Armas y munición Coloquios con J. I. Herce Opiniones

Arturo Fernández, un emprendedor infatigable, le cuenta la historia de Cantoblanco a J.I. Herce, y muchísimas cosas más…

Arturo Fernández Álvarez, Arturo, está ligado a la historia del Club de Tiro Cantoblanco que fundó su abuelo hace 125 años (1898).

Pero Arturo es mucho más, empresario, emprendedor, cazador, cetrero, armero, tirador, restaurador… infatigable, luchador, muy afable… José Ignacio Herce nos descubre todas esas facetas.

Arturo Cantoblanco. José Ignacio Herce
José Ignacio Herce Álvarez es secretario de la Comisión de Homologación de Trofeos de Caza Mayor de la Comunidad de Madrid y director de la Reserva Nacional de Caza de Sonsaz en Madrid.
Arturo Cantoblanco
Arturo Fernández y José Ignacio Herce en Cantoblanco antes de comenzar el coloquio.

Hablar de Arturo Fernández Álvarez (AF) es hablar de empresa, armas, caza, tiro… De él se dice que es un seductor nato, con una labia irresistible, pero poco se comenta que comenzó a trabajar con 17 años con su abuelo….

Pero vamos a empezar por el principio, como debe de ser.

El nombre de Arturo está ligado, además del mundo empresarial, al tiro al plato y más concretamente a Cantoblanco (www.clubdetirocantoblanco.com), pero antes de él, hubo otro Arturo, su abuelo, Arturo Fernández Iglesias. Maestro armero desde 1880, lo fue de SM el Rey Alfonso XIII desde 1910, creó el primer campo de tiro al plato de España en 1915 y fundó la Federación Española de Tiro al Plato en 1920 y eso que solo «vino con tres pesetas a Madrid y, a base de tesón y sacrificio, abrió una pequeña tienda de armas».

Arturo Cantoblanco

JIH: Arturo, cuéntanos esos comienzos de Cantoblanco de los que seguro que algunos detalles serán desconocidos para muchos de nosotros.

Comencemos por la armería familiar Arturo, un mítico negocio que ha sido lugar de encuentro de reyes, nobles y empresarios en Madrid

AF: Como bien dices, mi abuelo vino a Madrid desde Cáceres sin una peseta en el bolsillo, pero, como era un gran armero que tenía una ‘lima’ magnífica, se arriesgó a montar una pequeña tienda en la calle León, que al año cambio a la calle de Hortaleza y se convirtió en la Armería Arturo que todos conocemos y donde yo he nacido, por cierto.

Gracias a su tesón y trabajo como reconocido armero, a la par que gran negociante (sonríe), consiguió tener clientela tanto entre miembros de la realeza y de la aristocracia como del resto de cazadores, lo que le llevo a alcanzar una gran prosperidad en el negocio.

JIH: ¿Cómo surge Cantoblanco?

AF: Como el negocio marchaba bien, en 1898, decidió buscar unos terrenos por el norte de Madrid, por la zona de Fuencarral y montar un campo de tiro donde probar las armas que el arreglaba.

Mi abuelo fue un adelantado a la época y por eso, viendo el auge que estaba tomando el tiro al plato en Europa, recorrió varios países como Bélgica o Inglaterra donde empezaba a sustituir a la caza y, en base a los conocimientos adquiridos y unas máquinas traídas de Bélgica, en 1915 montó el primer campo de tiro al plato de España.

«Como el negocio marchaba bien, mi abuelo, en 1898, decidió buscar unos terrenos por el norte de Madrid, por la zona de Fuencarral y montar un campo de tiro»

JIH: Por lo que podemos ver, tu abuelo fue un auténtico visionario, lo que unido a un carácter emprendedor le llevo a hacer que Cantoblanco sea lo que es hoy…

AF: Cierto, mi abuelo era un hombre muy polifacético, y eso unido a su capacidad de trabajo, hizo que fuera haciendo su pequeña fortuna.

Consiguió que Cantoblanco se constituyera como referente del tiro al plato nacional, haciendo campeonatos cada vez más importantes en esta modalidad y también de tiro de pichón, del que era muy aficionado el rey Alfonso XIII.

JIH: Además de esta actividad, él seguía con su trabajo de maestro armero, ¿no?

AF: Por supuesto, él se ocupaba de las armas de los grandes cazadores de la época y concretamente, de las de Alfonso XIII, el duque de Alburquerque o el duque del Infantado entre otros, pero, eso sí, siempre atendiendo a todos los cazadores que aparecieran por su tienda fuera cual fuera su condición.

«Mi abuelo se ocupaba de las armas de los grandes cazadores de la época y concretamente, de las de Alfonso XIII, pero, eso sí, siempre atendiendo a todos los cazadores que aparecieran por su tienda»

Arturo Cantoblanco
Don Arturo Fernández Iglesias escribiendo su autobiografía; en la última fotografía que le hicieron en 1941.

