Es mucho más que una de las representantes de una mítica saga, los Basarán.
Es mucho más que historia viva de nuestra caza, de nuestra montería.
Carmen Basarán Conde, si no hubiera pertenecido a esa saga, aunque no tuviera esos apellidos, por su descomunal calidad cinegética y, sobre todo, humana, por sí misma tendría por derecho propio un sillón reservado entre los más grandes de nuestra venatoria.
Qué decir de Carmen Basarán Conde (CB)… Una gran señora que atesora en su persona gran parte de los valores que queremos para nosotros mismos, alegría, vitalidad, amante de la familia, amiga de sus amigos y que vive por y para el campo y la caza. ¿Qué más se puede pedir? Sí, que además sea una gran presidente, insisto presidente, del Real Club de Monteros, y lo es.
Hoy vamos a «hablar de su libro», ‘Basaran en verso’, del que vamos a dar unos leves apuntes y cuya presentación quedara en nuestro recuerdo por la gran cantidad de amigos que reunió en torno a ella, buena muestra de lo que significa para todos nosotros.
I La estirpe Basarán
JIH: Carmen, ¿quiénes son estos Basarán de los que tanto nos hablas?
CB: Pues verás, nos vamos a los tiempos de Alfonso VIII, de Alfonso X, que es cuando los primeros Basarán vienen desde su casa solariega de Mundaca en Vizcaya a luchar contra los musulmanes a llamada del Señor de Vizcaya. A raíz de esto, una rama de la familia se queda en Toledo y de ahí es donde yo procedo.
Me remonto a la generación de mi bisabuelo, Manuel Basarán del Águila, padre de mi abuelo Paco del que recojo muchos de sus versos y al que, por haber muerto muy joven, mi padre no llegó a conocer al ser su hijo póstumo. Por esa razón, mi padre no pudo empezar a cazar con él y lo tuvo que hacer con mis tíos Manolo e Isidoro, muy presentes en el libro cuando hablo de la cuadrilla de Quintos de Mora, llena de anécdotas divertidas.
Después viene mi padre, del que también incorporo poesías y coplillas y luego mi generación, presente en el libro conmigo y mi hermana María Francisca hasta llegar a la última generación con mi hijo Pepe en el epílogo y que aporta una copla también.
En el libro presento a cuatro generaciones de Basarán haciendo con nuestra pluma una pequeña aportación, que va desde las poesías más estupendas de mi abuelo y mi padre hasta las más humildes de mi hijo o mías.
«Nos vamos a los tiempos de Alfonso VIII, de Alfonso X, que es cuando los primeros Basarán vienen desde su casa solariega de Mundaca en Vizcaya a luchar contra los musulmanes a llamada del Señor de Vizcaya. A raíz de esto, una rama de la familia se queda en Toledo y de ahí es donde yo procedo»
JIH: Por lo que se ve, decir Basarán y campo es prácticamente lo mismo, explícanos esa simbiosis Basarán – campo. Cuéntanos cómo nace, cómo desarrolla…
CB: La familia Basarán ha estado siempre ligada al campo y a la caza.
Yo digo que nosotros, mis hijos, mis hermanas… nos hemos incorporado a la caza desde que nacemos de forma que, por nuestras venas, corre esa sangre campera y cazadora.
Ambas cosas han sido consustanciales a nosotros porque, además, vivíamos prácticamente en Montalbanejos de forma que el campo lo conocíamos perfectamente y no nos asustábamos de cosas como la matanza –de la que disfrutábamos muchísimo–, cuando la Blasa mataba un pollo para comer o cuando íbamos a revisar cepos con los ceperos.
Además, al estar siempre con gente de campo, era natural que entenderíamos de ello de forma que con un vistazo sabíamos cómo venía el olivar, la almendra, los cereales, etc.
JIH: ¿Carmen, se puede decir que para vosotros el campo y la caza son una forma de vida?
CB: Mira, José Ignacio, a mí cuando me dicen que la caza es una afición, un deporte… yo digo que para mí la caza es una forma de vida porque me he incorporado a ella desde el momento en que abrí los ojos al mundo, por tanto, es algo natural para mí.
«Para mí la caza es una forma de vida porque me he incorporado a ella desde el momento en que abrí los ojos al mundo»
II La historia familiar a través de Montalbanejos
JIH: Al referirte a Montalbanejos, dices en verso
«Montalbanejos
amor de mis amores
cuna de mis sueños
Montalbanejos
yo no te poseo
ERES TÚ MI DUEÑO»
Y me pregunto, ¿qué sueños de Carmen Basarán atesora Montalbanejos?
CB: Pues mira, todos.
