Panorama montero

‘Montera Baja’, un cochino descomunal en abierto

CRÓNICA

El camino de Retuerta del Bullaque a la casa de Las Erillas es navegar por un océano de monte, con un oleaje a veces fuerte, no se crean, formado por esas viejas, complejas y preciosas sierras de Montes de Toledo, Sierra Morena y el revuelto de ambas en la zona de transición. Maravilloso camino, en todo caso, aunque no pocas veces virado.

Iba contento a la par que algo apesadumbrado. Contento porque los hermanos Menguiano, Antonio y Luis Miguel, esto es, Hunters Hispania, y Jesús Riquelme, Monterías Riquelme, tenían mucha fe en esta mancha –más bien finca– de Montera Baja, dentro de la macro finca abierta de prácticamente 10.000 hectáreas de Las Monteras gestionada por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación de Territorio de la Junta de Andalucía.

El sorteo de ‘Montera Baja’ va a comenzar, Luis Miguel Menguiano ya está preparado bolígrafo en mano.

Hay que recordar que dos manchas de Las Monteras, Jabardillo y Montera Alta, fueron respectivamente Caracola de oro y de plata en abierto la pasada temporada.

Apesadumbrado porque por un compromiso ineludible no había podido compartir el día con los Menguiano y con Riquelme, como era mi intención, llegaría previsiblemente a la casa de Las Erillas sobre las 18:00 horas, sin luz, pero con el tiempo más que suficiente para hacer fotografías y ver el plantel de reses cobradas.

Montera baja es una finca muy querenciosa tanto para el cervuno, como para los cochinos y los muflones. Dehesa de encinas combinada con monte bajo apretado de jaras y pinar, “todo con encanto”, como bien dice la página web de Hunters Hispania.

He sintonizado muy bien con Luis Miguel, con Antonio y con Jesús, no lo voy a negar, porque son muy trabajadores, honrados y ¡saben mucho de campo, de caza y de montería! Por lo que, dando por hecho el magnífico resultado, a medida que me acercaba subía la euforia y se calmaba el desánimo, por mucho que un fallo de cálculo y el no acordarme nunca de lo mala que es la carretera de Villanueva del Rey a Las Erillas, hicieran que llegara a la junta con media hora de retraso sobre el horario previsto.

El caso es que iba un poco ‘mosca’, porque salían muchos vehículos, y normalmente este es un plantel de los que gusta ver, independientemente de la suerte que haya tenido cada montero. Más mosqueo pillé al llegar a la casa de Las Erillas, de tal manera que me pregunté si no era allí la junta de carnes, pero no tardé en localizarla: ¡ya estaban aviadas muchas de las reses cobradas! Los carniceros, veterinarios y taxidermistas haciendo su trabajo, el personal de la Universidad de Córdoba tomando muestras de la caza cobrada para luego realizar el correspondiente –y magnífico– estudio de los ungulados cinegéticos…

Lo que me encontré nada más llegar.

Noche cerrada. Hacia frío. Los ojos, irremediablemente, se me fueron a un cochino tremendo, terrible, con unas navajas largas y gruesas y con unas amoladeras también de categoría, ¡qué defensas para un guarro de apenas 70 kilos! Un arocho tan típico de estas sierras. Además tuve la suerte de que aún estaba ‘entero’, sin tocar. ¡Madre mía, qué cochino, y de abierto!

No pude por menos que recordar aquella montería, hace muchos años ya –aún había pesetas–, también en Montera Baja, en la que quejé muy mal herido un marrano formidable, aunque no le llegaba a éste (le vi perfectamente los colmillos), y que no pude cobrar por la desafortunada inacción del ‘señor montero’ que ocupaba el puesto de al lado. Historietas del abuelo Cebolleta aparte, aún ‘pillé’ con la cámara algún muflón de buen porte, pero…

Antonio Menguiano echando cuentas para cerrar la montería.

Cuando localicé a Antonio y a Luis, estaban echando cuentas y acabando de pagar a todo el personal que había trabajado en la montería: postores, guías, cargueros, rehaleros… Para hacernos una idea de lo que mueve una montería de este tipo: ¡más de 80 jornales! Todo, por supuesto, con los pertinentes permisos de trabajo, como no puede ser de otra manera.

