José Ignacio Herce Álvarez es secretario de la Comisión de Homologación de Trofeos de Caza Mayor de la Comunidad de Madrid y director de la Reserva de Caza Sonsaz-Madrid
Lolo De Juan, ‘Polvorilla’, auténtico y arrollador, una gran persona amigo de sus amigos
No sé si ustedes conocerán a D. Manuel De Juan López-Lago (MDJ), pero quién no conoce a Lolo De Juan, ‘Polvorilla’, un apasionado de campo y la caza, de los caballos, escritor, poeta… una personalidad arrolladora y, sobre todo, querida.
JIH: Pase lo de Lolo, pero lo de ‘Polvorilla’… cuéntanos el porqué de ese apodo.
MDJ: (Ríe) A mí siempre me ha gustado entrar con los perros, cuando tendría unos diecinueve años en una montería en Cuenca iba con mis perreros y tuvimos un montón de agarres y, claro, yo iba de un lado a otro corriendo y sacándolos a cargadero y decían «este tío es un polvorilla…», de ahí el apodo (ríe).
JIH: Qué hace diferente a Lolo De Juan del resto de los mortales del mundo de la caza…
MDJ: Tanto como diferente no sé, pero lo que si me considero es una persona auténtica.
Fíjate una cosa, yo no soy cazador, soy una persona de campo y la caza es una parte del campo, ni más ni menos.
Soy cero ambicioso para cazar un bicho, si estás conmigo en el puesto te garantizo al cien por cien que tirarás tú, yo nunca, porque lo que más me divierte es que cace la persona que está conmigo.
A mí me gusta cazar no matar y, sobre todo, lo que me hace diferente es que monteo a caballo y que me encantan las tradiciones y todo lo que suene a tradición.
«Yo no soy cazador, soy una persona de campo y la caza es una parte del campo, ni más ni menos»
JIH: O se te quiere o se te odia, ¿por qué una cosa u otra?
MDJ: Creo que me quieren porque soy amigo de mis amigos. Yo a mis amigos los defiendo siempre, con razón o sin razón.
Por otro lado, entiendo que debido a mi carácter mucha gente se ponga nerviosa cuando me conocen… mi primera impresión puede ser un poco arrolladora (ríe).
También entiendo que se me envidie porque tengo unos amigos cojonudos.
«Creo que me quieren porque soy amigo de mis amigos. Yo a mis amigos los defiendo siempre, con razón o sin razón»
JIH: Siempre hemos comentado lo importante que es cuándo y con quién se inicie uno en el mundo de la caza, ¿cómo fueron tus comienzos?
MDJ: Pues mira, mi padre no es cazador y lo que le gustaba era que la gente disfrutase en el campo y no la gente que iba solo a disparar. Él monteaba a caballo y de hecho nunca le he visto disparar, es por eso que no he tenido un padrino directo, quizá alguna vez iba con mi madre de morralero, pero los que realmente me han enseñado han sido los guardas, ellos han sido mis verdaderos maestros.
Piensa que yo apenas iba de montería hasta los veintitantos años, yo siempre de iba de morralero (ríe)… Aún me acuerdo de una cierva que me dejo matar Ricardo Ayala con mi escopetilla del 20 cuando yo tenía unos catorce años, no se me olvidará en la vida.
«Los que realmente me han enseñado han sido los guardas, ellos han sido mis verdaderos maestros»
JIH: ¿Cómo entiendes tú la caza?
MDJ: Como una parte del campo. Luego hay dos variantes, está la parte comercial y la otra la ‘espiritual’, como es dar una morra con cuatro amigos –que es lo más divertido del mundo– y matar un cochino o lo que sea, eso es «hablar con Dios y que te conteste».
Mira, la caza es bonita cuando se le tiene respeto, en el momento en que se le pierde para mí no tiene sentido ninguno.
«La caza es bonita cuando se le tiene respeto, en el momento en que se le pierde para mí no tiene sentido ninguno»
JIH: ¿Cómo ha ido cambiando o evolucionando la manera de entender la caza?
MDJ: Yo, como te he dicho, me he criado en la vieja escuela, con los guardas y sentado a la lumbre, con ellos he vivió auténticas historias que podían estar escritas por Delibes, pero evidentemente ha habido una evolución y fundamentalmente se cambia el concepto en los sesenta, cuando la economía permite la compra de fincas y demás por mucha gente que se acerca a la caza por ‘figurar’.
Al día de hoy veo una juventud que empuja y que conseguirá que, como vaticinaba mi padre, «la caza volverá a ser lo que era».
JIH: ¿Evolución, cambio o adaptación?
MDJ: Sin dudarlo es una adaptación a los tiempos.
JIH: ¿Qué papel otorgas a la ética y a la estética en la caza?
MDJ: La estética la considero fundamental, mantener los cueros, los delantales o zahones, hay que llevarlos siempre, vamos, yo no me los quito para nada (ríe picarón).
Llevar todo lo que sea antiguo me emociona, hay que mantener la estética por encima de todo, pero también hay que llevarla hasta el punto de la forma de colocar los trofeos porque, como dice mi tío Tomás, «al animal hay que tenerle respeto tanto vivo como muerto».