Desde que abrí los ojos todos, desde los infantiles hasta matar mi primer conejo y luego, los juveniles como el primer amor, mis estudios de derecho, las oposiciones… en general todo lo que cualquier persona sueña en su vida yo lo vivía allí.
Cualquier cosa que se me pasaba por la cabeza tenía detrás a Montalbanejos.
JIH: ¿Qué sueños de Carmen Basarán se ha quedado en Montalbanejos?
CB: Indudablemente se quedan muchos sueños. Haber visto a mi madre vivir mucho más, haber conocido a mi abuelo Paco, haber podido sacar esas perdices salvajes de mi padre que ya me doy cuenta de que es algo imposible, volver a la ganadería…
JIH: ¿Cómo ha evolucionado Montalbanejos?
CB: Te lo ilustro con una anécdota.
Hace unos días teníamos unos invitados allí y una de mis hermanas me decía «saca algún mantel bueno, de esos de la abuela», y yo le contesté: «No, que vean que somos una familia muy venida a menos» (ríe).
Y es que aquello es una casa de labor normal, no uno de esos casoplones que ahora ves en el campo, donde en su momento vivían de continuo cinco familias que eran como de la nuestra y nos ayudaban en todas las labores que ahora tenemos que hacer nosotras, y es que la vida evoluciona y tienes que adaptarte a esa evolución.
«Montalbanejos es una casa de labor normal, no uno de esos casoplones que ahora ves en el campo»
JIH: ¿Qué te daba y que te da ese campo?
CB: Para pensar, para meditar o cuando quieres un momento de calma, el campo te la da, y Montalbanejos siempre me ha dado ese momento de calma, de paz, de consuelo.
Cuando estoy triste hace que después de un paseo por allí vuelva henchida, pero eso creo que esto no solo me pasa a mí, nos pasa a cualquiera de nosotros que nos gusta el campo y la caza.
En el campo buscamos esos momentos de intimidad en contacto con la naturaleza.
JIH: ¿Piensas que Montalbanejos habría sido lo mismo sin caza?
CB: Esto va ligado a lo que te contaba de la evolución.
Allí había muchísima caza y ahora es más fácil ver un corzo que una perdiz, ¡imagínate! Hemos pasado de matar dos mil perdices a mil, luego a quinientas y al final a cien y a no cazarlas.
Con el conejo pasa lo mismo, y es que hay que irse acoplando a los nuevos tiempos, tenemos poca caza, no tenemos ganado, estamos colonizados por meloncillos, las zorras, los aéreos y todo eso ha hecho que no sea igual el Montalbanejos de antes al de ahora, pero nos adaptamos y hay que seguir adelante.
«Hemos pasado de matar dos mil perdices a mil, luego a quinientas y al final a cien y a no cazarlas»
III Basarán en verso… y en prosa
JIH: ¿Crees que tu concepto de caza como parte de la vida, como ‘algo cotidiano’ como lo defines tú, es el que impera en estos momentos en el mundo de la caza?
CB: Pues no. La caza evoluciona como el campo y la vida, y, por ejemplo, la caza que practicaban mis tíos los Basarán en Quintos de Mora –donde tenían poquísima caza y no tenían ningún medio transporte, teniendo que ir en tren y luego en una reata de burros– no se parece a la de ahora que en un pispás te coges el coche y te plantas en la Sierra de la Culebra o Andújar.
Por esto, el concepto de la caza ha evolucionado con lo que es la caza en sí, aunque en esencia el que cada uno tenga su conciencia de lo que es caza es muy importante.
A mí no me gusta poner adjetivos a la caza porque cada uno caza como puede, como quiere y como le gusta, y cada cual pone sus limitaciones, a mí, por ejemplo, me gusta que el animal tenga alguna ventaja, pero el cazar en una granja de venados también es caza porque la gente lo practica y es que para gustos colores… quiero decirte con esto que cada uno tiene su concepto y su sentimiento de la caza.
Lo que tengo claro es que cuando cazas te tienes que sentir lleno, que te satisfaga el lance, y a mí, por ejemplo, no me satisface cazar cuando hay sobreabundancia de reses, matar un venado dándose topetazos contra una valla, ni tirar a más de 150 metros en una montería, en fin, cada uno que sienta la caza como le parezca.
«A mí no me gusta poner adjetivos a la caza porque cada uno caza como puede, como quiere y como le gusta, y cada cual pone sus limitaciones»
JIH: Por ejemplo, ¿cómo entendéis ese concepto desde el Real Club de Monteros que tú presides?
CB: Nosotros cuando damos la montería tenemos una serie de requisitos, uno de ellos es que sea una finca abierta, no porque tenga nada contra las fincas cerradas en absoluto, pero entendemos que tenemos que mantener la esencia de la montería tradicional y por eso nos gusta cazar en abierto, aunque si es cierto que hay manchas cercadas con siete mil hectáreas, ¿esto abierto o cerrado? Como ves todo es relativo.
