Con la caza a cuestas Opiniones

Va de lobos (IV), por Ángel Luis Casado

Va de lobos
Acertadísimo de nuevo Ángel Luis Casado en Va de lobos (IV).

Entra el otoño y el Gobierno quiere regalarnos, como fruto de temporada, un campo lleno de lobos. Porque supongo que esa es su intención al prohibir su caza, ¿o no? Quizás ni ellos lo sepan porque las consecuencias de tal decisión aún están por ver y no les daré el mérito de conocerlas, ni siquiera de preverlas. ¡Bastante les importará!

Decisiones trufadas de democráticas

Tomar estas decisiones trufadas de democráticas tras haber sido sometidas a votación por comunidades ajenas al problema parece algo ilógico y anormal. Que sean Melilla, Canarias, Baleares, etc. quienes voten a favor de la prohibición cuando no saben, no conocen y tampoco van a vivir en su piel el problema, genera, cuanto menos, dudas. Si además, el planteamiento inicial del proyecto de ley nace con la más que cuestionable decisión de aplazar la votación porque el resultado de la misma no será el que deseas… y utilizas la pausa para, por detrás, comprar el voto a la comunidad que desnivelaría la votación a tu favor, lleva a pensar que la innata condición de justicia que debe acompañar a toda ley, en este caso, al menos, adolece de ella.

Ya veremos, pero esta ley, me atrevo a aventurar, no va a mejorar la situación que tenemos actualmente. Si como consecuencia de la misma, el resultado fuese un incremento en el número de ejemplares, este sería a costa del resto de las especies, a la que alguna le podría llegar a costar hasta la propia existencia (en los Ancares lucenses, entre el gusano y el lobo, el corzo prácticamente ha desaparecido cuando era muy numeroso). Del otro extremo, podría suceder que el lobo (y con él el resto de la cadena trófica) quedara contra las cuerdas porque el veneno, cepos, lazos y furtivismo volvieran a estar de plena actualidad cuando ya prácticamente no existen. Vamos, ¡todo un acierto! La verdad, no alcanzo a ver la ganancia por ningún lado.

Le acaban de firmar la sentencia de muerte a una de las especies más representativas de nuestra fauna

No soy ganadero y escribo con dolor. No vivo en el campo pero siento dolor. Me pongo en la piel del lobo y me echo a temblar. Y así, con dolor, escribo que con fecha de 22 de septiembre le acaban de firmar la sentencia de muerte a una de las especies más representativas de nuestra fauna con una ley, dicen, para protegerlo, pero que nos hará regresar, como digo, al pasado, al oscuro pasado del que salió nuestro protagonista y que a punto estuvo de no sobrevivir pero que recordamos pues nos ha de servir para no repetir errores.

Insisto una vez más en que el empeño en fastidiar lo que funciona parece ser el deporte nacional de algunos políticos y sencillamente es intolerable. Porque ha costado mucho conseguir llegar hasta donde nos encontramos. Porque han sido necesarios muchos años para lograrlo y porque la situación de la población de lobos en España es, sin género de dudas, envidiable. Que todos podríamos estar mejor y además nos gustaría, ¡seguro! Pero objetivamente, no se puede decir que sea mala, ni mucho menos.

¿Entonces?

Tal vez tengan ya en marcha la Agencia de Recuperación de Animales Irrecuperables (idea incongruente que no debemos descartar porque, visto lo visto, puede terminar siendo realidad, con una buena dotación presupuestaria y, por supuesto, con personal afín al frente, que se caracterice por su elección…, a dedo).

Las decisiones irresponsables y partidistas, fuera del más mínimo sentido común, tienen un alto precio que pagaremos ¡todos! Desde los ganaderos con su ganado, al resto de especies que componen su hábitat: corzos, jabalíes, ciervos, etc., etc., sin olvidarme de la población rural.

La próxima estación de estos desalmados será la abolición de la propia caza

No tengo duda alguna que la próxima estación de estos desalmados será la abolición de la propia caza. Dejemos de una vez de mirarnos el ombligo y, cuando haya elecciones, a pensarlo bien antes de meter el voto en la urna. No veo otro camino: habrá que elegir mejor en manos de quién nos ponemos.

Por todo ello no podemos celebrar. Como tampoco lo debió hacer la ministra del ramo (Industria, Comercio y Turismo), ante la desgracia de la isla de La Palma, al decir aquello de que la catástrofe debía servir como “espectáculo maravilloso” para que llegaran turistas… ¡Si es que mean fuera del tiesto una y otra vez!

Ante el despropósito de incluir al lobo en el club de especies protegidas no caben fuegos artificiales ni celebración alguna. Hay mucho en juego, empezando por la propia supervivencia del mundo rural, lo único de verdad en peligro real de extinción.

Acaban de comenzar a escribir su R.I.P.

Ojalá me equivoque.

Por Ángel Luis Casado Molina ⁄ www.librosdecaza.es

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