En poco más de un año, la Asociación Española de Rehalas (AER) ha presentado alegaciones dos veces al mismo texto.
La primera, en verano de 2020, al borrador propuesto por el Ministerio de Agricultura, Administración competente en materia de sanidad animal. Ahora, por segunda vez, a una nueva fase del plan diseñado por el Sr. García Torres y su camarilla de ‘ecolojetas’, para acabar con la caza en España, privándole de un elemento esencial: el perro de caza y en especial, la rehala.
¿Cómo es posible que dos Ministerios tan diferentes presenten en poco más de un año una propuesta de regulación sobre la misma materia? Hoy en día, a esto le llaman hacer política.
Da mucho en qué pensar de quienes nos desgobiernan.
Si consiguen hacer imposible mantener una perrera dentro de la legalidad, no se podrán mantener las rehalas
El planteamiento es evidente: si consiguen hacer imposible mantener una perrera dentro de la legalidad, no se podrán mantener las rehalas y otras agrupaciones de perros de caza que, por su número, deben residir en núcleos zoológicos.
Una nueva ley nacional de bienestar animal hecha «a la medida» sería la puntilla para el perro de caza, dicho sea en el argot taurino.
La AER ha presentado sus alegaciones, exponiendo la falta de competencia de esa dirección general para regular una materia que no le compete
Dentro del plazo de información pública, la AER ha presentado sus alegaciones, redactadas por el prestigioso despacho de abogados Bernad Abogados & Asociados, exponiendo la falta de competencia de esa dirección general para regular una materia que no le compete.
Nos sorprende que un Ministerio tan serio como el dirigido por el Sr. Planas, se haya dejado pisar el terreno de esta manera y esperamos que ponga las cosas en su sitio antes de que se consume la barbarie.
AER no va a parar hasta que se deje sin efecto
Por nuestra parte, junto con el resto de entidades representativas del sector, no vamos a parar hasta que se deje sin efecto, una iniciativa que no obedece a la mejora del bienestar de los animales, sino a su exterminio.
Esto quiere decir que, si no se nos atiende en los despachos, volverán las caracolas a la calle, sin perjuicio de otras medidas de presión que no descartamos.