ‘vulgar’, cuando alguien toma una actitud similar, se le suele preguntar que con quien ‘ha empatado’; qué ha demostrado en la vida para dar recetas de bondad y mejora.
Pues bien, quien ahora exige un ‘carnet de poseedor de perros’ no puede exhibir otra cualificación que la de su carnet de partido. Por no saber, no sabe ni a sebo.
¿Cómo es posible que exija titulación para tener un perro quien no acredita capacidad alguna para ocupar un puesto de alta dirección?
A Sergio García Torres lo que le gusta es prohibir; simplemente porque desconfía de todos los que no piensan como él
Desde nuestro lado (el de los que estamos en contra de su luminosa idea) estamos los que hemos recuperado y mantenido razas autóctonas, los que luchamos desde antes de que él naciera para que nuestros perros no caigan en defectos morfológicos que los conviertan en un juguete estético con enormes deformidades. Los que, desde hace decenios, nos hemos exigido criterios de cría absolutamente respetuosos con el bienestar de madres y cachorros.
Pero a Sergio García Torres, con el infantilismo propio del ignorante, lo que le gusta es prohibir; simplemente porque desconfía de todos los que no piensan como él. Para esta gente la mejor manera de evitar es prohibir. Si por ellos fuera, para acabar con los robos prohibirían la riqueza. Para acabar con el maltrato animal quieren acabar con los perros. Eso sí, garantizando el negocio de sus amigos ideológicos, que montan lucrativos negocios de ‘refugios’ y exigiendo a los Ayuntamientos que los contraten.
Las cuentas claras
Pongamos las cuentas claras; estos refugios cobran a los Ayuntamientos por ‘recoger’ perros, pero cuando les faltan se dedican a ‘rescatarlos’, acción que consiste en robarlos a sus legítimos poseedores, acusándoles de no mantenerlos correctamente. Cobrada esa cantidad, luego se lucran con su ‘adopción’, que consiste en venderlos por unos 200 euros. Si es en el extranjero, hasta por 1.000.
Por otra parte, quien quiera que haya tenido perros sabrá lo traumático que son las operaciones de esterilización, los enormes problemas de desarrollo de los que crecen sin sus ‘atributos’ reproductivos intactos.
¿Eso es bienestar animal?
¿Eso es bienestar animal? Eso es bienestar para animales de despacho y postureo; para animales de pesebre político y/o politizados; para bípedos implumes ideologizados, radicalizados y sectarios.
Quien está más cerca de quien considera que los gallos violan a ‘les gallines‘ que del resto de la ciudadanía debería someterse a un examen de aptitud para ocupar un cargo de alta dirección política. Quien ordena tratamientos quirúrgicos a los perros desoyendo a los veterinarios debería estar inhabilitado para ordenarlos. También quien trasloca la crianza de perros sin saber cómo se está haciendo queda desacreditado. Quien gobierna sólo en beneficio de sus amiguetes debería ser expulsado de la ‘res publica‘.