Hemos viajado hasta Jabalquinto para conocer de cerca la Granja Cinegética “La Perdiz”
Jabalquinto es un pequeño municipio de la provincia de Jaén, que se sitúa a caballo entre Linares y la capital. Situado a la izquierda de la Nacional Madrid–Cádiz, coronando un cerro en medio de inmensos olivares, recibe aromas de sierra o de campiña según los caprichos del viento. Su imagen nos acompaña desde que abandonamos Bailén y hasta pasado Mengíbar, de ahí el refrán que reza “Andar y andar y Jabalquinto a la par”.
Allí, prácticamente junto a las primeras casas del pueblo, se encuentran las instalaciones de la granja que hemos venido a visitar.
La Granja cinegética la Perdiz es una de las pioneras en la provincia de Jaén. Y una de las pocas de España puestas en marcha por una mujer.
Sus comienzos datan de hace ya diecisiete años cuando una jovencísima María López, decide abandonar los estudios de enfermería para dedicarse en cuerpo y alma a un sueño que llevaba incubando desde hacía tiempo. Su amor por el campo y los animales, le hacen comprender que en las instalaciones cerradas de un hospital y metida en una gran ciudad nunca sería feliz. Por eso, a pesar de su capacidad para el estudio, decidió con ayuda de su padre, poner en marcha el proyecto. Julio Molina, entonces su novio, hoy marido de María y gerente de la empresa, cazador y apasionado de la perdiz, decidió apoyarla sin ambages y trabajar junto a ella para entre los dos, derrochando trabajo, amor por la naturaleza, ilusión y enormes dosis de cariño, construir la granja que hoy puede presumir de tener una pureza de raza envidiada y envidiable.
Julio y María, se propusieron como objetivo trabajar para obtener los mejores pájaros de reclamo. Y al día de hoy, si no lo han conseguido, están muy cerca de ello.
Desde el principio, les preocupó mantener la pureza de la autentica perdiz roja. Empezaron con veinte parejas reproductoras traídas de lugares muy cercanos a su lugar de origen, pero de sitios donde la especie todavía no había podido sufrir ningún tipo de contaminación. Por eso en los voladeros de su granja hemos gozado de la contemplación de la autentica “Alectorix rufa” en todo su esplendor. Pájaros de una librea cercana al color rubio, propia del color de la tierra de la campiña de donde procedían sus progenitores, con unos espejuelos bellísimos y unos tonos rojos en los picos ojos y patas, como cerezas maduras.
Esta granja, cría las perdices en semi libertad. Julio y María han sacrificado un olivar para destinarlo a este fin. Podemos ver las filas de olivas divididas por malla y protegidas en todo su perímetro por alambrada.
A cinco metros de altura el techo de malla flexible posibilita el vuelo libre de los ejemplares de un lado a otro del olivar. Las divisiones verticales sirven para separar los individuos por edades. Cuando Julio nos invita a entrar en el parque de vuelo para hacer las fotos, me indica que en esta zona ya están los que han sido seleccionados para el cuco de este año por lo que sí podemos acercarnos y echarles de comer para que se vayan amansando.
En los voladeros donde están los destinados a repoblación no se puede pasar para que los animales no pierdan su instinto salvaje.
Aquí, cuando los pollos nacen, basan su alimentación en pienso y grano. A partir del mes y medio solo comen semillas, con lo que cuando se les libera en los cotos donde compran los excedentes de selección para el cuco, son animales que conocen todo tipo de semillas y saben “andar por el campo”.
Ahora, la Granja cinegética la Perdiz cuenta con quinientas parejas destinadas a reproducción. De las cuales la mitad aproximadamente son fruto de la continuada selección y de ir entresacando cada año los mejores ejemplares descendientes de aquellos primeros veinte pares. Son “Los Rubios”. La producción de este año ha sido de unos nueve mil individuos de los que se seleccionan mil quinientos para reclamo. Los que no superan el “casting” se sueltan de nuevo en los voladeros para que terminen de emplumar y se sirven a los compradores a medida que están en condiciones idóneas para ser liberados. Todo el excedente de selección está ya vendido.
Los seleccionados disfrutan del parque de vuelo más cercano a la casa, donde al tiempo que van cubriendo su cuerpo del plumaje de adultos, nos ven a los contados visitantes, a Julio , a María , a sus hijos y se van familiarizando con la presencia cercana de seres humanos. Lo que hará que su carácter se vuelva más dócil y que una vez en la jaula no sean pájaros broncos.
El reclamo de estos pájaros rubios, cuando salen de mayor, es alto, claro, firme. No hay notas disonantes. Para los que nos gusta “esto”, un verdadero regalo para el oído. Las pitas, “cuando parten piñones“ son de un sonido fuerte, casi metálico al entrar en desafió con otros machos. Sin embargo los modulan cuando es la “pepa” la que menudea por el repostero, dándole una entonación suave, casi dulce, para rematar con cañamoneos que rendirán a la más dura y desesperarán al macho remolón para que entre en plaza. Los cuchichíos en su grado justo y en el momento preciso. No son pájaros que se hagan pesados con esos cuchichíos, monótonos y repetitivos que a veces en el campo aburren a las ovejas. Los “Rubios” de Julio y María son ejemplares de amplio repertorio y bien dicho. Criados con autentico cariño y casi con devoción y mimo. Alimentados con grano desde su nacimiento y seleccionados con un criterio basado en el conocimiento de la especie y de su cometido.
Ya metidos en el mes de agosto, comienza el enjaule y selección de los primeros pájaros que habrán de servir como reclamos. La responsable de esta selección es María. Ella se encarga de observar el comportamiento de los pájaros en las jaulas y los que pasan la criba de nobleza y adaptación, pasaran el casting de reclamo. Los que no valgan volverán al voladero. Los que hayan superado la prueba de comportamiento en jaula y calidad de reclamo, empezaran a viajar por España en busca de sus nuevos dueños. Un “Rubio”, probado por María y habiendo recibido su visto bueno por la calidad de su reclamo, cuesta cien euros. Estos pájaros tienen una especial dificultad en su cría. Conservan la genética pura de campo, y sus puestas son muy bajas, con una media por pareja/año de doce huevos. De ahí su precio. La imposibilidad de mezclarlos con otros ejemplares, para no perder la línea genética, hace casi inviable económicamente mantener su cría. Pero Julio y María son unos románticos, y por mantener la pureza de “SU”, raza, no se arriesgan a mezclar con las perdices rojas de granja, que siendo también puras, tienen diferentes orígenes y se crían con más facilidad al poder hacer mezclas de sangres que les proporcionan fuerza.
También disponen de parejas reproductoras de perdiz roja, que han pasado todos los controles pertinentes y que tienen acreditada su pureza genética, pero son perdices de las que podríamos considerar normales por su color y comportamiento. Un macho de reclamo ya seleccionado, habiendo pasado la aprobación de María y Julio por su calidad en el reclamo y su comportamiento en la jaula, cuesta cincuenta euros.
Como es lógico disponen de pájaros sin seleccionar, y que cualquier aficionado puede elegir entre la exposición de doscientos ejemplares que tienen preparados para la venta diaria al precio de treinta euros pudiendo sacarlos para escucharlos y llevarse cada uno el que más le guste.
Este es un modelo de granja artesana, que vende lo que cría y que por regla general en diciembre ya no tienen pájaros. Cuando en pleno mes de agosto visité la granja, para hacer las fotos que acompaño a este capítulo, María no paraba de recibir llamadas reservando pájaros de reclamo para esta temporada. ¡ En pleno mes de Agosto!. Todo un ejemplo. ¡Que dure y cunda!.
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