De vuelta a casa
Serpentea el polvo del camino dibujando su recorrido mientras queda suspendido en el aire al paso de nuestros coches. Camino que presentaba el peligro de grandes placas de hielo por diferentes puntos del acotado. Camino sepultado por el barro en otras zonas no menos complicadas, mostrando en un solo día el mosaico que pudieras encontrar a lo largo de una temporada entera. Cosas del tiempo.
Resulta agradable comprobar como a pesar de la sofisticación de equipos, armas, vehículos, etc., un café, una lumbre o un plato de migas, que por mucho que se quieran sofisticar no pierden ese halo de humildad, que espero, siempre, los acompañe, y decía, continúen siendo un ‘lugar’ de encuentro.
El ‘Club de los Roscones’
Cierra la temporada. Y como en una de las partidas de aquel célebre pueblo, que acordó cambiar el nombre de la sociedad por ‘Club de los Roscones’ debido a los ceros acumulados en las últimas cacerías y que contaba, como hecho más destacado, el aniversario de la última vez que tuvieron que llevar un perro a coser al veterinario, hacía 15 años ya. Y no fue por el tropiezo con los jabalíes, no, sino porque al pobre animal le pillaron una oreja con la puerta del coche. ¡Lástima!
Desde la ilusión por el siempre anhelado trofeo que sigue moviéndonos al campo, hasta los diferentes lances que hayamos vivido, todo pasa y pasará por la necesaria relación con los demás. Por mucho, poco o ninguno éxito que hayamos podido tener, la caza sigue siendo una actividad social y ahí comienza el éxito o fracaso de nuestras expectativas y experiencias. Por encima, quede claro, de los resultados obtenidos.
Quienes más se quejan son los que luego menos dispuestos están a arrimar el hombro
Puede usted dar más valor a la pared de trofeos cosechada por su amigo que no encuentra acomodo en grupo alguno o sentirse orgulloso de ser miembro del ‘Club de los Roscones’, donde a uno y a su perra la acompañan los compañeros donde haga falta y sea menester; donde a uno le quitan de las manos la cuerda que arrastra la pieza y donde se sortean todos los puestos menos los de los postores, por mucho que pueda no gustar. Y piso este callo y ahí lo dejo, porque es tema harto complicado, aunque si quieren, seguimos hablando de esto porque suele suceder que quienes más se quejan son los que luego menos dispuestos están a arrimar el hombro. Habrá que verlo todo, ¿no?
–¡De acuerdo! Pero una cosa es el postor y otra el cuñao del postor…, o el primo o el hermano o el amigo… ¡Que al final estamos en el sorteo el cocinero, los camareros, yo y nadie más!
–Ya le estaba diciendo que acababa de pisar un callo.
–¡Hombre! Si le parece no tengo razón.
Lo importante es lo que está usted dispuesto a hacer para encontrar su sitio
Estoy llegando a casa y hay obras en la calle. Se ha caído algún árbol y dudo si vivo en el 5 o en el 7. Hay que ver la memoria tras un par de semanitas fuera. El perro de mi vecino sigue sin saludarme, ¡que le den! Nunca me cayó bien y no me extraña que no tenga ni perro siquiera.
Regreso cansado pero nuevo, hay que ver lo bien que me ha sentado socializar, creo que se nota.
Mañana llamaré al taxidermista para que mueva mis trofeos porque estoy deseando tenerlos. En cuanto los reciba subiré las fotos a mis RRSS… ¡parece que lo estoy viendo!
El mando a distancia abre la puerta del número 9, ¡sabía que estaba cerca!
Reflexione y elija. Galgos o podencos será lo de menos. Lo importante es lo que está usted dispuesto a hacer para encontrar su sitio. ¿Se ve usted entre los miembros del ‘Club de los Roscones’? ¿O es usted un llanero solitario con prisa por llenar metros cuadrados de trofeos en casa?
¡Hasta la próxima!
Por Ángel Luis Casado Molina
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