Querida, irresponsable e ignorante ministra de Medio Ambiente:
Que una nueva clase política se posicione en contra de actividades tradicionales del mundo rural como la tauromaquia o la caza, mucho más por ese ímpetu de populismo que por convicción propia, ya no sorprende a nadie a estas alturas.
Que lo haga una ministra del Ministerio de Transición Ecológica, “el Medio Ambiente” de toda la vida, y además socialista, no deja de ser una ingrata sorpresa que demuestra su gran ignorancia además de una gravísima irresponsabilidad.
Su escudo ha sido que es una opinión personal y, lo peor, que no son actividades de su competencia. Una ministra puede volcar opiniones personales en un bar o en un grupo de whatsapp de amigos; en un medio de comunicación habla como representante de un partido político. Y respecto al hecho de no ser de su competencia la caza, lo es el medio ambiente, y permítame, señora ministra, explicarle por qué estas actividades no sólo son claves para la conservación de nuestros espacios naturales, sino que además su desarrollo es el que permite un excelente estado de conservación de nuestras dehesas y de nuestros bosques.
Es posible que desconozca que la dehesa es considerada por la propia Unión Europea como un Sistema de Alto Valor Natural, en definitiva, un modelo de desarrollo sostenible con gran valor ecológico, económico y social que en España se extiende por más de cuatro millones de hectáreas. Pues bien, una buena parte de la gestión de esa dehesa es gestionada para el aprovechamiento de pastos en extensivo por el toro de lidia y por las especies cinegéticas. Sin esas actividades, la dehesa desaparecería.
Pero, además, una potencial aunque imposible (verá por qué estoy tan seguro de ello) prohibición de la caza (permítame que puntualice más sobre una actividad para mí más cercana), provocaría un efecto letal y en cadena sobre las propias especies cinegéticas, sobre otras especies ganaderas con las que interaccionan, en las especies protegidas y en peligro de extinción, en la agricultura, en los accidentes de tráfico, en la salud del ser humano e, incluso, sobre el cambio climático, ese del que sabe usted tanto. Además, por supuesto, de influir de forma muy directa en la socioeconomía de nuestro medio rural e incentivando el despoblamiento rural. Permítame que le explique un mínimo detalle de cada uno de ellos.
Querida ministra, no le daré una ‘master class’ de dinámica de poblaciones, aunque algo le deberían haber contado antes del acceso a su cargo. Los animales que pueden ocupar un territorio no son infinitos, hay una máxima capacidad de carga que, cuando se supera, causa la autorregulación de la propia población, eso sí, con la aparición de epizootias como la sarna o incluso zoonosis (enfermedades que pueden afectar al ser humano) más severas, como la tuberculosis.
En el caso de la afección a la vegetación, no será necesario en este caso hacer supuesto alguno. Visite usted, además ahora sí siendo de su competencia, el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, a tiro del Ministerio. Adquiera unas botas camperas y vea cuál es la consecuencia de que un juez haya prohibido la caza en ese espacio emblemático de la Sierra de Madrid. Desde entonces la superpoblación de cabra montés se ha elevado a más de 50 individuos por kilómetro cuadrado, cuando los científicos estiman la capacidad máxima en 10. Catedráticos de la Universidad Politécnica de Madrid han informado del grave daño que estas superpoblaciones están causando sobre especies arbóreas y arbustivas, además protegidas, además de alertar del alto riesgo de enfermedades de la especie que puede llegar a causar una desaparición total de la misma. Pues eleve esta situación a la totalidad del territorio nacional, muriendo las poblaciones por sarna o tuberculosis. Quién sabe, quizás para usted este desastre poblacional es más ético que la caza…
En cuanto a la agricultura o la ganadería, pregunte a los sindicatos agrarios de este país cuál es el grave problema de la transmisión de enfermedades de la caza a la ganadería y con los daños a la agricultura. Permítame un dato: en 2016 se produjeron en España un total de 9.472 siniestros agrícolas causados por fauna silvestre, la mayoría de casos por especies de caza.
Y quién no conoce la contribución positiva de la actividad cinegética a la seguridad vial. Son casi 13.900 los accidentes de tráfico provocados por animales en vías asfaltadas, de los cuáles más del 54% correspondieron sólo a dos especies cinegéticas: jabalí y corzo.
Y cómo no, la aportación de la cinegética para el mantenimiento de la socioeconomía de nuestro medio rural. Un reciente estudio independiente realizado por Deloitte y coordinado por nuestra Fundación Artemisan expone que la caza aporta más de 6.475 millones de euros al Producto Interior Bruto, manteniendo más de 186.000 empleos y produciendo 614 millones de euros de retornos fiscales para las arcas públicas. Pero no son sólo datos económicos, en España los propietarios y gestores de terrenos cinegéticos invierten conjuntamente más de 233 millones de euros en inversiones relacionadas con la conservación del medio ambiente.
En definitiva, y como así reconoce la Unión Europea o la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza, la caza, más allá de cifras económicas, es importante bajo el prisma del capital ambiental, ejerciendo durante generaciones una labor silenciosa de conservación. En el control de las sobrepoblaciones y de las enfermedades, en el cuidado, gestión y conservación del medio natural, en el mantenimiento de los espacios naturales protegidos y, por supuesto, en la reducción de la siniestralidad agrícola y en la minoración de los accidentes provocados por especies cinegéticas. Usted debería defender la actividad cinegética y su gestión sostenible como un elemento de conservación y como valor económico añadido en el entorno rural.
Como habrá podido concluir, señora ministra, es posible que piense que sólo se ha echado encima a los cazadores, gestores y aficionados taurinos. Incluso pensará que esos votos los compensará con el guiño a los animalistas. Como ve, se equivoca, quizás en un intento de teñir de morado las paredes de su Ministerio usted ha volcado estiércol sobre todo el medio rural y sobre muy buena parte del urbano que, por afición o por simple respeto a actividades tradicionales como el toro de lidia o la caza, deleznan de sus palabras.
Quizás usted debería haber manifestado que le gustaría que no se cazara “aunque es necesario”; entonces sería una ignorante, pero nunca una irresponsable como ha demostrado.
Ahora sólo queda ver si en el Congreso, a través de la PNL presentada por el Partido Popular, su partido comparte esas opiniones o si, por el contrario, como no dudo, muestran un firme apoyo a la caza y al toro de lidia. En tal caso, debería dejar esa cartera ministerial y, así, ahora sí, poder opinar libremente como una ciudadana más».
Por Luis Fernando Villanueva. Director de la Fundación Artemisan