Gestión y Medio ambiente

La caza como una garantía de salvaguarda medioambiental (XV): El conejo de monte (4ª)

Caso concreto: el conejo de monte (y IV)

Para finalizar con el caso concreto del conejo de monte, trataremos sobre la distribución de la población y las conclusiones sobre la gestión agrícola y el abandono de cultivos, dentro de la crítica al Plan de Gestión del Conejo de Monte.

  • Distribución de la población

En el Plan se señala en diferentes puntos que las zonas más pobladas de conejo son las coincidentes con las hoy incluidas en las zonas de recuperación de águila real, águila imperial, buitre negro y lince ibérico. Es evidente que hoy día en esas zonas la población de conejos ha caído hasta en un 90% de la existente en 1980, llegándose a dejarse de cazar muchos cotos de caza.

«He hecho una encuesta en cuatro cotos de Mazarambroz, seis de Las Ventas con Peña Aguilera y tres de Pulgar».

He elegido una de las zonas señaladas en el borrador de este Plan de 2008 (es decir, el inmediatamente anterior a su aprobación) como de densidad “muy alta de conejos”; la que hay entre Las Ventas con Peña Aguilera y Mazarambroz. He hecho una encuesta en cuatro cotos de Mazarambroz, seis de Las Ventas con Peña Aguilera y tres de Pulgar. Estos cotos pueden dividirse en dos grupos homogéneos: los que mantienen costosas labores de control de predadores, construcción de majanos y bebederos, pese a lo cual las capturas se han reducido en un promedio de un 70%, y los que, por no poder desarrollar esas labores de control de predadores, han dejado de comercializar la caza del conejo por ser ya residual. Entre los primeros hay que incluir dos de Mazarambroz, dos de Pulgar y cuatro de Ventas. El resto ha dejado de comercializar la caza del conejo. Curiosamente (o no tan curiosamente) la mayor densidad de conejos se encuentra en los cotos que se encuentran en las zonas de extrarradio de la zona incluida en el Plan de Gestión del Conejo y las menores en los cotos que se encuentran en pleno centro de esa zona. Junto a estas encuestas hemos tomado fotografías de las siembras de cereal en esas mismas fincas, pudiéndose comprobar que, no estando valladas ninguna de ellas con ‘malla conejera’, prácticamente ninguna de ellas estaba tocada por los conejos. (Se adjuntan dichas fotos a este trabajo en la galería inferior). De esta forma, si bien las encuestas podrían haber faltado a la verdad, la realidad de la falta de conejo se constata en la absoluta falta de daños en sus siembras.

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Frente a eso, zonas en las que antes el conejo no era abundante, como la mesa de Ocaña o La Sagra, existe verdaderas plagas de conejo, hasta el punto de haberse hecho varios declaraciones de ‘emergencia cinegética’ (la última en marzo de 2017) autorizando capturas de conejos en esas zonas donde no hace tanto años el Plan de Gestión del Conejo de Monte las consideraba con escasez de población. (Se adjuntan como anexos dichas declaraciones de emergencia cinegética publicadas en el DOCM, donde puede comprobarse a qué términos municipales afecta).

«Zonas en las que antes el conejo no era abundante, como la mesa de Ocaña o La Sagra, existe verdaderas plagas de conejo, hasta el punto de haberse hecho varios declaraciones de emergencia cinegética».

No obstante, la imaginación de la Administración en la búsqueda de excusas es tan ilimitada que se pretende justificar esto alegando (aunque nunca por escrito o de manera oficial) que se trata de una nueva especie de conejo, lo que es tan absurdo que nadie siquiera se ha molestado en intentar demostrar.

Continúa el Plan analizando las causas de disminución de la población:

  • Conclusiones sobre la gestión agrícola y el abandono de cultivos

– Abandono de tierras de labor:

«En el punto 1.3.3 del Plan de Gestión del Conejo de Monte, se señala al abandono de la agricultura tradicional como causa de la disminución del conejo».

En toda la redacción del Plan hay referencias difusas que intentan apuntar a causas de la disminución del conejo achacables a la acción o inacción del hombre. Así, en el punto 1.3.3 se señala al abandono de la agricultura tradicional como causa de su disminución y, para justificarlo, se echa mano de números absolutos de hectáreas en las que se ha dado ese abandono, mostrando que, frente a las 4.540.724 hectáreas de labor que había en el año 1990, en el año 2000 había 4.472.704, es decir, una pérdida de alrededor de 68.000 hectáreas. Esta superficie es enorme en números absolutos, pero insignificante en relativos, sobre todo si se quiere con ello justificar el enorme porcentaje de caída en la población del conejo.

Además de ello, para considerar que tal consideración es técnicamente estricta, sería necesario situarlas en el espacio, porque poco habría afectado al conjunto de la población las hectáreas de abandono en zonas donde previamente no había conejos.

Mucho más importante es esa situación en el espacio para ver si esas 68.000 hectáreas están muy diversificadas o sí, por el contrario, muy concentradas, porque dependiendo de un caso u otro la afección podría ser grande o insignificante.

«…Limitando de esta forma los grandes espacios sin cobertura vegetal que imponen a los conejos trayectos grandes desde sus vivares a sus comederos sin protección frente a los depredadores».