JIH: ¿Cómo va evolucionando Cantoblanco y cuando empiezas a formar parte de él?

AF: Durante la Guerra Civil, aunque era lo que ahora se llamaría un ‘progre monárquico’ (ríe), se llevaba bien con todo el mundo y poco a poco, a finales de los 30 y primeros 40, construye en Cantoblanco otro campo de tiro y el que hoy existe lo deja como casa de la familia.

Piensa que allí había unas doscientas hectáreas y se cultivaba a tierra, teníamos garbanzos, trigo… Entonces en la parte de arriba monta un chalet espléndido, diseñado por el famoso arquitecto Marques de Pidal, donde como curiosidad te diré que en el año 1940 se funda Somontes, que después se trasladaría a su ubicación actual pero el germen estuvo aquí.

A la vez mi abuelo sigue emprendiendo y crea una fábrica de armas donde hacer escopetas con punzones originales de marca Arturo Fernández, una fábrica de cartuchos, más armerías y tiendas de deportes hasta que en 1942 fallece y la saga familiar, sus hijos Arturo y Luis –que era mi padre–, deciden continuar con el negocio, llegando a organizar por primera vez en España un campeonato del mundo de tiro al plato en 1950, en el que además introduce una modalidad desconocida en España, el skeet, que, por cierto, gana nuestra común amiga Marichu Cabanyes con 16 añitos. Y la saga continúa…

JIH: Arturo, ¿cuándo te haces cargo del negocio familiar?

AF: En 1970 cuando yo tenía 17 años, mi padre decide vender parte de la finca y me ofrece continuar el negocio en el antiguo solar donde se inició mi abuelo y del que ya hemos hablado.

La verdad es que me lo dejan un poco ‘maltrecho’, pero yo con 300.000 pesetas que me prestó mi hermana empiezo a levantar el nuevo Cantoblanco, lo que voy consiguiendo mientras me dedico a mis estudios.

«Con 300.000 pesetas que me prestó mi hermana empiezo a levantar el nuevo Cantoblanco»

JIH: ¿Cuándo diversificas las actividades de Cantoblanco?

AF: Pues mira, yo empecé a ver que el pequeño restaurante que teníamos para atender a nuestros clientes tenía posibilidades y decidí potenciarlo hasta el punto de que en 1980 llegué a tener en Grupo Arturo Cantoblanco 25 locales y en 2010 cerca de 3.000 empleados.

Fíjate cómo funcionábamos que daba 50.000 comidas y 75.000 cafés diarios, entre restaurantes, hoteles, colegios… un imperio que nació precisamente de aquel sueño de mi abuelo.

«En 1980 llegué a tener en Grupo Arturo Cantoblanco 25 locales y en 2010 cerca de 3.000 empleados. Fíjate cómo funcionábamos que daba 50.000 comidas y 75.000 cafés diarios»

JIH: Pero llegaron los momentos duros, ¿no es así?

AF: Pues sí, en 2014, cuando yo ya había sido presidente de los Empresarios de Madrid, de la Cámara de Comercio, de los empresarios de Europa, de IFEMA, de EuroDefense… así hasta siete presidencias, resulta que me hacen consejero de Caja Madrid y Bankia y, como todo el mundo sabe, me imputan por ello y me veo obligado a hacer un paréntesis en mi actividad, dimitiendo de todos mis cargos.

Ocho años después gano el juicio, pero hasta entonces me supuso realizar una reestructuración muy importante de ese ‘imperio’ y también me impidió fusionarme con la mayor empresa de catering del mundo, con lo que eso habría supuesto.

Pese a todo, ahora el grupo sigue adelante bajo el nombre de Arturo-San Telmo y tenemos gasolineras, restaurantes… con cerca de 400 empleados, es, digámoslo así, un relanzamiento a mis 70 años.

«En 2014 me hacen consejero de Caja Madrid y Bankia y, como todo el mundo sabe, me imputan por ello y me veo obligado a hacer un paréntesis en mi actividad. Ocho años después gano el juicio»

JIH: Entiendo que es un tema desagradable del que quizás no quieras hablar, pero ¿a qué se debió aquello de las ‘tarjetas black’? –caso del que fuiste totalmente exculpado como acabas de aclarar–, ¿fue una cacería de brujas?

AF: A mí no me parece un tema desagradable porque soy muy transparente y, por supuesto, eso fue una cacería de brujas política para tapar otros temas de Europa.

