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Quitasueños, ¿un error nocturno? Por Tomás Cortés

Quitasueños, ¿un error nocturno?
Quitasueños, ¿un error nocturno?

Vengo siguiendo desde hace meses la pista a un tremendo cochino, en un coto donde cazo. Este (el cochino) se ha propuesto el tomarme el pelo, y yo, por el contrario, me he propuesto quitarle a él el pelo que tiene.

Mi contrincante tiene un gran tamaño de cuerpo, robusto, musculado de buenas armas, vamos, de aquellas que enamoran a cualquier esperista es más yo diría que de las que enamoran a cualquier cazador.

Quitasueños

Debo reconocer que no soy un gran esperista, pero lo que me falta en esta modalidad lo suplo con mis ‘vaqueos’ o con mi caza al paso. De esta forma, de amanecida he llegado a tener a mi amigo en el visor del rifle, al cual le denominaré Quitasueños (pues eso es lo que me hace precisamente).

Esa vez no pude culminar el lance pues un revoco maldito de aire, lo avisó de mi posición desapareciendo en un instante. Otra vez, Quitasueños pasaba por un llano salpicado de encinas, cuando lo vieron unos albañiles, estos me avisaron, pero el canalla de Quitasueños no repite más de dos días la misma costumbre, anulando la cita que teníamos sin avisarme.

Después de un tiempo, consigo localizarle en un paso de una maya cinegética, esta vez repite comportamiento.

Recuerdo que estuve unos años atrás buscando las vueltas a uno parecido, el cual, cuando iba yo a por el no se presentaba y a viceversa. Al final sucedió que tenía el encame muy cerca de donde hacía la espera, imposibilitando el encuentro, encuentro que por otra parte se resolvió con fortuna para mí, al presentarme sin avisar a una hora intempestiva.

Buscando a Quitasueños al paso

Mi relación con Quitasueños me lleva a que le tenga cogido un lugar de paso, lo suele pasar arropado por hembras, e incluso alguna vez lo hace después que ellas, no tiene fijeza, pero esta vez parece que repite la pauta.

A ello me pongo, esta vez decido subirme a un alcornoque que me da más visibilidad, tengo un camino pequeño y tanto a izquierda como a derecha, unas jaras no muy grandes que me permiten ver lo que entre, además desde el punto en alto tengo mayor visión.

He salpicado y esparcido con un poco de maíz las jaras de ambos lados del camino, para evitar o mejor dicho para provocar que se pare y se tranquilice, en vez de pasar a toda mecha.

El día en cuestión, me subo al alcornoque, aún con luz, con esa luz que se va apagando poco a poco, salen los primeros marranchones, son dos motoristas desvergonzados que empiezan a recolectar el grano, unos metros más arriba, diviso la madre, ¡está gordísima! ¡Cómo se nota una buena primavera en el campo!

Otros tres rayones salen por mi izquierda, recolectando el grano del otro ala del camino, ahora diviso a la madre, pero aún hay más artistas en el escenario, otra cochina sale unos metros más arriba, cuento unos cuatro adultos y unos siete u ocho jabatos.

El sol ya se ha ocultado, el ruido, las carreras, las peleas, los gruñidos, los jarazos, me dicen que estoy muy bien colocado, aún estando muy cerca de ellos (a unos escasos cuarenta metros) no me sacan.

Un gruñido provoca una espantada, el pelo se me eriza

El tiempo según avanza me roba la claridad que necesito, las imágenes se van sucediendo poco a poco, un marranchón delimita su terreno avisando a su hermano, con un gruñido, otro le reta, con dos jetazos, se entera el retador quien es el que manda en esas jaras.

Bravas son esas crías, pero yo tengo la cuenta pendiente con Quitasueños.

Pasa un tiempo, media hora, quizá llegue a una hora, un gruñido suena en lo más negro de la noche. Provoca una espantada, el pelo se me eriza, mis oídos se prestan a cualquier ruido.

Pasa mi visitante la malla, pues siento el alambre, y se para antes de llegar a los escasos granos que quedan en el suelo, noto como ventea, no pierde los nervios, el cochino duda en dar el siguiente paso, ahora se pone a buscar algún grano de maíz, para desaparecer en seguida.

Me quedo tranquilo pues sé que no me ha detectado, pasa el tiempo y vuelve a hacer lo mismo.

–¿A que el jodío me tiene así toda la noche?

En un refilón de luz consigo ver lo blanco de los colmillos

Repite la actuación otra vez más, pero esta vez, ya más tranquilo, se pone a comer un poco, aún no lo veo, enciendo la luz arriesgándome, y veo que es muy grande, en un refilón de luz consigo ver lo blanco de los colmillos.