La posibilidad de que esos abandonos de tierra estén muy repartidos o no es aún de mayor importancia cuando observamos que el propio Plan aconseja medidas de gestión del hábitat que serían plenamente coincidentes con abandonos puntuales de tierras, limitando de esta forma los grandes espacios sin cobertura vegetal que imponen a los conejos trayectos grandes desde sus vivares a sus comederos sin protección frente a los depredadores. Así, el punto 3.2, en el apartado “control indirecto de depredadores mediante manejo del hábitat”, señala como primera entre las medidas eficaces a proponer “incrementar la cobertura vegetal natural”. Y los puntos 1.3.2 y 4.6.2 señalan que las mayores densidades de conejo se encuentran en zonas donde la cubierta vegetal varía entre el 25% y el 50%.

Pero ¿a qué se deben estas claras contradicciones y estas afirmaciones tan difusas? Habrá quien considere que son errores de elaboración, pero por su reincidencia siempre en la misma línea, yo creo que están dirigidos, tal y como decía un poco más arriba, a intentar trasladar la responsabilidad de la enorme disminución de la población del conejo a la actividad humana, distrayendo la real importancia de los depredadores. 

Prosigue el Plan analizando causas de la disminución de la población:

– Incremento del suelo urbano del territorio:

En el punto 1.6.4, justo después de la tabla 3 se señala: “Recientemente el desmesurado crecimiento urbanístico, entorno a grandes ciudades y zonas aledañas, influye con la ocupación de grandes extensiones de terrenos cinegéticos y especialmente dedicados a la caza menor, para el desarrollo de urbanizaciones, polígonos industriales, etc y sus infraestructuras asociadas. Se estima que el 1% del territorio rural se transforma en urbano anualmente o se destina a la construcción de infraestructuras.”

Esta afirmación ya era contradicha por los sectores cinegéticos en la época de la redacción del Plan (me remito a mi artículo Del conejo de campo al conejo de llano, en la revista Hunters), pero hoy es inaceptable en todos sus términos, así:

– La transformación anual de 1% del territorio rural en terreno urbano o infraestructuras hubiera dado como resultado el que, desde el 2009 se hubiera transformado no menos del 6% del territorio rural. Teniendo en cuenta que territorio rural es, tanto el destinado a cultivos como el monte no agrícola, el total de esa superficie rondaría los 10 millones de hectáreas, cuyo 6% serían 60.000 hectáreas, lo cual es claramente irreal. Pero es que aun limitándonos a las 4.540.000 hectáreas de terrenos destinados a agricultura que señala el propio plan, el 6% serían 27.000 hectáreas, terreno que no ocuparían ni las 10 mayores poblaciones de Castilla-La Mancha juntas. Y si bien alguien alegará el parón de la construcción que se dio desde el 2010, también hay que tener en cuenta que el Plan, aunque aprobado en el 2009, fue redactado alrededor del 2006, por lo que hubiera dado tiempo de sobra a que, antes de la crisis, se cumplieran tan agoreros e infundados pronósticos.

La zona de La Sagra ha experimentado un enorme incremento de la población de conejos.

– La referencia a las infraestructuras es, no sólo inaceptable, sino hilarante, dado que la actual mayor acumulación de conejos se da alrededor y con ocasión de dichas infraestructuras, como son las explanaciones del AVE y de las nuevas autovías. Es más, existe una autorización especial para los organismos titulares de estas infraestructuras para que cacen los conejos en sus inmediaciones, con una amplitud y libertad que ha llegado a crear conflictos con los titulares de coto colindantes (me remito al acta de la primera Comisión Provincial de Caza de Toledo de 2016).

– La zona de La Sagra, no solamente degradada arbórea y arbustivamente, sino objeto de la mayor transformación urbanística de toda Castilla-La Mancha tras el corredor del Henares, ha experimentado un enorme incremento de la población de conejos, hasta el punto de que la propia Administración viene dando de forma reiterada autorizaciones especiales para su captura. (Me remito a las sucesivas declaraciones de emergencia cinegética).

Volvemos de nuevo a la intención sesgada del redactor del Plan, que intenta eludir la realidad sobre el conejo, derivando toda responsabilidad a la actividad humana, en consonancia con la filosofía ecologista de que lo mejor es abandonar cualquier intento de gestión cinegética.

Conclusión sobre el Plan de Gestión del Conejo de Monte y, en general, sobre la gestión administrativa del conejo:

Se puede resumir diciendo:

– Si donde había conejo ahora no lo hay.

– Si donde no lo había ahora es plaga.

– Si donde antes había conejo es donde más se ha dado la acción administrativa de protección (en esas zonas coinciden hasta cuatro planes de recuperación, son zonas LIC y ZEPAs) y ahora está bajo mínimos.

– Si donde no ha actuado la Administración y donde no existen esas figuras de protección existe una abundancia de conejo nunca antes vista.

¿No es ello motivo suficiente para que empiece a plantearse la Administración que ha fallado en algo, si no radicalmente, en sus planteamientos, estudios, planes y actuaciones?

(Continuará).

Un artículo de Antonio Conde Bajén

Fotografías: Antonio Conde (galería) y Adolfo Sanz y Redacción (resto)

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