A Luis y Antonio no se les caía la sonrisa de la boca, porque son así, ‘pero volvamos al pero’, la mancha no había cumplido respecto a los venados, muy por debajo de las previsiones más pesimistas, no sé sabía muy bien la razón pero no cumplió, había los venados que había y ya está, 24 en el plantel, cuando perfectamente podían haber sido 60 o 70 y nada raro que se hubiera llegado a 85 o 90.

Algo que no ocurrió con los cochinos y muflones, de los que se cobraron 28 y 22 respectivamente, y con calidad. En los guarros, además del súper oro reseñado, otro llegó a bronce, mientras que en los muflones hubo dos oros, un plata y dos bronces. Unos resultados para cochinos y muflones que se pueden calificar como más que aceptables, es posible que se hubieran podido cazar más, pero entra dentro de un rango de normalidad de una montería en abierto y de tanta extensión. Lo raro, rarísimo, fue lo de los venados.

Pero en Hunters Hispania y Monterías Riquelme no se esconden. Desde que acabó la jornada los monteros con peor suerte ya estaban compensados con otra montería, aparte de la garantía ofrecida por la Consejería de 55 venados.

Jesús Riquelme (a la izquierda) con uno de los monteros que tuvo suerte.

Antonio me comentaba que «ha sido un ‘producto’ distinto al que se ofertó». Si algo distingue a las distintas fincas de Las Monteras es que son monterías con mucha dicha, un no parar de ladras, carreras y tiros, algo típico del cervuno, sin embargo, Antonio añadía «había momentos en que la montería ‘se paraba’, con varios minutos sin que se escucharan tiros», y eso es algo inusual no ya en Montera Baja, que también, sino en toda Las Monteras.

Jesús, por su parte, además de proporcionarme los datos de los monteros con suerte y las fotografías de campo y con luz del plantel, literalmente escribió «Montera Baja sólo fue una sombra de lo que podía haber sido y de lo que pensábamos tanto organizadores como guardería y Agencia que iba a ser, y no hay que ocultar la realidad», añadiendo «si algún día nos caemos nos levantaremos con más fuerza, pero siempre, siempre con la verdad por delante, con trabajo y más trabajo».

Luis Miguel, que da las consignas, hace el sorteo y da salida a las armadas y traviesas con mucha destreza, ¡algo dificilísimo y que luego marca el buen desarrollo de la montería! Sólo podía corroborar las palabras de su hermano y de su socio en no pocas monterías esta temporada.

A lo positivo, que 74 piezas cobradas en abierto con siete trofeos medalla no es algo baladí, y sí que hubo monteros que se divirtieron, como Miguel Ruiz Martín con un muflón impresionante; Antonio López, con dos venados, un muflón bonito y un jabalí; y, ¡cómo no!, Fernando Mancha, con dos venados y el cochino tremendo.

De verdad que las fotos no hacen justicia al marrano, se lo aseguro, que estuve cinco minutos largos admirándolo, porque un animal así sólo merece admiración, pero, fíjense lo que les digo, un buen resultado en Montera Baja hubiera relegado al macareno a un segundo plano en vez de ser el protagonista.

Antes de acabar de escribir estas líneas, ocurrió un hecho muy desagradable en una montería de Hunters Hispania – Riquelme, totalmente ajeno a ellos, pero que ha demostrado que además de todo lo dicho anteriormente, Luis Miguel, Antonio y Jesús son unos auténticos señores.

Crónica: Adolfo Sanz

Fotografías: Jesús Riquelme y Adolfo Sanz

DATOS DE LA MONTERÍA

Organización: Hunters Hispania y Monterías Riquelme

Fecha: 24 de noviembre de 2018

Finca: Las MonterasMancha: Montera Baja / Finca abierta

Hectáreas monteadas: 1.600

Término: Villanueva del Rey, Córdoba

Puestos: 55 / Cupo: 5 venados y 1 muflón. Jabalíes sin cupo / Rehalas: 31

Venados: 24

Jabalíes: 28 (1 oro, 1 bronce y 3 navajeros más)

Muflones: 22 (2 oros, 1 plata y 2 bronces)

GALERÍA FOTOGRÁFICA Y VÍDEO

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