Aires montaraces Opiniones

Estetas del bosque, por Bart Olin

Bart Olin
Bart Olin estrena sus ‘Aires montaraces’ con el magnífico ‘Estetas del bosque’.

Bart Olin comienza su andadura por la senda de Caza y Safaris – Caza Wonke con este espléndido ‘Estetas del bosque’. Pero no se lleven a equívocos, sus ‘Aires montaraces’ serán un cajón de sastre que muestre distintas facetas de la caza.

Estetas del bosque

El fin de la temporada adquiere matices poéticos. O así lo vemos muchos de los que cazamos en el bosque, en la frondosidad, en busca de la becada. La belleza que nos envuelve se mezcla, en enero, con vaticinios de nostalgia por el recuerdo anticipado de aquellos lances que pronto serán historia; tanto de los que fueron exitosos como de aquellos otros que, tiñendo el subconsciente con las mismas descargas adrenérgicas, fueron fallidos, aunque no vanos, ni anónimos, ni olvidados.

Bart Olin

La belleza del bosque es de naturaleza perecedera, y sus claroscuros, mutables. Al cambiar la luz de la mañana a la tarde se nos aparecen diferentes aquellas sendas, aquellos recodos, aquellas claros y aquellas asomadas que tantas veces hemos transitado pero que jamás llegamos a conocer del todo; jamás los percibimos en su totalidad ni podremos reducirlos a la ortofoto de Google Maps. El juego de luces en el bosque invierte colores y formas, sombras y reflejos, como el negativo fotográfico que de una misma realidad atesora su sombra y esconde su luz.

Esa belleza, esa poesía cinegética que se presenta ante los ojos de rudos y no por ello insensibles cazadores, se vuelve aterradora al tomar consciencia de que puede perderse como tantas otras cosas preciosas se han perdido: el África de los primeros safaristas, los budas de Bamiyán destruidos por los talibanes, la libertad antigua del boc y de aquellos quienes en sus ojos se reconocen [1], los libros en la hoguera del Quijote o las lágrimas bajo la lluvia del androide ante el Blade Runner [2].

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Duele aquellos que no perciben la belleza cinegética

De entre las amenazas contra la belleza cinegética, la que más duele, y pesa, y nos conduce a esa melancolía ya familiar, es la de aquellos que no la perciben como bella. Ante sus ojos, el humo del cañón en su danza ascendente con esas plumas que nos traen los vientos que bebió nuestro perro, el vaho de su aliento disolviéndose en la atmósfera de gélidas umbrías, los pardos y grises de la hojarasca que se confunden con el manto de la dama del bosque…  y tantas otras paradojas que se desdibujan en el claroscuro de la fronda, se les muestran como ese negativo nunca positivado.

Creo que muchos cazadores y tantas otras gentes de campo viven en la nostalgia anticipada de saber que los bosques, y los campos, y los prados y las cumbres… son en cierto modo el hogar de nuestras almas y estirpes; son más que ese pan del que no sólo vive el hombre, y una onírica revelación del paraíso bíblico del que no queremos ser expulsados. Tal vez haya llegado el momento de dejar de hacer autocrítica ante la crítica y empezar a valorarnos a nosotros mismos antes de exigir a los otros que nos valoren.

Texto y fotografías: Bart Olin

[1]   T. Colom. ‘Boc balear: 4.000 años de historia, 10 años de homologación
[2]  P. K. Dick. ‘¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.