Opino que verse en un incendio es lo más parecido a estar en el infierno. Su devastador efecto me lleva a la comparación, sin encontrar una alternativa que mejor lo identifique.
Todo al paso de las llamas es sinónimo de desolación, de muerte. Que el drama del monte ardiendo se esté convirtiendo en habitual no puede significar que la impotencia y la rabia que sentimos quede tan solo en resignación, en pensar qué mala suerte o en qué le vamos a hacer. No se puede claudicar, nos va la vida en ello. Debemos poner absolutamente todo de nuestra parte para que no ocurra. Los campos cada vez más resecos por la disminución de las lluvias son tea pura a la que solo le falta la llama que lo prenda.
“Muchos pocos hacen mucho” el infierno
Cazadores, pescadores, verdes o amarillos, etc., todos debemos, por una vez al menos, estar de acuerdo en aunar esfuerzos en pro de la salvación del planeta porque, como dice y bien mi amigo Iván, profesor del ramo y biólogo, “muchos pocos hacen mucho”. Empecemos con lo que nos rodea, lleguemos a toda nuestra provincia y sumando esfuerzos, por extensión, intentemos salvar el país. Y los vecinos, ídem con el suyo y así el globo. Porque no podemos continuar sumando hectáreas quemadas por miles, aquí o allá, en Sebastopol. Porque a este paso cuando queramos ponernos en marcha nada habrá ya que salvar y será nuestra propia existencia la que peligre seriamente.
Para los que creen que es un problema de medios les diré que, en los setenta, cuando yo era un crío, no había ni la décima parte de los actuales y comparen la superficie calcinada con las de hoy. Y entonces, los veranos se pasaban a la vera de los ríos haciendo comidas ¡en la lumbre! y disfrutando del baño sin las prohibiciones de ahora. ¿Es, pues, un problema de medios o lo es de otro tipo? Quizás lo que había de sobra era responsabilidad.
Siempre insisto en lo mismo cuando el debate pone el foco en la limpieza de las ciudades, sobre todo en campaña electoral: mío no recogen absolutamente nada. ¿Por qué insisten siempre en que hay que aumentar el gasto en más personal y medios para mantener las ciudades limpias? ¿Es que la sociedad, en general, es incapaz de tomar conciencia activa de los problemas que tiene? ¿Acaso es imposible que cada uno de nosotros seamos conscientes de nuestras responsabilidades?
No todo hay que ponerlo en manos de los políticos el infierno
Suelo ser bastante beligerante con nuestros políticos, pero no todo hay que ponerlo en sus manos.
A menudo, el humano, hasta que no se da de bruces con el problema, no reacciona. No esperemos a que llegue ese momento. Los vídeos de animales huyendo entre llamas, las casas calcinadas, las personas que fallecen y las que exponen su vida intentando sofocar un fuego deberían ser suficientes argumentos para reflexionar y cambiar (costumbres que entrañen riesgo, educación, etc.). Hablemos de ello abiertamente, pero no en modo lastimero sino viendo qué podemos hacer cada uno de nosotros. Compartamos nuestras reflexiones con amigos, compañeros, familiares, etc., en aras de concienciar a todo el mundo de que tenemos que tomar parte activa para evitar que continúe el tremendo drama que vivimos.
Si no lo hacemos, negro y desolador será nuestro horizonte, como el mismo infierno, pero aquí, en la tierra… o lo que de ella quede.