Época de entreactos de mediados de septiembre a mediados de octubre. Creo que han salido a la calle la gran mayoría de los calendarios de montería para este año, quien más, quien menos, ha adquirido unos cuantos compromisos, con la ilusión llena por…
Esos encuentros en el monte, ¡al fin pisamos campo!
El deseo de tener maravillosos lances, o carreras, que nos pongan el corazón a cien por hora
Abatir buenos animales, creernos que lo haremos de forma magistral.
Pasar enormes días y tardes con amigos.
O por desechar los calores del estío, dando la bienvenida a temperaturas que invitan a estar en el campo, disfrutándolo, viendo cómo crece la hierba.
Las primeras lluvias nos traen el cambio de color del manto de la tierra, aparecen los primeros verdes, las charcas comienzan a recoger aguas, por eso el año meteorológico comienza el 1 de octubre para terminar el 30 de septiembre.
PREVIO balas
De la misma forma que en los partidos deportivos importantes, los cazadores vivimos los días previos al inicio de la temporada.
Con los ánimos desmadrados, para calmar el ansia, acudimos o acudiremos a algunas ferias de caza como:
VENANDI, en Zamora, se celebró del 3 al 5 de septiembre.
FECIEX, en Badajoz, se celebró del 16 al 19 de septiembre.
FERCATUR, en Ciudad Real, se celebrará del 22 al 24 de octubre.
O las ferias virtuales y⁄o con actividades paralelas de IBERCAZA, en Jaén, e INTERCAZA, en Córdoba, también durante el mes de septiembre. Y seguramente alguna más que me dejo en el tintero.
Al igual que los escolares, que comienzan su curso con la compra de libros, los aficionados a la caza también compramos en esta época libros de caza y artículos de guarnicionería, como botas, zapatos, zahones, zurrones, chalecos, bolsos, etc.
Sin duda el mayor incremento en ventas proviene de la venta de ropa, tanto de abrigo como impermeables.
Se compra munición, y otros artículos relacionados con las armas.
Se visitan armerías, para poner ‘los hierros’ a punto.
Como consumidores finales y totalmente impulsivos en el proceso de compra, compramos artículos insustanciales, que nos parecen magníficos e indispensables, para posteriormente dejarlos en el trastero durante toda la campaña.
Es tal la AFICIÓN… balas
El previo, nos saca de nuestras casillas. El proceso de compra es alucinante, inaudito, sorpresivo, totalmente irracional.
Como cuando vas a una feria de caza y mirando los stands, te das cuenta que está D. Manuel, en el stand de tal empresa cinegética, preguntando por la finca ‘Menganita’.
Como el del stand lo sabe, potencia las virtudes de la mancha, o las calidades de trofeos, o las personalidades que asistirán o que hubieran asistido años atrás, entonces el nuevo sujeto se calienta la cabeza, ordena su presupuesto económico de un cálculo mental rápido, para que en cuanto tenga la oportunidad, zas, se haya quedado con un puesto de la mancha ‘Menganita’, acto seguido el ‘escuchador’ repite la compra de forma análoga sin más motivo.
De esta forma el del stand ha vendido en unos minutos dos puestos, de una montería que no había conseguido vender hasta el momento, tan solo por un acto reflejo, o por envidia.
–Como la compra D. Manuel tiene que ser buena…
Otro caso que sucede es cuando te encuentras a alguien conocido que cita sin parar los parabienes de tal o cual montería.
Tengo un amigo que por más barrigazos que ha pegado en el monte, vende todos los años sus dos o tres monterías por la forma de decirlo y el momento en que lo dice.
Periodo de gasto para el montero balas
Es un periodo de gran gasto para los monteros pues se acuerdan, se cierran, se compran, acciones de orgánicas.
Si el montero está caliente o querencioso, se producen los contactos con los orgánicos que han sido nulos desde finales de febrero para alabarlos y decirles lo que se les han echado de menos.
Se les dice aquello de “estaba en la playa y me estaba acordando de ti, con lo bien que se está en el campo…”.
Bueno, eso es una puñeta decirlo, pues intenta marcar una mancha de caza a treinta y muchos grados a principios de septiembre o estate pendiente de aportar camiones de comida, de melones, o fruta de destrío, para que las reses no se vayan de las fincas abiertas, o peléate con la Administración pues no conceden el permiso para la fecha pertinente con lo que está el orgánico sudando la gota gorda mientras el montero está en el chiringuito con una cerveza en la mano, vamos, que no es lo más aconsejable decir este tipo de cosas.
Sucede de forma análoga cuando se va un cazador a recechar una presa un día de diario, para que cuando lo consigue, llama a su amigo encerrado en una oficina para decirle: “lo que me he acordado de ti”, ES UNA PUÑETA.
La venganza es dulce, tanto que debo confesar que alguna vez lo he hecho, y me parto de risa con los exabruptos que salen de la conversación del hilo telefónico.