Estábamos al borde de que nos intervinieran y Europa nos impuso salir a Bolsa rápidamente y lo del uso de la tarjeta era algo mucho anterior, pero bueno todos la usamos legalmente y yo incluso devolví los 35.000 euros que gasté… pero el Gobierno no estuvo a la altura de las circunstancias y hundió a mucha gente que incluso mandó gente a la cárcel. Allí había ministros, miembros de la Casa Real, sindicalistas…

JIH: ¿Perdiste muchos amigos?

AF: No te creas, los amigos de verdad siguieron siéndolo y los pelotas desaparecieron, con lo cual me deshice de ellos (ríe).

Una pequeña muestra de la importantísima colección de armas de Arturo.

JIH: Ya hemos dado un repaso a la historia de Cantoblanco y lo que le rodea, así que vamos a cambiar el tercio, utilizando el símil taurino, porque no sé si como consecuencia de esa tradición eres maestro armero y me consta que tienes una buena colección de casi 1.000 armas, cuéntanos algo mas sobre ello

AF: Pues sí, tengo el título de maestro armero, pero reconozco que no he cogido una lima en mi vida, pero con toda la familia armera tenía que serlo (sonríe).

En cuanto a las armas, mi abuelo hizo una colección de armas de 550 piezas que pasó a ser de Alfonso Fierro por un famoso pleito, quien poco antes de morir la saco a subasta y yo compré parte de ella.

Entre ellas estaban unas pistolas de Napoleón Bonaparte.

A esa colección le he ido sumando armas antiguas y modernas hasta llegar hasta las cerca de 1.000 que has comentado.

Arturo Cantoblanco
El Museo de Arcabuces Arturo Fernández Iglesias constaba de 550 piezas, y en su época era la mejor colección particular del mundo.

JIH: ¿Cuál es la joya de la corona?

AF: Pues quizá una escopeta del Cardenal Richelieu, pero tengo muchas desde inglesas de avancarga hasta llegar hasta las de titanio que fabricamos con Kemen.

«Quizá la joya de la corona de mi colección de armas sea una escopeta del Cardenal Richelieu»

JIH: ¿Cómo ves el panorama armero en la sociedad actual?

AF: Pues mira, yo que he sido armero de toda la vida lo veo complicado.

Todo son complicaciones, mucho papeleo, mucha gente en contra de las armas… el hecho es que aunque en Madrid queden sobre 40 armerías, la verdad es que son pequeñas y en Eibar quedan tres o cuatro de las 80 o 100 que llego a haber.

Ahora mismo para montar una armería te digo que no están las cosas como en la época de mi abuelo.

JIH: Si hablamos de Arturo lo identificamos con todo lo dicho anteriormente pero también hay un Arturo cazador como lo demuestra que incluye la figura de un cazador en el logo de sus empresas, ¿cuéntanos esa faceta tuya?

AF: Yo desde que he nacido he vivido en un campo de tiro, rodeado de cazadores y tiradores y para mi el sonido de los tiros me parece súper agradable.

Amo la caza primero porque es de lo que hemos vivido y segundo porque entiendo que la caza es sana y una magnífica actividad para los jóvenes.

Por otra parte, los cazadores somos los primeros conservadores de las especies de naturaleza y si no fuera por nosotros no habría conejos, perdices, etc.

JIH: Has vivido rodeado de cazadores, pero ¿has sido cazador un de verdad?

AF: Hombre, yo desde pequeñito tenía mi escopeta del 12, que ahora no esta de moda porque hay que cazar con el 20 ya sabes (sonríe), y he cazado en toda España, algo en África y en varios países del mundo pero, sobre todo, he tenido la oportunidad de cazar con grandes cazadores y amigos como el Rey Juan Carlos.

«Pero, sobre todo, he tenido la oportunidad de cazar con grandes cazadores y amigos como el Rey Juan Carlos»

JIH: ¿Mayor o menor?

AF: Mas menor que mayor.

Me encanta la perdiz roja, la reina de nuestra caza menor, la he cazado en sitios maravillosos como Mudela, La Nava, La Flamenca…

La gente no sabe la riqueza que es la caza para España, los puestos de trabajo que crea y los ingresos que genera para el país.

«Me encanta la perdiz roja, la reina de nuestra caza menor, la he cazado en sitios maravillosos»

JIH: ¿Más cazador o tirador?

AF: Mira, soy cazador por tradición, pero sobre todo porque soy muy amigo de mis amigos y la caza es un deporte donde se cultiva la amistad, y en cuanto al tiro, pues qué te voy a decir, yo vivo de él, pero pienso que un tirador primero se hace tirador y luego cazador y viceversa.

Tener un arma en la mano te hace querer pasar una jornadita de tiro y otras de caza, aunque si te digo la verdad prefiero una cacería en La Nava que una tirada de plato, quizá porque el tiro lo tengo mas a mano (ríe).

