Al viso

Ya estamos de recogida…

fran carabel

Un año más nos toca despedirnos de la temporada montera, siempre repleta de lances, de imborrables escenas de nuestras posturas, de recuerdos que nos harán sonreír. Pero no voy a hablar de eso, quiero hablar de los que no recogen nunca, de aquellos que no aparecen en las fotos, de los que no se habla en la junta, de los que durante los 365 días del año están al pie del cañón, de aquellos que, aun siendo el motor principal de nuestra montería, son injustamente los más olvidados: los podenqueros y sus perros.

Si bien es cierto que en una montería todos los personajes juegan un papel fundamental, el de la rehala destaca por encima de todos por su sacrificio y dedicación. La rehala no son cuatro horas de montería, como lo es el ocupar una postura, la rehala es un año de tiempo, de cariño, de gasto y de ocupación, porque los perros necesitan atención diaria, aunque solamente cacen cinco meses.

Y ya no digo que tengan que ser los protagonistas de cada montería, cada uno lo apreciará y valorará a su manera, pero sí creo que se les debería tratar con mucho más respeto, tanto a podenqueros como a perros, por parte de algunos monteros. Porque en el monte, desde que se vacían los camiones, las rehalas están cazando para los monteros, para meterles al puesto ese gran venado o ese navajero del que luego se sentirán orgullosos, contarán mil historias y colgarán para siempre en su pared. Aun con eso hay gente, que después de matarles la caza a los perros que se la trajeron, cuando estos tienen su recompensa mordiendo el animal, se lían sin pensarlo a tirar piedras o a dar patadas a esos canes que, repito, están cazando para él y fueron los que llevaron a su postura el animal que acaba de abatir. Yo si fuese perro dejaría de cazar sin ninguna duda.

A los perros hay que dejarlos que muerdan un poco, que se piquen, y después, sin piedras ni patadas, se los va echando con un simple “muerto” y una ramita para que vuelvan al monte a cazar. ¿Cómo van a querer cazar los perros si cuando llegan a un animal muerto, que es su trabajo, se lía uno a tirarles piedras? Por otra parte, cuando uno entra a rematarles a cuchillo un cochino o res a los perros, se agradece que estos no se suelten al recordar la vez aquella en la que mordieron un animal y se los echo a patadas. Así no alargamos la agonía del animal y ganamos en seguridad.

En una montería este año pude ver otro feo detalle por parte de algunos monteros. Llevábamos la mano más larga, una solana que cazábamos de ida y de vuelta. Antes de llegar al tope empezó a diluviar. Cuando volvíamos de vuelta, aun quedándonos media solana por cazar, pude contemplar cómo se quitaban cuatro de los puestos del sopié, se suben a un coche y cogen sopié adelante pasando por la línea de puestos de vuelta para la casa. Puedo asegurar que no se aburrieron, ya que tiraron en varias ocasiones, tanto reses como guarros, y todo lo que allí tiraron fue gracias al trabajo de las recovas de cazaban en esa mano. ¿Cómo les explico yo a los podenqueros, con el día como estaba, que tenemos que llevar la mano hasta el final, cuando los cuatro señoritos nos han dejado en pelotas, sin cubrir ese buen escape, con el consiguiente riesgo que supone el que se nos vayan los perros con una carrera al fin del mundo? Pues no hizo falta explicar nada, porque allí había cojones, igual que los hubo en todos los puestos que se quedaron hasta el final, aguantando al saber que todavía hay gente cazando y dejándose la piel. Y vuelvo a lo mismo, las rehalas están cazando para ti, por lo que aguanta y cubre tu postura hasta que acabe la montería, pues abandonarla es una falta de respeto hacia los podenqueros, la organización y todos los puestos a los que molestas al quitarte.

Collera - podencos

No puedo dejar de recordar también el poco apoyo que hubo por parte del panorama montero a las manifestaciones convocadas en defensa de la rehala y de la MONTERÍA ESPAÑOLA tanto en Toledo como en Madrid, que son a las que pude acudir para ver cómo, una vez más, la rehala contó con el apoyo de sólo unos pocos, cuando allí deberían de estar todos los que a lo largo del año disfrutan cazando en montería.

Hoy es el último día de montería, y recogida ya mi postura, oigo el inconfundible sonido de la caracola, ellos no han acabado, les faltan perros y volverán tarde a casa.

A partirde mañana empezarán a preparar la temporada que viene, sin descanso, para en octubre volver a llenar nuestras sierras de ladras, carreras y lances, para volver a regalarnos horas de emoción y hacernos temblar al borde de cualquier raya de monte con esa ladra que parece que nunca va a terminar…

No puedo sino admirar vuestra pasión por los perros y por la montería, desde aquí os doy las gracias en nombre de todos aquellos que, como yo, sienten la montería como una forma de vida.

Debemos sentirnos orgullosos de tener algo tan único y especial como es la rehala, y debemos protegerla y apoyarla, porque sin ella, desaparecería algo tan grande como es la montería española.

Por Fran Carabel

4 Comments

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.