JIH: Cambiemos tercio usando el lenguaje taurino, que también sé que te gusta.
Háblanos de ‘tus’ guardas, de ‘tus’ queridos guardas, ¿qué papel han desempañado en la vida de los Basarán en general y en la tuya en particular?
CB: Para mí, un cazador se cuenta con el número de ayudantes que ha tenido y lo que le han aportado.
En el capítulo que dedico en el libro a los Quintos, aunque yo no los conocí, digo que he oído hablar de Pitarra, del tío Claudio, del tío Picoroto y, ¿por qué?, pues porque esos serreños eran uña y carne con la cuadrilla de los Quintos, igual que después han sido para nosotros el tío Calvín, el tío Cano, Mariano, los Canenes y muchos más que han formado parte de nuestra familia.
Y es que entre la gente que vive en el campo se crean unos lazos afectivos impresionantes, de tal manera que ellos te ayudan y tú les ayudas a ellos y su salud es tu salud y su bienestar es tu bienestar.
Se crea, en suma, una simbiosis entre los que viven en el campo y los que, sin vivir allí, lo vivimos como ellos.
Recuerdo el ‘caldo de gallina’ que fumaba el tío Calvín o el vinito que le daba mi madre cuando venía de dar la vuelta… (sonríe).
JIH: Mira por dónde tu libro nos descubre que resulta que don Paco Basarán fue antes reclamista o cuquillero que montero…
«Cualquier mañana de cualquier febrero
hacia el puesto dirijo mi andadura
portando un perdigón. Madre Natura
muestra ante mí su despertar primero…»
CB: ¡Sííí!, a mi padre el perdigón le encantaba.
En esta poesía se trasluce el amor impresionante que mi padre tenía por esta cacería, pero luego trasciende y tiene una idea de lo que es la naturaleza, la creación y Dios, porque él da gracias a Dios y se siente en el Paraíso en ese momento.
Aunque hay gente como Delibes que dicen que esta caza no tiene secretos, yo te digo que es muy dura, hay que aguantar mucho, sentir como se te duermen las piernas, el frío que pasas, los calambres, estar atento a oír al pájaro… en fin, solo te digo que en casa mi padre atendía más a los perdigones que a nosotras (ríe).
«Yo te digo que la cacería del perdigón es muy dura, hay que aguantar mucho, sentir como se te duermen las piernas, el frío que pasas, los calambres, estar atento a oír al pájaro…»
JIH: Carmen, a qué te suena esto:
«Andújar
mi virgencita de Andújar
Señora de los portillos
dame coraje montero
cuando entre con el cuchillo
a rematar un macareno»
CB: (Sonríe) Pues a una pandilla de jóvenes que teníamos en los ochenta, a los que los padres nos dejaban dar un gancho en cada finca e íbamos de una a otra.
Nos dejaban tirar ciervas y a veces ni a los cochinos ni a los venados, pero lo pasábamos fenomenal porque todo eso te llevaba a la amistad.
De esa pandilla seguimos conservando la amistad, pero es que eso no es lo mejor porque nuestros hijos se conocen y son amigos, haciendo bueno aquello que decía mi padre de que «el mejor trofeo que te da la caza es la amistad».
«Haciendo bueno aquello que decía mi padre de que «el mejor trofeo que te da la caza es la amistad»»
JIH: ¿Sigues entrando a rematar?
CB: ¡Sííí!, ahora menos porque cada vez me da más miedo porque mis facultades no son las mismas, pero sigo haciéndolo. Mira, rematar es de primero de montería, pero ahora hay muchísima gente que no entra a rematar.
«Rematar es de primero de montería, pero ahora hay muchísima gente que no entra a rematar»
JIH: Las féminas de vuestra familia también tienen su parte en esta historia.
Háblanos del papel de tu madre doña Esperanza Conde Peñalosa, porque además de don Paco, también había una SEÑORA madre de todas vosotras y de la que tu padre dice en unos de sus versos refiriéndose al día en que se hizo ‘novia’ en la Umbría de La Peralosa, allá por el año 1953.
«¡Vaya finura y gracia,
vaya montera!
¡En la cuerda se ha puesto
la Primavera!
Las campanitas
tocan a Gloria
¡Ha matado un venado!
¡¡Tenemos ‘novia’!!»
CB: Mi madre venía de una estirpe cazadora como eran los Conde y los Alonso y tenía la afición desde pequeña, pero creo que la perdió un poco al casarse con mi padre, por el exceso de afición de mi padre y porque date cuenta de que teniendo que criar seis hijas tenía que estar en casa, aunque nunca perdió la afición por el campo.