Compramos, gastamos, acordamos, nos comprometemos con días futuros, todo para que cuando lleguemos a casa esperemos impacientemente los días de monte.
REPARACIONES balas
Ahora bien, que poco es el tiempo que dedicamos por nosotros mismos al cuidado de muestro material. Al menos era mi caso…
De la misma forma que en el artículo de ‘Diógenes’ me refería al cuidado de ‘los atletas del monte’, deberíamos repasar por nosotros mismos nuestro material para ponerlo en condiciones óptimas.
Alguno me dirá, “pero… yo lo hago”.
Vale, lo compro, si bien contesto con varias preguntas:
¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu cuchillo de monte?
¿Cuándo fue la última vez que diste grasa a esos zapatos tan acartonados?
¿Has quitado el verdín a las balas que no tiraste el año pasado?
¿Pones tú mismo las armas a tiro?
¿Has comprobado lo que tienes en el zurrón o en el macuto?
Alguno habrá -seguro estoy de ello- que tiene todavía tiene dentro del macuto un dulce o un bocadillo revuelto entre papeles de los puestos de la última montería desde la temporada pasada.
Seguros podemos estar que compraremos el artículo inútil que nos ha dicho nuestro amigo, mientras que no nos probamos esas botas de campo que tenemos que la temporada pasada nos producía un roce en el tobillo.
Tampoco es habitual el entrenarnos físicamente un poco, tan solo un poco. Tengamos o tenemos claro que después la temporada de playa o montaña, comiendo y bebiendo, no necesitamos el ponernos en forma, pero hay que ver las caras de algunos, cuando les dicen que tienen que ir a la cuerda…
-Yo estoy cojo balas
-A mí me ha dado un ataque de ciática.
O el consabido, “¡yo a la armada de los minusválidos!”
-¿No suben los coches a los puestos?
-¿Hay caballerías? balas
Luego pediremos responsabilidades si los perros no están fuertes en la mancha, o si no están bien colocados los puestos a nuestro parecer, porque hemos fallado una pieza, o hasta incluso nos quejaremos del camino por las primeras aguas, y qué me decís de esas jaras que arañan la pintura de nuestro flamante todoterreno.
Documentación balas
Se aproximan las monterías, una de las conversaciones habituales entre amigos es más o menos así:
-Luis, yo ya he cogido diez monterías, cinco a la orgánica de Demetrio, y cinco a la de Segismundo.
-Pues yo me he quedado con la acción completa de Monteros del Asfalto.
-Y, ¿cuándo empiezas a cazar?, que yo tengo unos nervios,
-Pues yo, el 9 de octubre, pues empiezo en otra comunidad. Este año monteo en cuatro comunidades autónomas distintas.
-Jo, qué suerte. Yo no salgo de esta, ¿y tienes todo preparado?
-Coña, que me falta la documentación.
Permiso de armas, revisión de armas, licencia, seguro y demás deben ser de las cosas que tenemos que mirar antes, bonito se pone el asunto y las denuncias cuando te paran en la carretera con las armas y sin la documentación por que la olvidaste en tal chaleco el último día del año pasado.
Al menos durante el tiempo que resta hasta que se abran los portones de los camiones, y el campo se inunde de ladras y jipíos de los podencos y mastines, durante ese tiempo, yo al menos de momento, he afilado mis navajas y mi cuchillo, he engrasado las botas, las armas las llevo al armero para su limpieza…
Le quito el verdín a las balas
Recuerdo que el gran ‘jabalí lampiño’, ese que se desenvuelve tan bien en los zarzales, y que le gusta todo lo sucio del monte, los agarres, las subidas de repecho ‘a pico’ o los últimos peñones de la cuerda, en base a sus increíbles dotes físicas, pero que, sin embargo, de economía tiene el mismo conocimiento que yo de física cuántica, decía que el desembolso de una montería a ciento cincuenta kilómetros de su casa no era tanto.
Claro que para ello no cuenta kilómetros, hotel, gasolina, desayuno, lo que compras en las previas… bueno, hay que disculparle, pues no piensa en los previos.
Viene a mi memoria cuando se compró un coche híbrido para que no hiciese ruido cuando iba a cazar, no pensó en el mantenimiento que llevaba esa marca de lujo.
Pero, no creáis que no soy impulsivo en la caza, ya he adquirido más compromisos de los que necesito, pero lo peor es que me ofrecen cosas a última hora a las que no puedo negarme, encima he ido a Feciex, pues Antonio me ha invitado, y además de más de un libro he cogido alguna montería más.
Quedo pendiente de que me avisen para subir a la montaña cantábrica de berrea que termina en octubre y empalmo con las monterías. ¡Qué veneno tengo en la sangre, qué veneno esto de cazar!
Pues eso, que le quito el verdín a las balas.