No consigo aguantarme más, los nervios no los domino, los tengo a flor de piel, el ruido del cochino lo aumento inconscientemente, me parece que lo tengo al lado, se me acerca, creo que me va a sacar.

Me decido a tirar, lo veo tan cerca y tan claro que actúo.

Enciendo la linterna, lo tengo de frente, aún sabiendo que no se debe hacer, decido tirar apuntando a la cabeza, está situado mirándome.

El sonido del disparo atrona la noche, rompiendo el silencio, las carreras las siento por todas partes, el pavor de la muerte está presente en el monte, mirando al desencararme el arma veo que mi pieza yace en el suelo a los pies del alcornoque, unos pocos metros me separan de mi pieza.

¿Lo he conseguido? ¿Es Quitasueños?

Me bajo del alcornoque para descubrir que…

Decido quedarme unos minutos más recordando el lance, dando gracias a Dios por todo lo vivido. De la misma forma que hacia cuando fumaba, repasando mentalmente lo sucedido. Me bajo entonces del alcornoque para descubrir que…

Lo que he matado es una hembra, entono el ‘mea culpa’ viendo lo que he hecho mal, pero repaso mentalmente de nuevo y pienso que hasta le he visto la boca, que no lo he hecho mal, que he sido paciente…

Me dirijo a la boca y efectivamente tiene colmillos, no son grandes pero… lo justo para que de noche, me parecieran más grandes.

Ha entrado echando a toda la tropa, ha hecho pasadas en falso, se ha ocultado, el tamaño es más que considerable, despacio poco a poco, no me he precipitado. No está criando ni esta preñada, es una MACHORRA en toda lid, y como machorra tiene el comportamiento de macho escamado y sabio.

Oportunidad para los carroñeros Quitasueños

El día siguiente por la mañana, no pude acudir a por el animal, el caso es que con el calor del día las moscas se habían cebado. Por ello, dudé qué hacer con la carne, no lo veía claro, por ello decidí poner el cuerpo de la cochina cerca de una encina, al pie de un pequeño llano para poner una cámara y ver de qué forma los carroñeros se lo comían.

Esa misma noche, un tímido zorro hace presencia, pero apenas se acerca, tan solo tantea el terreno dudando que hacer, no se fía.

Buitre negro versus alimoche Quitasueños

Lo primero que hace acto de presencia, por la mañana, son dos especies raras, un buitre negro que está en peligro de extinción y un alimoche también conocido como el buitre egipcio, ambos disputan la pertenencia del cadáver, aunque no hay tal disputa, el tamaño del buitre negro le otorga el puesto principal en el festín.

Quitasueños, ¿un error nocturno?

El buitre negro reclama la presa mientras el alimoche se espera a que vayan abriendo hueco dentro del cuerpo para llegar a otras piezas. Es la consabida especialización de ambos animales.

En tres minutos llega a nuestro escenario otro buitre negro y en medio minuto más llega el primero de los buitres leonados.

Llegan buitres leonados Quitasueños

En poco tiempo se unen más comensales, esto se produce pues al tirarse un buitre es divisado por cinco más lo que provoca que vayan acudiendo al festín cada vez más. Lo cual provoca entre el azul del cielo y el blanco de las nubes, una rueda de buitres cada vez más grande y divisada desde mucha pero que mucha distancia.

Quitasueños, ¿un error nocturno?

Los buitres leonados reclaman el sitio para empezar el plato, desplazan a los buitres negros mientras que el alimoche permanece en un segundo plano.

Un zorro entra en escena Quitasueños

De esta forma se reparte la carne durante unos minutos hasta que aparece el visitante de la noche anterior, nuestro conocido zorro. Este entra acosando a los buitres, por la izquierda de la imagen, pero empieza a comer por la parte trasera teniendo a todos los buitres enfrente, marcando el territorio para que no se adelanten. Desde luego que detrás es la parte más blanda por donde pueden empezar todos a comérselo, el otro punto para empezar es la boca del cochino, pero con esta se quedan los buitres.

Se nota que los buitres son jóvenes, pues el zorro es capaz de hacerse con el mando de la situación, dándome una de las mejores imágenes, que pude conseguir, el zorro se enfrenta a los buitres, los expulsa, no en vano son buitres jóvenes, no obstante, pronto llega un buitre mayor, vamos, uno de los que tiene mando, con lo que expulsa al zorro del comedero, este (el zorro) retrocede ante el empuje del buitre, pero la presa estaba allí, era del zorro.

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Los buitres empiezan a comer hundiendo sus cabezas para extraer la carne, sacando poco a poco piezas de carne del cuerpo inerte. Estableciendo un orden de comida, para ello el buitre adulto extiende las alas para evitar que le ganen la partida por el alimento los jóvenes buitres.

Quitasueños, ¿un error nocturno?

Como podemos ver tan solo la parte de detrás y la de delante de la cochina es atacada por los buitres.

