La Federación Navarra de Caza reclama a los grupos parlamentarios que tengan en cuenta la importancia de las actividades cinegéticas frente a las protestas de los animalistas.
El Parlamento de Navarra se encuentra en estos momentos inmerso en el proceso de elaboración de una propuesta de ley foral de protección de los animales de compañía, que derogaría y actualizaría la normativa vigente, que data del año 1994. El objetivo no es otro que buscar un mejor bienestar de las mascotas y también lograr un mayor rango de protección animal, dando respuesta a las reclamaciones de una sociedad que cada vez se muestra más concienciada con los derechos de los animales.
No obstante, desde la Federación Navarra de Caza, que ha participado activamente junto a otras instituciones vinculadas a la protección animal en la mesa de trabajo para el desarrollo de esta propuesta de ley, han resaltado que determinados contenidos pueden suponer un ataque directo a la caza en la Comunidad Foral, sobre todo procedentes de colectivos animalistas de índole radical.
En este sentido, conviene echar una mirada al pasado y a la tradición para exponer que la convivencia del ser humano con el mundo animal es tan antigua como su propia existencia. Durante miles de años, la humanidad ha domesticado diferentes especies animales con múltiples y diversas finalidades lucrativas, y a través de diferentes mecanismos de selección genética y basados en la zootecnia, es decir, intentando conseguir el mejor aprovechamiento de estos animales sin descuidar su bienestar.
Las metas de estos procedimientos han sido variadas: garantizar el sustento del hombre mediante animales de producción, empleándolos como fuerza de trabajo o como sistemas defensivos, e incluso enfocándolos hacia las relaciones afectivas o de compañía. Pero sin lugar a dudas, una de las más importantes ha sido la caza en todas sus variantes, con el perro, las aves de cetrería y el hurón como especies indispensables para la actividad cinegética.
Esta realidad, en su esencia, no ha variado un ápice y sigue presente en nuestros días. Sin embargo, como se ha reseñado, desde mediados del siglo XX, los conceptos de bienestar y de protección animal han saltado a la palestra como un indicativo de que la ciudadanía desea afianzar en la seguridad del mundo animal. Por supuesto, el colectivo de cazadores no es ajeno a esta situación, y comparte a su vez una visión en pro de un cuidado más adecuado y fehaciente de las especies que conviven en el planeta con el ser humano.
El problema radica en que muchos individuos de esa sociedad que demanda una protección animal más extensa desconocen y, de hecho, se niegan a aceptar que la caza reglada supone una herramienta irremplazable para alcanzar una gestión sostenible de la naturaleza, amén de que la actividad cinegética vertebra el territorio, complementa la economía del mundo rural y proporciona el equilibrio necesario en las poblaciones de fauna silvestre.
Estos logros representan grandes baluartes en problemáticas que afectan directamente al desarrollo y al bienestar de la población, ya que, entre otros beneficios, previenen daños agrarios, minimizan el riesgo de accidentes de tráfico y ejercen una vigilancia constante en la naturaleza para evitar la expansión de epidemias en la sanidad animal.
Ambas cuestiones, la caza como garante de una gestión adecuada del medioambiente y como instrumento en la reducción de perjuicios económicos y sociales, ha sido desarrollada a todos los niveles territoriales, tanto en el panorama internacional, como en el europeo, el estatal y, por último, el autonómico. Y el Parlamento de Navarra, en su cometido al redactar la citada propuesta de ley foral, debe adecuar su contenido a todas las sensibilidades y casuísticas que encierra el mundo animal.
La Federación Navarra de Caza, como no podía ser de otra manera, se muestra a favor de un bienestar animal aplicado de forma razonable. Pero alerta al mismo tiempo de la situación de indefensión en la que queda el colectivo de cazadores de la Comunidad Foral. Sobre todo, ante la existencia de grupos radicales que, desde la demagogia, el desconocimiento y el fundamentalismo, asedian cualquier actividad relacionada con la caza. Esta razón hace que se estime fundamental dotar al cazador navarro de una garantía de seguridad jurídica. Una protección que ya se encuentra recogida en otras normas europeas, nacionales y autonómicas de protección animal.
Con ello, se pretende hacer frente a las denuncias y procedimientos sancionadores estériles por el hecho de proceder de casos falsos de supuestos maltratos animales. Estas acusaciones vertidas desde grupos extremistas y sectarios podrían aflorar, con el cambio de ley, por errores de interpretación de la autoridad competente en base a determinados artículos del texto propuesto.
Por tanto, y en aras de buscar una situación justa y necesaria, la Federación Navarra de Caza va a trasladar a todos los grupos políticos del Parlamento foral que los animales que participen en una actividad cinegética regulada deben estar incluidos como parte de las excepciones de la aplicación de la ley de protección de los animales de compañía.
Fuente: noticiasdenavarra.com