‘Cogito ergo sum’ (pienso, luego existo)
René Descartes nació en Francia en 1596, destacó en Matemáticas y Filosofía y creó el método cartesiano. Desarrolló el discurso del método en Matemáticas, una de sus grandes aportaciones son los ejes de coordenadas.
Tomando los ejes y representados por dos líneas perpendiculares estas nos muestran un punto en el cual podemos definir su posición.
La aplicación más práctica se nos representa con la posición en un mapa.
Un eje es el X. Otro es el Y pienso
Uno nos da una posición de latitud, por ejemplo y el otro eje de longitud.
A esto se le une otro eje que nos da la tercera dimensión. Este es el eje Z y podemos focalizar un punto en tres dimensiones.
Bien, son estos tres ejes la forma fundamental de representar la teoría del espacio. Y son, por tanto, los puntos sobre los que se radica toda una teoría de multitud de espacios matemáticos y físicos, es decir, sobre tres puntos se desarrolla una gran parte de aplicaciones sin las cuales no viviríamos en la forma en que vivimos.
Definiré, por tanto, como máxima la teoría de los tres ejes, los ejes X, Y, Z.
Bueno, pues los ejes de esta caza mayor moderna en que vivimos son X, R, Z
Más que en la caza mayor moderna, en el ámbito de la montería, y ¿por qué, amigos?, pues muy sencillo, como en el ámbito cartesiano sin uno de esos ejes no se puede hacer nada.
Definición del X, R, Z de la montería pienso
Resulta que, sin uno de estos, no eres montero, es una regla no escrita.
X. El eje X está representado por un todoterreno (ejemplo, el famoso BMW X5, aunque nos puede servir cualquier otro, como Ranger, Mercedes GL o ML, Toyota, etc.).
R. El eje R estaría representado por el Blaser R8 (también nos valen los nuevos modelos de rifles, véase los Sauer, etc.).
Z. El eje Z está representado por el visor Z6 (desde los Z6 de segunda generación, también nos valen los Zeiss y otros parecidos).
Sin uno de estos, cuando vas a una montería, mejor casi que no vayas… o eso dicen algunos…
Del R5 al Land Rover ocasional pasando por el Ibiza pienso
Recuerdo muchos momentos andando por la sierra con un Renault 5, y por arma un Winchester de palanca .375, yendo a monterías, desde Toledo a Fuencaliente, dejando el coche hundido de barro hasta los faros y sacarlo con amigos, el maletero quedaba lleno de sangre de algunas cabezas que nos traíamos, más tarde ascendimos a un Ibiza, total que no era nada ese coche en el monte.
Cierto es que disfrutábamos de un Land Rover ocasional, pero eso era otra cuestión, las monterías de amigos las disfrutábamos con nuestros coches.
Un .270 FN Browning en los 80 pienso
Más tarde (allá por los 80) ascendimos en arma a unos estupendos .270 FN Browning, también teníamos otras armas, pero las nuestras eran las primeras, los FN, anda que no matamos caza con aquellos magníficos rifles.
Tiros largos y cortos en veredones y en rasos a muchos metros.
Uno de aquellos fue partido en un trozo de los mordiscos y navajos de un guarro en una montería (al acudir al agarre), por no tirar mi hermano al cochino (pues tenía enfrente en línea a mi padre y a mi hermana) salió corriendo pues el guarro se le echaba encima, en la caída se le cayó el rifle y el guarro le emprendió a jetazos con el rifle, temiendo todos los que estaban por allí de que iban a salir en los periódicos con el siguiente titular.
Guarro mata a disparos a tres monteros pienso
Ascendimos también, con el asunto de visión, recuerdo un visor Swarovsky que tenía un .300 FN que era la bomba, tenía hasta 6 aumentos, eso te llevaba a unas posibilidades inimaginables, y cuando cogimos uno de 9 aumentos, la gloria. Aunque no tirábamos muy lejos pues lo nuestro eran las monterías.
En la mayoría de las posturas era innecesario el visor, aun teniendo una buena anchura los cortaderos. En los puestos de testeros, teníamos la costumbre de dejar cumplir la caza hasta tirarla a escasos metros, regodeándonos de quien lo tiraba más cerca.
Esa era nuestra costumbre, la de no tirar a 300 metros, de dejar cumplir a una res, de dejar que el vecino del puesto de al lado le pasara un guarro por una de sus zonas, que habíamos delimitado anteriormente en una línea imaginaria, por regla general por una aulaga o una encina próxima al cortadero.
No disparar fuera de tu tiradero pienso
Recuerdo que hace un par de años atrás, en una de las manchas donde solía cazar, le salió al del puesto de abajo un guarro casi cerca a la mitad que delimitaba su puesto con mi tiradero, el del puesto de abajo tiró una vez y falló. Cuando me reuní con él me dijo que se le había encasquillado el arma y que por qué razón no tiré yo el macareno.
Respondí claramente que no tiré el cochino ya que este estaba en su tiradero que habíamos delimitado, y que no me gustaba que me hicieran a mí lo que yo no hacía. La sorpresa del montero fue tremenda dudando de que yo sabía lo que hacía…
A pesar de todo me he pasado al temible X, R, Z pienso
Confieso que, desgraciadamente, yo también he caído en los ejes monteros, tengo Blaser, Z6 y todoterreno, y creo que desgraciadamente pues me peleo con ellos en algunas monterías que me hacen descartar (según el método cartesiano) mi forma de entender la caza.
Pero también confieso profundamente que me pone el vello de punta el matar un guarro en unos peñones o en un veredón, que me excita sobremanera ver la carrera de una res, dejarla cumplir, y tirarla cuando más cerca esté (aun así, alguna vez los fallo).
Me seduce tanto tener un agarre al lado, que no me puedo aguantar y tiro de cuchillo con la adrenalina a tope.
Me subliman los perros punteros sacando los guarros de sus encames con sus JIPIOS cansinos y sin parar hasta que llegan los refuerzos.
Alucino con el pisteo en el monte, con la carga de los muleros, las candelas de los perreros esperando a recoger todos, cuando tiene que coser a alguno de los mejores canes.
Disfruto tanto con un chorizo de matanza, un trozo de panceta y un buen vino en lo alto de la sierra que se me olvida que hay una comida en el cortijo.
Prefiero la tertulia de los perreros, los muleros o los secretarios a la de muchos de los monteros.
Prefiero el acero de mi cuchillo al del rifle. pienso
Hoy en día, cuando en una montería veo a algún montero ataviado de forma sencilla, con un coche modesto, llevando en su hombro una funda desgastada, no lo minusvaloro, pues seguro que de ese personaje adusto, sencillo, callado, curtido por el viento, seguro –decía– que te puede enseñar mucho, pero que mucho del monte.
Aun así, debo confesar que me he pasado al temible X, R, Z.