Marabunta, entonces sucede lo impensable

Poco a poco llegan más buitres, ya no hay ni orden ni concierto tan solo una marabunta de carroñeros comiendo, peleando y graznando, entiendo que es el momento en el que los más fuertes son los que primero se alimentan, es cuando sucede lo impensable.

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Un buitre se queda enganchado al introducir su cabeza en la boca de la cochina, cuando está toda la melé de los buitres, entonces intenta sacar su cuello pero no puede, creo que lo que sucede es que al quedarse enganchado e intentar sacar el cuello es cuando se ‘desnuca’ pues la otra opción es que el resto de los buitres se lo comen vivo, cuando está atrapado.

Los buitres se comen vivo a un congénere

Sea como fuese, el caso es que el buitre se queda enganchado en la boca, y el resto de los congéneres se lo comen, quedando tan solo las alas, el cuello y un poco de pechuga, pero el interior lo han vaciado, no se desperdicia nada pues entonces las moscas se posan en el cuerpo poniendo sus huevos en la carne del buitre y del cochino.

Por la noche el zorro acude al festín, ya no se sabe qué es lo que prefiere, el cochino o el buitre.

Aparecen los cochinos Quitasueños

Un par de días más tarde, siguen los mismos comensales, pero la parte delantera sigue intacta, el olor es detectable a bastante distancia, entonces es cuando nos aparecen los siguientes comensales, más cochinos.

Es de sobra conocido que el jabalí es omnívoro y carroñero, pero lo que no tenía claro es que se alimentase también de otros jabalíes, el caso es que el hecho descubierto me produce mucha curiosidad con lo que sigo la evolución del cebo.

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Pero me suscita curiosidad, el hecho que no toquen el cuerpo pero sí lo muevan del sitio donde está, de esta forma me quedo intrigado por ese hecho hasta que me doy cuenta del asunto y del porqué de este comportamiento.

Han pasado más de dos días, pero el huevo de la mosca común tarda entre uno y tres días en eclosionar y tanto el buitre como la cochina estaban cubiertos de moscas. Deduzco entonces que los cochinos vienen a darse un festín de proteína, por eso les atrae tanto el olor de la putrefacción. No obstante, no descarto que algo de la carne la prueben, pero son las larvas lo que les vuelve locos.

De esta manera en la mañana siguiente, para tener la certeza de mi idea, aparto con el pie el cuerpo del buitre y esto es lo que me encuentro.

Sin lugar a dudas, que esta imagen sustenta mi teoría.

Los cochinos buscan las larvas, no la carne de su congénere

Los cochinos no tocan la carne de su congénere (al menos de este), pero son los que mueven el cuerpo desplazándolo.

Las larvas empiezan a comerse la carne, provocando que la piel de la cochina se afloje, con lo que esa noche, mi amigo el zorro vuelve a por su parte de carne.

Este entra cada vez más confiado al cebo, entonces es cuando me llevo otra sorpresa, resulta que lo que creía que era un macho era una hembra, y esta a su vez tenía cachorros. Entonces es cuando los trae para alimentarse de la cochina.

Reunión aplazada

Días más tarde al que descubro en el cebo es a mi amigo Quitasueños que viene a alimentarse una vez ya ha pasado todo, entonces cuando yo no vigilo ni sigo el cebo es cuando me ha entrado de nuevo.

Mi eterna lucha con Quitasueños de momento se decanta a favor de él, yo no pierdo la esperanza, pues creo que le cogeré en un descuido, no doy mi brazo a torcer, tan solo hemos vuelto a aplazar nuestra reunión.

Un productivo error nocturno

En definitiva, que el error nocturno me ha permitido conocer las visitas, conocer la alimentación, e incluso obtener imágenes de:

  1. Alimoche.
  2. Buitres negros y leonados.
  3. Zorro.
  4. Jabalíes.
  5. Zorreznos.
  6. Quitasueños.

Tal vez no sea tan grande el error, pues de este error he aprendido bastante, no, si resulta que al final me ha venido hasta bien por lo sucedido.

“No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos”

Hay una frase que me gusta mucho, atribuida a Jean-Paul Marat, que dice “No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos”, creo que viene al pelo pues sigo esforzándome por tener una cita con mi amigo Quitasueños.

Las lecciones que obtenemos del campo, son lecciones de vida, la muerte nos trae de nuevo la vida y el sustento de muchos animales más, provocando un ciclo que no termina con el abate de la pieza, este abate, o la caza en sí bien entendida, nos da fuerza para mantener a otros muchos animales, a la vez que provoca que haya una regulación en la población de nuestras presas lo que lleva a un equilibrio necesario.

Quitasueños Texto y fotografías Tomás Cortés Sánchez

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Quitasueños

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