.270 y .300 Winchester Short Magnum: los últimos conquistadores (I)
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Por Miguel Coya A menudo, la creación de un nuevo cartucho trae aparejada una clara pretensión: llegar para quedarse. A través del tiempo, cartucheras y diseñadores se han afanado en desarrollos con objetivos concretos, tanto en el campo deportivo como en el cinegético, que, sin embargo, difícilmente triunfan. Entenderá que conseguirlo no es nada fácil y de hecho, aun tratando como en esta ocasión una saga completa, lo cierto es que sólo alguno de sus miembros acabará finalmente por permanecer en el tiempo. Tras el primer choque, el mercado se encarga de aupar a unos sumiendo en el olvido al resto, teniendo mucho que ver en ello la publicidad dada.
En esta ocasión, esto último no admite discusión. El apellido Winchester es por sí mismo capaz de decirlo todo, amén de formar parte de la familia Browning, con todo el potencial que tanto nombre de prestigio puede representar. A pesar de ello, dentro de un mundo tan caprichoso como éste, es evidente que los gustos y las modas acabarán finalmente por marcar distancias, pudiendo ya, en este momento, señalar con el dedo quienes han triunfado y quienes no.
Los Winchester Short Magnum, nuestros protagonistas de hoy, acaparan en teoría ventajas incuestionables. Situándonos en la esquina ocupada por el cazador, entregan prestaciones similares, por no decir idénticas, a los cartuchos mágnum más conocidos y usados en sus respectivos diámetros. Junto a ello, suman el materializar armas ligeras y cortas, con el salto ergonómico que representa. Los .270 y .300 WSM, forman actualmente el dúo que más suena dentro de estos cortos, cargándose por la mayoría de las cartucheras y recamarándolos en algún modelo prácticamente la totalidad de las firmas armeras. Intentémoslo. ¿Cuánto de verdad hay en las ventajas de los Short Magnum? ¿Merece la pena comprarse uno?
La extensa familia de los WSM Dentro de la familia de los Winchester Short Magnum, .270 y .300 son los cartuchos que mayor repercusión están teniendo. El 7 mm WSM está siendo relegado por ellos, en gran medida porque la mayoría de los rifles que se ofertan para los Short ya no contemplan esta opción. El cuarto componente de la saga es el .325 WSM, prácticamente desconocido en nuestro país. Este 8 mm sería, sin duda, la mejor opción para un hipotético uso en monterías y batidas. Su mayor diámetro junto a unos pesos más elevados, jugarían su baza a favor de un mejor poder de parada.
Volviendo a los .270 y .300, multitud de cartucheras y recámaras se han apresurado a ofrecerlos en sus catálogos ante la buena acogida que han tenido y tienen entre los aficionados. Ello ha hecho que la polivalencia, como consecuencia de una más diversificada oferta, los universalice. Actualmente, y aun reconociendo que es el rececho a larga distancia su mejor baza, existen cargas válidas para un gran número de especies y modalidades, estando plenamente justificado el uso, a poco que elijamos correctamente el proyectil, de cualquiera de los dos en nuestras monterías y batidas. La muestra recibida, cuatro cargas para el .270 WSM y tres para el .300 WSM, es un ejemplo que rubrica lo dicho (ver foto 1).
A poco que observemos las cargas probadas quedan claras las aspiraciones de nuestros protagonistas. Puntas aguzadas y polímero frente a solo una semiblindada convencional, la Remington Core Lokt PSP y a un todoterreno de última generación, RWS EVO. Piense que aunque su apariencia de rechonchos pueda hacernos pensar que estamos ante cartuchos suaves, realmente tenemos enfrente dos potentes mágnum capaces de volar muy rápido con trayectorias tremendamente tensas. Para que se haga una idea de lo que trato de decirle, repose esta comparativa: el .270 WSM se acerca peligrosamente al calentísimo .270 Weatherby Magnum, y por su parte, el .300 WSM a grandes rasgos calca las prestaciones del .300 Winchester Magnum. ¿Entiende ahora la magnitud de nuestras gordas estrellas y el porqué de su revolución?
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