Además, al morir su padre fue gestora de la finca de su familia, La Teatina, en la que hizo una magnífica labor nada fácil porque tenían ganado, caza, olivares, cereal…
Mi madre además se sacrificó mucho por Montalbanejos porque era una enamorada del mar, pero desde que se casó con mi padre no lo volvió a pisar porque los veranos había que cosechar y demás, por eso te agradezco esta mención porque por desgracia las mujeres son las grandes olvidadas en el campo, como decía una amiga mía, «las mujeres en el campo no tenemos alma».
«Por desgracia las mujeres son las grandes olvidadas en el campo, como decía una amiga mía, «las mujeres en el campo no tenemos alma»»
JIH: Y es que según tus palabras: «La caza ha sido siempre una de las pasiones de los Basarán y quizá la montería lo que más haya llenado nuestro espíritu», cuéntanos por qué
CB: Muy fácil, la montería es un caza social y los Basarán hemos sido siempre muy abiertos y sociables.
Es una cacería en equipo a la que nos adaptamos perfectamente porque va mucho con nuestro carácter, en ella se une el viaje, la caza, la comida, la tertulia…
«La montería es una cacería en equipo a la que los Basarán nos adaptamos perfectamente porque va mucho con nuestro carácter, en ella se une el viaje, la caza, la comida, la tertulia…»
JIH: Hay un apartado de tu libro que me encanta y es el dedicado al noviazgo. Tú te hiciste montera el 12 de octubre de 1970 en el Collado de la Palomera de Candilejo y le dedicaste un fandanguillo:
«Paloma
en el collao la Paloma
maté mi primer venao
allí me hice la novia
más feliz que se ha encontrao
en muchos años de historia»
Recuérdanos ese día y dinos qué piensas de que se esté perdiendo esta costumbre por causa de esas monterías multitudinarias, de las gamberradas…
CB: Para mí fue un día importantísimo.
Nos acabábamos de poner, ni habían soltado los perros cuando oí ladrar al Hitler, un perro de mi tío Rafael Alonso, y noté que había dado con algo, así que cargué mi escopeta del 24 y le tiré a veinte metros en un lance precioso.
Opino que el noviazgo es una costumbre maravillosa, divertida e ingeniosa que se va perdiendo por las prisas –ya que esta es una ceremonia que requiere tiempo– y que quizá deberíamos recuperar, aunque al menos, hemos conservado el título de montero, algunos maravillosos.
«Opino que el noviazgo es una costumbre maravillosa, divertida e ingeniosa que se va perdiendo por las prisas y que quizá deberíamos recuperar»
JIH: Si Paco Basarán tuviese que reencarnarse en una de sus hijas, ¿en cuál lo haría?
CB: En ninguna (ríe), a mi padre no le gustaría estar en la piel de ninguna de nosotras y yo creo que ni en la de sus nietos.
Era un hombre muy especial, que vivió como quiso e incluso murió como y cuando quiso. La misma mañana del día que falleció me llamó y me dijo: «Bájate a casa que me voy a morir», y yo en broma le contesté: «Espérate un poquito», efectivamente, esa misma tarde falleció.
«Mi padre era un hombre muy especial, que vivió como quiso e incluso murió como y cuando quiso»
JIH: ¿Cómo crees que hubiera sido tu vida de no haber tenido el campo en ella?
CB: No me lo puedo ni imaginar.
Mira, cuando estaba preparando las oposiciones en Madrid, en mi jardín sabía dónde estaba el nido del mirlo, me daba paseos desde la Ciudad Universitaria hasta el Retiro, siempre sentía la llamada del campo.
Estoy segura de que si hubiera nacido en la ciudad el campo me habría llamado igual.
JIH: Carmen, en tu libro nos hablas del alma del hombre de campo, ¿en qué se diferencia el alma de una persona del campo de la un urbanita?
CB: El alma es como el sentimiento de la persona, es muy parecida al terreno donde nace y, en mi caso, al campo donde he nacido.
JIH: ¿Cuándo leamos tu libro con que quieres que nos quedemos de él?
CB: Pues simplemente que lleguéis a conocer un poco mejor a la saga a la que pertenezco, los Basarán. Una familia generosa y abierta a los demás.
«Al leer mi libro simplemente espero que lleguéis a conocer un poco mejor a la saga a la que pertenezco, los Basarán. Una familia generosa y abierta a los demás»
Para mí siempre es un inmenso placer charlar con Carmen y nos pasaríamos horas hablando de caza, de amigos, que casi es decir lo mismo.
Es muy difícil resumir una obra tan magnífica como la de Carmen porque rezuma amor por todo aquello que nos une y porque a través de sus páginas podemos vivir parte de su vida y de nuestras vidas también porque, en muchas ocasiones, estás se han cruzado gracias a la caza.
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