Esto es un aspecto básico en la ética de la caza, el respeto al animal como tienen en otros países como Alemania por ejemplo y que aquí, aunque hemos evolucionado mucho, aún nos queda por aprender.
Otra cosa que no me parece ético es matar treinta cochinos en un puesto, eso no es ético, eso es más negocio que otra cosa.
«No me parece ético matar treinta cochinos en un puesto, eso no es ético, eso es más negocio que otra cosa»
JIH: A tu juicio, ¿qué criterios ético-estéticos priman en este momento en nuestro país?
MDJ: Verás, cuando nosotros organizamos cacerías siempre decimos lo mismo, que no garantizamos nada, solo aseguramos que vamos a poner toda la ilusión, cariño y respeto.
En abierto tenemos que tener claro que para que unos tiren otros tienen que airear.
La finca abierta implica que unos cazan gracias a la acción de otros y por el contrario el cercón permite que todo el mundo, al margen de las circunstancias medioambientales, disparen lo mismo.
En cuanto a la montería yo creo que lo que prima en la gente es el ambiente, es una manera de salir del mundo urbanita, la oportunidad de salir al campo.
JIH: Tú cazas mucho fuera de nuestro país y seguro que más de una vez piensas «ojalá fuera así en España», ¿cuándo, por ejemplo?
MDJ: Nunca. Yo creo que España es el mejor destino cinegético del mundo y solo podría envidiar las cacerías en Alemania, perfectamente ordenadas, respetuosas.
Necesitamos pocas lecciones, lo que necesitamos es aprender de nuestros errores.
«Yo creo que España es el mejor destino cinegético del mundo y solo podría envidiar las cacerías en Alemania, perfectamente ordenadas, respetuosas»
JIH: ¿Te consideras un ‘talibán’ de la caza?
MDJ: Totalmente, soy un defensor de los zahones, del cuchillo de monte, del noviazgo… de todo lo que sea tradición.
JIH: Estamos hablando mucho del cazador, pero, ¿y el gestor?, ¿qué papel está desempeñando en esta situación actual? ¿Qué está primando a la hora de hacer gestión?
MDJ: La labor del gestor es la más callada del campo, su labor es saber sacarle la cosecha de carne que tienen las sierras sin matar la simiente. Hay que saber cuándo hay que cortar y que no nos pierda el ansia.
«La labor del gestor es la más callada del campo, su labor es saber sacarle la cosecha de carne que tienen las sierras sin matar la simiente»
JIH: De tus experiencias cinegéticas fuera de España, ¿qué importarías a nuestro país?
MDJ: El respeto al animal y no hay más.
JIH: Sin pensar, ¿ese lance que nunca olvidarás?
MDJ: Sin duda, cuando hice un doblete y maté un marcopolo y un lobo.
Treinta grados bajo cero, a cuatro mil quinientos metros de altura, siete horas buscando el marcopolo y cuando lo encuentro me veo al lobo intentando comérselo, se me caen las lágrimas al recordarlo, es inolvidable.
«Nunca olvidaré cuando hice un doblete y maté un marcopolo y un lobo. -30º C, a 4.500 metros de altura, siete horas buscando el marcopolo y cuando lo encuentro me veo al lobo intentando comérselo»
JIH: ¿El mejor recuerdo de tus lances cinegéticos?
MDJ: Sin duda una de las mayores farsas de la historia (ríe).
Tenía unos nueve años y estaba con mi madre en el puesto y mi padre entrando a caballo, entonces se nos aparece un guarrillo delante del puesto, yo con mi escopetilla del 12 le pegué un tiro –que seguro que no le di–, y de pronto salieron todos los perros detrás con mi padre al galope y me lo trajeron a lomos su caballo, yo no cambio ese recuerdo por nada del mundo.
JIH: Y, ¿el peor?
MDJ: Cuando vi a un cazador que se mató en una cacería, se clavó una lanza.
JIH: Vamos a hablar de algo que te gusta… ¿Qué es para ti el caballo?
MDJ: La herramienta para tomar prestada la libertad. Encima de un caballo estás en la gloria. No sé lo que es cielo, pero si allí hay un caballo es donde quiero estar.
«El caballo es la herramienta para tomar prestada la libertad… No sé lo que es cielo, pero si allí hay un caballo es donde quiero estar»
JIH: Cuéntanos eso del lanceo…
MDJ: Sin duda es la modalidad más adrenalínica, bonita y auténtica de cazar. Lo del marcopolo y cosas así es una ‘p… m…’ comparado con matar un cochino con lanza, no te digo más.
JIH: ¿Es una caza elitista?
MDJ: Por supuesto que sí, porque requiere destreza, valor, coraje, astucia, audacia y entenderte muy bien con el caballo, desde ese punto de vista no es elitista, es muuuy elitista, porque todo eso no está al alcance de todo el mundo.
