Junio. Decía aquel cura a sus feligreses: «En tiempo de melones, cortitos los sermones». El temor a que la parroquia desconectara por el calor obligaba a hacer breve el sermón con el fin de conseguir que el personal permaneciera atento.
Yo no sé si culpar al mes o a los corzos del atraco de sueño que sufro. El caso es que el uno por el otro me deben… muchas horas de descanso que no voy a recuperar. Y uno no tiene ya el cuerpo para que le roben horas de camastro.
Son las seis de la mañana y el escasamente cuerdo que esto relata va con el rifle al hombro
El tañido de la campana lejana señala que son las seis de la mañana y el escasamente cuerdo que esto relata va con el rifle al hombro, pateando el crujiente camino dadas las fechas en las que nos encontramos. Me acompañan las primeras luces del amanecer desde hace unos minutos y pienso que apenas han pasado seis horas desde que salí del campo anoche y otra vez estoy pisando pasto. En ese tiempo, tuve que recorrer el camino de vuelta al hotel, ajustar algo la higiene, tomar un ligero bocado… y ¡ni a calentar la cama llegué!
Solsticio de verano
Junio, que hará cumbre el día 20 con el solsticio de verano, cota máxima antes de iniciar el descenso y regalar más tiempo a la noche a costa del astro sol, sigue dispuesto a doblarnos el brazo de la cordura. Atrás quedaron los muy llevaderos abril y mayo que nos dejaron mejor cuerpo y moral.
No debemos perder los vientos de lo que significa la caza libre y salvaje
De este fugaz viaje de la memoria me quedo con que hay que mirar al futuro sin anhelos de otros tiempos, convencido de que no debemos perder los vientos de lo que significa la caza libre y salvaje, aceptando la crudeza de los meses de verano y disfrutando hasta del silencio de nuestros pasos en la soledad del rececho.
Es difícil recechar
Difícil es recechar cuando el monte brama bajo nuestros pies, aunque despacio y buscando lugares que guarden algo de humedad se consigue caminar sin hacer un excesivo ruido. También se trata de salir, de gozar de la naturaleza olvidando por un tiempo el trabajo, los problemas, el teléfono y sentirte parte de un paisaje al que acudir a embriagarse de sensaciones y olores a cantueso, romero, brezo en flor…, por encima de los inconvenientes.
La buena suerte no está en lograr un gran trofeo sino en poder salir al campo con el precinto en el zurrón
Buscamos ser sorprendidos por el campo del que creemos conocer lo que esconde en sus entrañas y avanzamos por él con la ilusión y la esperanza de ver un ejemplar macho y adulto donde siempre vimos una hembra, o donde nunca vimos nada, a pesar de lo que prometía el paraje.
Insisto que la buena suerte no está en lograr un gran trofeo (que también) sino en poder salir al campo con el precinto en el zurrón, porque la vida sigue, sea junio o diciembre, y se nos olvida con demasiada frecuencia.