Febrero es invierno. Invierno que sale a pescar sus días por caladeros polares; lo lleva en el ADN. Nos trajo a Filomena y nos hizo pensar y buscar, entre los recuerdos, la última vez que sentimos frío tantos días seguidos. Una parte del país tenía casi olvidados gorros, bufandas, guantes y abrigos, que hacen llevaderas las rutinas cotidianas. ¡Y las botas! Vitales en nuestra indumentaria para ir al colegio (cuando los que peinamos canas éramos unos críos) y que no dejaríamos hasta bien entrada la primavera. Ahora la chavalería se pasa el invierno en zapatos y zapatillas, en pos de la moda y, quizás, también, de la frivolidad; se congelan las huellas en la nieve y, por elevación, hasta las ideas.
En los días de crudo invierno, la fauna requiere de ayuda porque la comida ha quedado bajo la nevada y el hielo. La distribución por el monte de pacas de paja, alfalfa, heno…, servirá para paliar la escasez causada por el temporal. No tengan duda que, a los subvencionados ecologistas, esta preocupación les habrá llevado a colocar el abrigo o gabardina a sus mascotas. El dinero que reciben (del bolsillo de todos) se destinará, además de a vivir del cuento, a extender la demagogia que los justifica y los hace del todo necesarios a ojos de una sociedad cada día más ciega. Mientras, los problemas del campo los han de solucionar quienes están de verdad cerca de él: la gente rural, los cazadores y pocos más.
Tiempos de incertidumbre Febrero
Atrás quedó la temporada de la menor, a la que no le pondremos ningún marco, y por delante, tres-cuatro semanas más de mayor y veremos, aunque parece claro que tampoco necesitaremos el pan de oro (para el marco, digo). Y es que corren tiempos de incertidumbre. Y nos ocupa y preocupa el no saber ni cuánto durará la pandemia y si quedará únicamente en esta temporada o llegará más allá. Dice un viejo proverbio polaco: «El pasado es una lámpara colocada a la entrada del porvenir». Habrá que situarla donde alumbre bien el camino y evitar tropiezos en las mismas piedras. Lograrlo es cosa de todos.
De incertidumbre sabemos los cazadores porque incierta es siempre la caza libre y salvaje. Inseguro debiera ser el resultado de cualquier cacería y no ha de estar escrito de antemano. Y así entiendo que el principio que debe fundamentar la caza, sea cual sea la modalidad que se practique, es su resultado incierto. Conviene recordarlo, se comparta o no…, que cada uno es muy libre de tomar el camino que le convenga y en mi ánimo no está polemizar porque estamos donde estamos por la evolución (me guste o no) de la sociedad. Pero quizás sea por eso por lo que conviene recordar –aunque sea de tarde en tarde– que el norte no se ha movido un ápice, permaneciendo en el mismo lugar.
Fue Ortega quien dijo «No es esencial a la caza que sea lograda {…} Toda la gracia de la cacería está en que sea siempre problemática».
Amén. Febrero
¡Disfrútenla!… mientras dure.
Por Ángel Luis Casado Molina ⁄ www.librosdecaza.es
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