«Por supuesto que el lanceo es una caza elitista, porque requiere destreza, valor, coraje, astucia, audacia y entenderte muy bien con el caballo»
JIH: ¿Qué consecuencias tiene la caza ciegamente trofeísta? Sobre la caza decía nuestro amigo Eduardo Coca «la han convertido en un objeto del comercio, un bien de consumo para la vanidad personal y la presunción social», ¿estás de acuerdo?
MDJ: Suscribo cada una de sus palabras. Eso sí, hay que reconocer que mueve muchísimo dinero, pero no a cualquier precio.
JIH: Quizá sea hora de hacer examen de conciencia: ¿qué estamos haciendo mal y cómo repercute eso en el futuro de la caza?
MDJ: Mira, José Ignacio, el mayor enemigo lo tenemos dentro, no son los animalistas y demás, la trofeitis, la falta de ética, buscar las ‘bocas’ que me revuelve las tripas, eso es lo que estamos haciendo mal.
«El mayor enemigo lo tenemos dentro, no son los animalistas y demás, la trofeitis, la falta de ética, buscar las ‘bocas’ que me revuelve las tripas, eso es lo que estamos haciendo mal»
JIH: Como consecuencia de ello, el cazador español está acosado por el animalismo en boga, ¿crees que está hoy suficientemente maduro para entender que la caza o evoluciona hacia algo que la sociedad pueda entender o está condenada, más pronto que tarde, a desaparecer?
MDJ: Más que entendernos con la sociedad, tenemos que entendernos entre nosotros mismos y antes de convencer a la sociedad de que lo que hacemos está bien y es licito, tenemos que hacer examen de conciencia y acabar con los comportamientos que no son éticos.
JIH: En esta línea, ¿cómo ves el avance del animalismo en contra de la caza en nuestro país?
MDJ: Yo creo que no avanzan y si lo hacen es desde el desconocimiento.
JIH: Tres reglas básicas que debería de cumplir todo cazador que se precie de serlo.
MDJ: Respeto a la naturaleza, humildad para preguntar lo que no se sabe y prudencia al portar un arma.
«Un cazador que se precie de serlo debe tener respeto a la naturaleza, humildad para preguntar lo que no se sabe y prudencia al portar un arma»
JIH: ¿Ha desaparecido el romanticismo de la caza en España?
MDJ: Absolutamente no. Somos muchos los que como tú y yo amamos la tradición en la caza.
JIH: ¿Crees que la caza debe de ser considerada un deporte?
MDJ: Absolutamente no. Es un sentimiento, una afición y un modo de vida, el deporte es una confrontación por un trofeo.
«La caza absolutamente no es un deporte. La caza es un sentimiento, una afición y un modo de vida, el deporte es una confrontación por un trofeo»
JIH: Por último y a la vista de tu visión de la situación actual, ¿qué futuro auguras a la caza no sólo a nivel nacional, sino, incluso, internacional?
MDJ: Creo que hay más caza que nunca, tanto a nivel nacional como internacional y eso implica llevar a cabo una regulación que debe estar en nuestras manos como cazadores.
Hay cacerías que nunca se repetirán. Fíjate una cosa que me paso en Bulgaria, se me puso a tiro un urogallo –el animal más bonito de la creación–, y es la única vez que he tenido un animal delante y he pensado «no te quiero tirar y lo voy a hacer solo porque no se si mis hijos lo podrán hacer».
JIH: El día que te retires, ¿a dónde te gustaría hacerlo?
MDJ: Yo me voy a morir muy joven, lo tengo claro (sonríe). En ‘El Zumajo’, con mis caballos, no le pido más a la vida. Se dice que no hay que volver al lugar donde fuiste feliz porque quizá te decepcionaría, por eso lo mejor es no irse de él.
«Se dice que no hay que volver al lugar donde fuiste feliz porque quizá te decepcionaría, por eso lo mejor es no irse de él»
JIH: Ya es la hora, vamos a comer, ¿qué plato de caza te hace salivar solo de pensarlo?
MDJ: Lomo de gamo con salsa de miel que yo lo hago muy bien, pero eso sí, tu fríes las patatas.
JIH: ¿Qué pregunta no te he hecho y te gustaría haber contestado?
MDJ: Una pregunta que me alegro de que, al contrario, no me hayas hecho, es que si hablaba con los caballos como lo hacía tu padre, José Ignacio, eso todavía no lo he conseguido, todavía no he llegado a tener la grandeza de conseguirlo y que tu padre sí consiguió, por eso le envidio.
«Una pregunta que me alegro de que, al contrario, no me hayas hecho, es que si hablaba con los caballos como lo hacía tu padre, José Ignacio, eso todavía no lo he conseguido…»
Más de una hora y media de coloquio, algún que otro vinillo juntos… han hecho de este uno de los coloquios más divertidos e interesantes que he realizado. Lolo De Juan es, como dije, arrollador, un torbellino, pero sobre todo es una gran persona y un gran amigo de sus amigos, ¿qué más se puede pedir?
Como siempre quiero agradecer a mi buen amigo Paco Rodríguez permitirnos realizar esta entrevista en su restaurante La Hoja y las atenciones recibidas que hacen aún más agradables estos coloquios.
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