Las especies cinegéticas son un recurso natural renovable susceptible de aprovechamiento por el hombre a través de la caza.
Los recursos naturales son aquellos bienes procedentes de la naturaleza que satisfacen necesidades humanas. Pueden ser renovables y no renovables. Los no renovables son aquellos que se producen a una escala temporal muy superior a la vida humana (por ejemplo, el petróleo o el carbón), mientras que los renovables son aquellos que se producen en una escala temporal humana. Los recursos naturales renovables son susceptibles de un aprovechamiento indefinido en el tiempo por el hombre mientras no se supere su tasa de renovación y se aproveche solamente su excedente.
Las especies cinegéticas son un recurso natural renovable susceptible de aprovechamiento por el hombre a través de la caza. Las poblaciones de especies cinegéticas, como cualquier otro recurso natural renovable, si se aprovechan de manera sostenible pueden permanecer y conservarse indefinidamente a lo largo del tiempo. Además de esto, las especies de caza forman parte y cumplen también múltiples funciones en los ecosistemas. Funciones que es absolutamente imprescindible respetar para llevar a cabo una caza adecuada. Una caza sostenible y conservacionista.
La sostenibilidad en la caza, la caza sostenible, exige, para ser completa, ambas premisas: la no sobreexplotación del recurso (el mantenimiento de las poblaciones viables a lo largo del tiempo) y el mantenimiento de las poblaciones cinegéticas como especies silvestres naturales que forman parte de sus ecosistemas y que cumplen en ellos todas sus funciones. Al llevar a cabo la caza de esta manera, realizamos una caza sostenible y conservacionista. Una caza basada en la conservación. La conservación de la biodiversidad es la clave en el aprovechamiento cinegético. La caza, según como se lleve a cabo, puede ser adecuada o inadecuada para la conservación; y, por tanto, puede ser una caza correcta o una caza incorrecta.
Una caza correcta sí mantiene y conserva las poblaciones de las especies cinegéticas a lo largo del tiempo, tomando de estas solo la parte excedente susceptible de aprovechamiento y respetándolas también como especies silvestres naturales insertas en sus ecosistemas. Una caza incorrecta sí sobreexplota sus poblaciones llevándolas a un estado de difícil recuperación o las maneja intensivamente de tal manera que dejan de ser especies silvestres naturales para pasar a ser ganado (en este caso, hablamos de caza artificial o «artificialización» de la caza).
Apoyo mundial a esta caza
Cuando la caza se lleva a cabo de manera adecuada, respetando los principios correctos que llevan a la conservación del recurso cinegético, de las especies de caza y de sus hábitats, hablamos de caza sostenible. Cuando respetamos y conservamos las poblaciones cinegéticas como especies silvestres naturales que forman parte de sus ecosistemas sin «artificializar» el recurso, hablamos de caza sostenible. Cuando tenemos un comportamiento ético profundo con respecto a las especies cinegéticas, al resto de las especies y a sus hábitats en su conjunto que va más allá de las meras formalidades al uso, hablamos de caza sostenible.
Una caza así, la caza sostenible, está respaldada por las más importantes y prestigiosas organizaciones e instituciones a nivel mundial. La Unión Europea (UE), el Consejo de Europa (COE), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), BirdLife International, el Consejo Internacional de la Caza y Conservación de la Fauna (CIC) y la European Landowners Organization (ELO), entre otras muchas organizaciones, apoyan decididamente la caza sostenible. Aunque aún hoy no es un principio generalizado, está claro que ya se visualiza en el horizonte la inexcusable necesidad de que la caza, para ser tenida en cuenta, respetada socialmente y apoyada institucionalmente, debe colaborar y ser útil a la conservación de la biodiversidad. Es absolutamente imprescindible que la caza produzca «beneficios tangibles para la conservación». Este principio, que hoy todavía desgraciadamente no es tenido suficientemente en cuenta, será ineludible para conformar un modelo de caza que tenga cabida en las modernas sociedades actuales y aún mucho más en las futuras. Si la caza respeta escrupulosamente este principio y se inserta totalmente en él con plena conciencia de sus practicantes, tendrá posibilidades ciertas de mantenerse en el futuro. Si el modelo de caza futuro incide en sus aspectos más negativos, difícilmente podrá tener continuidad en el tiempo.
Reivindicar con orgullo
La caza ha sido, a través de la historia, tanto una actividad de conservación cuando se han respetado los principios de sostenibilidad como justamente todo lo contrario, de degradación de la biodiversidad, cuando no se han respetado. Hoy en día la caza debe reivindicar con orgullo sus aspectos positivos de conservación de la biodiversidad y abandonar para siempre sus aspectos negativos. Dejar de lado definitivamente los modelos de gestión de la fauna cinegética inadecuados y las prácticas antiéticas de caza que van contra la mismidad de la caza. Abandonar para siempre todas estas prácticas que claramente van contra lo que es la caza «en sí misma», como a ella acertadamente se refirió Ortega y Gasset cuando estableció lo que es puramente la caza en sí, lo que es la pura caza en sentido estricto.
En la actualidad, la caza en su conjunto como actividad está fuertemente cuestionada por una parte de la sociedad. La manera más cierta de contrarrestar esta opinión contraria a la caza es no dar argumentos a sus detractores, sino todo lo contrario: demostrar su validez hoy en día como instrumento cierto de conservación de la biodiversidad. Si la caza elige el camino adecuado, tendrá su futuro asegurado. Igualmente, el cazador, a nivel individual, logrará mantener su actividad satisfecho de hacer bien las cosas y podrá sentirse a gusto consigo mismo.
Un artículo de Justo Covisa, presidente Fundación Caza Sostenible, para ABC de la caza.