¡¡El Mundo Rural sigue ahí, Sr. Sánchez!!
Hace unos meses, antes de que este desgobierno y la pandemia, no sé si por este orden, nos confinasen durante casi 100 días, nuestros agricultores ocupaban las carreteras y calles de las ciudades del país reivindicando una remuneración justa para sus productos que les compensase seguir trabajando y, en suma, un reconocimiento a su trabajo. El Mundo Rural
Este COVID 19 ha hecho plantearse muchas cosas a nuestra sociedad, acomodada en su fatua realidad en la que todas nuestras necesidades estaban cubiertas y en la que con solo dar a un interruptor tenías luz, agua… de todo y, que de repente, ve como se plantea la posibilidad de que podamos carecer de alguno de nuestros productos de primera necesidad y eso produce pánico.
Ante este terrible panorama, el personal se decidió por hacer acopio de productos de primera necesidad y acabó con todas las reservas de papel higiénico de los supermercados y tiendas del ramo… eso dice mucho de lo que nuestros paisanos entienden por primera necesidad. Y esto tiene una razón única, no se piensa en que «ciertos suministros» nos puedan faltar nunca.
Mejor no preguntamos de dónde proceden las lechugas, los tomates o la carne
Mejor no preguntamos a nuestros vástagos de dónde proceden las lechugas, los tomates o la carne de nuestras hamburguesas porque nos dirán que del Burger King o cualquier otra cadena dedicada a la venta de este tipo de alimentos. Y si hablamos del pollo o de las costillas no digamos de dónde porque ya está bien de publicidad gratuita.
En estos días de aislamiento forzoso que esperemos que no vuelvan, a través de mis entrevistas a diferentes personalidades relacionadas de una manera u otra con el mundo rural, todos me decían que esto iba a servir para poner en valor a los agricultores y ganaderos como verdaderos garantes de nuestra supervivencia no solo en los tiempos difíciles, sino en el día a día.
Lo cierto es que mientras el papel higiénico, los guantes y los geles hidroalcohólic¡¡os escaseaban, las lechugas, los tomates, la carne en todas sus variedades no faltaban en los estantes de los centros de alimentación. Y eso, ¿por qué era? ¿Quizá por qué había un acopio importante de esos suministros? O por qué cada día, cada mañana, mientras nosotros estábamos confinados en nuestras más o menos confortables viviendas, un grupo de personas salían al campo a cultivar sus campos o a cuidar a sus animales de los cuales, aunque a alguien le sorprenda, salían las lechugas, los tomates, los filetes, el pollo o la leche que nunca nos faltó.
Ante esto me surge la pregunta, ¿alguno de nuestros urbanitas están agradecidos a estos trabajadores del mundo rural por su esfuerzo y trabajo diario?
Nuestro desgobierno, habida cuenta de esta ingente labor realizada por nuestros agricultores y ganaderos, ¿tomará las medidas necesarias para paliar la angustiosa situación del sector? o ¿volveremos ver a nuestros hombres del campo llenando de nuevo las calles y carreteras de nuestro país?
Nadie salió a los balcones a aplaudir a nuestros agricultores y ganaderos
En el caso de que nuestra sociedad haya tomado nota de estos hechos, cosa que dudo porque nadie salió a los balcones a aplaudir a nuestros agricultores y ganaderos ni siquiera en las ciudades más cercanas al mundo rural, y porque nuestros queridos compatriotas tienen lo que yo llamo una magnífica memoria de pez, y en poco tiempo la ‘nueva normalidad’ como este desgobierno ha dado en denominar esta situación que se nos avecina, habrá olvidado a estos sufridos trabajadores que han hecho posible que el escorbuto no se haya hecho con nosotros.
Hombres y mujeres del campo han salido cada día unos a trabajar sus campos y explotaciones para abastecer a las ciudades de productos aun a riesgo de su propia salud y de sus familiares, otros para seguir manteniendo industrias ligadas a ello como las industrias cárnicas, las explotaciones de ganado de lidia y un largo etcétera que no es necesario enumerar ahora. Todo eso mientras con sus tractores desinfectaban las calles de sus pueblos o colaboraban en labores sociales.
Pero al fin y al cabo a nuestra sociedad poco se le puede pedir, entre todos la hemos convertido en un ‘algo’ insensible que mientras tenga cubiertas sus necesidades poco le importa lo que ocurra a su alrededor, salvo lo que les pase a las ovejitas o los pobres animales cazados por insensibles personajes denominados cazadores… y eso porque interesa a un determinado sector económico denominado ‘ecologismo’, y es que una cosa son los amantes y defensores de la naturaleza y otra las grandes empresas multinacionales que están detrás de estos pobres ‘inocentes’ que si creen en lo que hacen.
Ahora todos queremos vivir en el campo
Ahora todo el mundo se ha vuelto hacia nuestros campos, todos queremos vivir en el campo lejos de la gran urbe, pero en cuanto nos entren la ganas de ir al gran supermercado, al cine, al teatro, restaurante… echaremos de menos nuestra ‘cotidianidad’ y volveremos a nuestros reductos ahora odiados y de eso tendrá buena culpa, también, nuestro desgobierno.
Mucho hablar de la despoblación, del abandono del mundo rural, pero nadie hace nada por hacer de este mundo un lugar atractivo para vivir.
En buena parte de nuestros núcleos rurales no hay ni Internet y ¿qué empresa se va a implantar donde no exista esta herramienta básica?
Qué puede hacer atractivo para jóvenes emprendedores trabajar el campo si después su producto va a tener un precio por debajo de lo que le cuesta producirlo, si no tienen ayudas ni incentivos para montar allí su industria o empresa.
Por eso, amigos, siento ser pesimista pero pasados unos meses, nuestros conciudadanos volverán a la normalidad más normal, olvidándose de lo pasado y pensando solo en su realidad diaria y esto debemos asumirlo porque es así y seguirá siéndolo, lo que no podemos ni debemos permitir es que nuestros poderes públicos lo olviden, no amigos, estos no lo pueden ni lo deben olvidar, el trabajo de los hombres y mujeres del campo no debe de quedar en el olvido pero no solo el trabajo de estos últimos meses, el de toda su vida, el de sus padres y abuelos.
Menos predicar y más dar trigo
Este desgobierno del Sr. Sánchez, debe de tomar nota y medidas para que estos pequeños luchadores a los que no se aplaudió desde los balcones, se le aplauda y reconozca desde los despachos, que se comprenda su realidad y que se tomen las medidas para la que la vida en el campo deje de ser una estampita bucólica y se convierta en lo que es, un modo de vida, una realidad que no debe de ser olvidada sino reconocida y atendida, que debe contar con los recursos mínimos para su supervivencia como son los sanitarios, infraestructuras, reconocimientos y menos palabrería, Sr. Sánchez y socios, menos ecologismo de salón y más realidad y como dice el dicho popular, «menos predicar y más dar trigo» que en este caso nos viene a pelo.
Por eso, amigos, como de dependa del Sr. Sánchez y los suyos, mucho me temo que pronto volveremos ver los tractores en nuestras carreteras como signo de protesta y espero que la ciudadanía ahora y visto lo ocurrido, sepa estar a la altura y se sume a ellos como muestra del apoyo que necesitan y, sobre todo, se merecen.