Políticamente incorrecto
La primavera entró sin llamar y sin apearse siquiera, pero brotando por doquier como si el camino solo lo dibujara ella. La naturaleza, por fortuna, sigue su curso y apenas nos necesita; si acaso, que la dejemos en paz que, por pasar, hasta de la política puede, aunque los políticos la vean frágil y desprotegida.
El hombre debiera encontrar su lugar de inquilino en ella y no creer que es el arrendador de la cosa. Mostrarle más respeto en sus faraónicas obras y también en los gestos más sencillos: dejar de tirar basura por donde quiera que vaya, no consumir recursos sin control, etc., etc., (no creo necesario continuar).
Los cazadores somos garante del presente y futuro de la naturaleza
Los cazadores, que disponemos en España de alrededor del 80% de la superficie acotada, somos garantes de su presente; y de su futuro, también. Las grandes extensiones que ocupan nuestras reservas de caza avalan nuestra actividad. Son reflejo del buen estado de salud de las especies y de sus hábitats, aunque no caigamos en la autocomplacencia, que todo es susceptible de mejora o de lo contrario, como veremos en poco tiempo en los parques nacionales si nadie lo remedia. Somos la línea que nos une a nuestros antepasados, que no eran precisamente veganos (a algunos les gustaría), y queremos y debemos, ahora más que nunca, cumplir nuestra función en el frágil equilibrio de la naturaleza, como antes les decía.
Aumentar las restricciones al medio rural condicionando su vida hasta la asfixia mientras se siguen promulgando leyes por y para el llamado ‘bienestar animal’ no traerá otra consecuencia que el abandono del campo (digo, la desaparición de los pocos que aún lo habitan). No veo, créanme que no, a los urbanitas, por ejemplo, yendo a desbrozar caminos para poder seguir accediendo a la montaña o a los pueblos, tal cual lo hacen ahora.
Les pedía el padre, ya fallecido, a sus hijos cuando vendimiaban el viñedo familiar en la meseta de la vieja Castilla que dejaran siempre algo en cada cepa para el que viniese detrás, que bien podrían ser perdices, liebres o alguien que hiciera la rebusca, ya que siempre había quien, tras cosechar, acudía a coger aquello que el propietario dejaba en el campo. Este ejemplo de generosidad, muy en desuso, sirve para ilustrar que hasta aquí hemos llegado gracias a lo que otros hicieron, con conocimiento y sentido común, logrando mantener, mejorar y legar, lo que recibieron. De la misma manera, los herederos de la viña siguen haciéndolo a día de hoy tal y como lo aprendieron, sin necesidad de leyes de por medio, como tantas otras cosas…
Señores políticos, por favor, dedíquense a lo necesario, a lo importante y urgente
Conviene no echar en el olvido que la riqueza ecológica que disfrutamos se ha nutrido, además de la enseñanza recibida de nuestros mayores, de los necesarios fondos que hemos aportado los cazadores, que ni han sido ni son fruto de subvención alguna, tengámoslo claro. Sin esos fondos, la práctica totalidad del país no sería acotado y, por tanto, ni estaría vigilado ni protegido. Piensen en las consecuencias. ¿Acaso es lo que se quiere? Llevemos cuidado, porque cuando la estupidez y el sinsentido se asientan en la sesera de quien manda, mal paso llevamos. Cuando los gobernados asienten con el disparate, mal futuro les aguarda.
Hartos estamos de que nos traten tal que a idiotas, regulando nuestra vida al completo, a cada paso que damos, con cada cosa que hacemos, como si fuéramos inútiles o delincuentes. Y, encima, hay que escuchar cómo se les llena la boca de todo lo que trabajan… ¡por nuestro bien!
Sigue cantando el poeta: «Niño deja ya de joder con la pelota, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca»... Pues eso.
Señores políticos, por favor, dedíquense a lo necesario, a lo importante y urgente, ¡que no es poco!, déjennos vivir en paz y ¡váyanse a la mierda!