«El veranillo de San Martín, tres días y fin» (refranero)
NOVIEMBRE…
El otoño se descubre y muestra su alma. Atrás quedan calores y el polvo de los caminos. Corren arroyos, llega el agua a los ríos (menos mal) y con la cara lavada, la sierra y la montaña, se visten de fiesta. El frío, en las noches, ha empezado a asomarse aunque lejos de antaño cuando las matanzas y el mes celebraban juntos.
Tiempo de setas: boletus, de cardo, senderuelas, amanitas (las comestibles, claro), etc. ¡Hay que ver cuánto ignoro! Pero les confieso que una vez en el plato, ¡doy la talla!
Tiempo de paseos por el campo, de chimenea y de colores: amarillos, marrones, ocres, verdes, intensos rojos… Tiempo acogedor y entrañable, como los colores mencionados, como la cocina de temporada y los sabores que tanto nos deleitan.
¡Es lo que hay! Noviembre
Tiempo de caza, ¡qué bien sienta!
En mis salidas a la montaña he podido disfrutar de la cercana amistad de los compañeros de cuadrilla a pesar de las limitaciones a las que obligan la mascarilla y la normativa que la rodea.
Se pierde el calor humano, ese que tanto reconforta y necesitamos, pero ¡es lo que hay! Y, tal como está el patio, ¡a ver cuánto nos dura!
Hemos echado provechosas jornadas tras el jabalí y, aunque sin suerte a título particular, divertidas fueron para todos. Pero no me voy a quejar porque la verdadera fortuna la encuentro en poder estar y participar… dada la situación con el bicho.
«Echemos vida a los años y no años a la vida» Noviembre
Ha llegado el otoño a la mitad de su camino y orillando va un año a punto de terminar del que, si pudiéramos, echaríamos en el olvido sin dudar siquiera.
A pesar de los pesares, nos toca seguir y como dijo aquel: «echemos vida a los años y no años a la vida».
¡Mucho ánimo a todos!