JIH : Vamos con el tiro. El tiro de pichón fue uno de los referentes de Cantoblanco, ¿qué está pasando ahora?, por qué ya  no se tira allí, ¿no?

AF: El tiro de pichón ya se practicaba en la Casa de Campo de Madrid con el rey Alfonso XIII y luego en Cantoblanco, llegándose a convertir en el centro de reunión de la sociedad adinerada, porque era un deporte caro hay que reconocerlo.

Aquí organizamos ocho copas de España, con premios de un millón de pesetas de entonces y un Mercedes.

Ahora las cosas van cambiando, a los jóvenes ya no les gusta, hay una sociedad en contra y por eso hace como cerca de veinte años que en Cantoblanco no se tira al pichón.

«Ahora las cosas van cambiando, a los jóvenes ya no les gusta, hay una sociedad en contra y por eso hace como cerca de veinte años que en Cantoblanco no se tira al pichón»

JIH: ¿El pichón esta condenado a muerte?

AF: Yo creo que sí, ahora lo que gusta son las hélices que son muy divertidas y sé que a ti te gustan (ríe).

JIH: ¿Los animalistas van ganando terreno, no te parece?

AF: Totalmente, la nueva ley de bienestar animal es un ‘espectáculo’.

Todos estamos de acuerdo en que hay que proteger a los animales, pero, como te he dicho antes, el mayor conservacionista y defensor de los animales somos precisamente los cazadores, creo que se han pasado seis pueblos, no ven que si se acaba con la caza se acaba con una gran riqueza para el país y para la propia naturaleza.

La caza hay que defenderla con uñas y dientes, pero nos hemos instalado en la comodidad.

«Todos estamos de acuerdo en que hay que proteger a los animales, pero, como te he dicho antes, el mayor conservacionista y defensor de los animales somos precisamente los cazadores, creo que se han pasado seis pueblos»

JIH: Vamos a hablar de una modalidad de caza que se que te apasiona y por la que poca gente te conoce, la cetrería

AF: Claro, hablamos de una práctica ancestral en nuestro país y, por ejemplo, en la época de Fernando VI había cetreros que se ubicaban en los Carabancheles de Madrid protegidos por el propio rey.

Yo lo soy y tengo un halcón gerifalte por eso hace unos veinte años junto a mi amigo Antonio de Castro, Halconero Mayor del Reino, y varios amigos creamos el Real Gremio de Halconeros de España que tiene unos quinientos miembros y que recientemente ha pedido la declaración de BIC para esta práctica.

Ahora en junio haremos una ceremonia de nombramiento de nuevos miembros, entre ellos el alcalde de Madrid.

«La cetrería es una práctica ancestral en nuestro país y, por ejemplo, en la época de Fernando VI había cetreros que se ubicaban en los Carabancheles de Madrid»

JIH: La restauración es uno de los referentes del Grupo Arturo, ¿qué lugar ocupa en ellos la carne de caza?

AF: La carne de caza es una magnífica, pero en nuestro país se consume poco, quizá porque no se conoce mucho, no se cocina bien.

En mi Grupo, por ejemplo, es difícil encontrar platos de caza como corzo o venado, solo la perdiz.

JIH: ¿Qué plato nos recomendarías?

AF: Por supuesto la perdiz, estofada y con chocolate.

JIH: Y vamos acabando, ¿qué hace ahora Arturo Fernández?

AF: Pues trabajar catorce horas diarias, crear empleo –que es lo que me gusta–, abrir casi un establecimiento cada mes y ser un empresario con mis altas y mis bajas como cualquier otro empresario.

Tengo una Fundación, estoy maravillosamente casado y, en general, soy un hombre feliz.

«Ahora trabajo catorce horas diarias, creo empleo –que es lo que me gusta–, abro casi un establecimiento cada mes… estoy maravillosamente casado y, en general, soy un hombre feliz»

Arturo Fernández Álvarez, un hombre feliz, en la puerta del Museo Internacional de Bebidas Chicote que también se encuentra en Cantoblanco.

JIH: Yo sé que, además de empresario, emprendedor, cazador o armero, ¿qué otras aficiones tienes, Arturo? (Algunas de ellas las comparto, aunque a otro nivel)

AF: Los coches, mi Museo del Vino, el de las Armas y oír los tiros, porque cada tiro es un euro (ríe).

«Mis otras aficiones son los coches, mi Museo del Vino, el de las Armas y oír los tiros, porque cada tiro es un euro»

Muchas joyas que ver en el Museo del Vino, como esa botella de coñac Napoleón.

Qué os voy a decir de Arturo… es un hombre afable, abierto, luchador, amigo de sus amigos, pero, sobre todo, es un hombre feliz. 

Es un hombre lleno de ilusiones como si fuera un joven empresario y la verdad es que lo es.

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