Con la caza a cuestas

Cada lance, una historia. Por Ángel Luis Casado

lance Caza
Cada lance, una historia…

Se marchó enero y el primer pensamiento escapa al tiempo, que ¡vuela!

Cada lance, una historia

En los meses que llevamos de temporada han saltado ya muchas reses por los collaos. Han evitado pedrizas confirmando las querencias; han asomado por traviesas y…, otras tantas, rodaron por culpa del certero plomo del montero. Siendo varias decenas de miles las abatidas cada campaña, si de cada una extrajéramos su historia, ¿pueden imaginar el número de ellas tan diferentes que obtendríamos?, aunque todas llevarían un común denominador: los perros, las citadas balas o el acero de podenqueros y cazadores. Siempre al amparo de nuestras sierras y montañas, escenarios inigualables.

Las que se fueron de soniche…

Historias de las que se fueron de soniche; de las que saltaron a la raña empujadas por los canes. De ladras por el hondo del valle con el incansable jaijai del podenco persiguiendo al cochino que, tras pegar el tornillazo, coge sierra arriba, buscando ahora el portillo por donde trasponer y salvar la pellica.

Historias de agarres y de peligros. De tantas emociones…, imposibles de recuperar y enumerar.

De guarreo o de postín… lance

Historias que debieron quedar aderezadas, unas con zahones engrasados y con sombreros o gorras y chambergos, otras. De paños o panas gastadas. De elaborada cocina o trébedes de rojo metal candente. De mantel y vidrio o papel y plástico por doquier. Con servicio de camareros o de cucharada y paso atrás en la misma sartén que llegó del fuego. Al aire libre o en casa principal. Con lumbres al trascacho o en chimeneas de altos vuelos. De guarreo o de postín. Por caminos asfaltados o de herradura…

Todas coincidentes en las espesuras de robledales, chaparrales, brezales, jarales… de las manchas a cazar. Con suelta de traíllas o de rehalas sin par; donde los primarios instintos quedaron resueltos con ayuda del aire, el buen hacer de unos y de otros, para lograr el premio de cobrar la res.

Unos tiraron de la pata y otros dejaron la marca para el acemilero…

Por colofón, unos tiraron de la pata y otros dejaron la marca para el acemilero. En unas juntas recogerá el camión frigorífico y en otras, de mata y cuelga, difícil será llegar a verlo.

Historias en cercados de alambre o en manchas de cerco infinito, abiertas de par en par y por único límite… la tablilla del acotado.

La caza. Distintos caminos para el mismo ejercicio

De ritos y costumbres, todas. Estiradas más allá del café de sobremesa, donde los lances de caza toman cariz de viejas batallas, de viejas historias, dibujadas tras infinidad de horas en el puesto, incontables sueltas y mientras resuenan en el monte las caracolas, sermoneando su celestial música, de llamada a los perros que no terminan de volver a los camiones.

La caza. Distintos caminos para el mismo ejercicio.

Aquí me quedo y regreso al inicio del relato: trajo una docena y once le quedan…

¡Aprovechen, que aún estamos a tiempo!

Cada lance, una historia. Por Ángel Luis Casado Molina

www.librosdecaza.es / [email protected]

Naturalmente la Caza
Naturalmente, LA CAZA, llega a su segunda edición, naturalmente, como no podía ser de otra manera.

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Naturalmente, LA CAZA, llega a su segunda edición, naturalmente

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