Aunque al tórrido verano se le colara el otoño antes de tiempo, queda meridiano que ha vuelto de nuevo, ahora reencarnado en el veranillo de San Miguel o del membrillo, a cumplir con el refranero y parece que no lo va a dejar en mal lugar, a juzgar por las temperaturas. Veremos hasta cuándo se queda.
Climatologías al margen, el calendario corre y la vida con él.
La caza es…
Vienen días de andar por el monte, la campiña, barbechos o bosques, acompañados o en solitario con nuestros perros. Días de madrugones, de robarle horas a la familia, a la cama…, de esfuerzos en llegar al puesto, de meditación en la soledad del mismo manteniendo el oído de guardia.
La caza, además de horizonte que estimula nuestras vidas, es el cenicero donde apagar los malos ratos, el estrés y los problemas.
La caza es afición, pasión, una necesidad vital que, incluso, nos ayuda a buscarnos a nosotros mismos. Y la caza, no hay duda, ¡nos mantiene vivos!
La caza termina en la cazuela, firmando su epílogo en el plato y en las consiguientes sobremesas, donde volvemos al monte a repasar, de nuevo, jornadas y lances.
El campo necesita, de manera ineludible, nuestra intervención para regular lo que en él ocurre
La caza en crisis de respeto es también el argumento de nuestros críticos, contrarios a su práctica, que no tienen el más mínimo inconveniente en ponerse morados a venado en salsa o a la plancha, en tomar una hamburguesa de jabalí o de apretarse unas judías con perdiz o un arroz con conejo si se lo pones delante, eso sí, después de aclarar y reducir el argumentario, a que ellos no matan animales. ¡Qué cosas! ¡Lo obvian todo! Empezando por el principio, que el campo necesita, de manera ineludible, nuestra intervención para regular lo que en él ocurre (siempre con la ley bajo del brazo, entiéndase bien y de manera responsable).
Hay que intentar cambiar por una mirada a largo plazo en la que prime el todo
Debemos ser consecuentes, no con nuestros intereses, sino con lo que la realidad (poblaciones, hábitat, etc.) permitan o requieran en cada momento y en cada lugar. Objetivos inalcanzables para quienes tienen una visión cortoplacista y egocéntrica de la caza, pero que hay que intentar cambiar por una mirada a largo plazo en la que prime el todo, por encima de lo que nos interese o convenga a algunos.
Disfruten llegando al corazón de la naturaleza y gocen los días en ella desde el puesto o a tronchamonte
Llega una nueva temporada y volveremos a repasar esas cosas que requieren de manera obligada nuestra atención: la revisión de las armas y de toda la documentación. Que tengamos en vigor la licencia y el correspondiente seguro. Que la ropa y el calzado estén tan en orden como el remolque y su obligatorio extintor (ojo), los collares de los perros, etc. Carrusel que repetimos un año más pero con novedades que pueden deparar desagradables sorpresas si se pasan por alto y, que a pesar de todo, ya verán como no faltan los «anda, las botas», «vaya, las balas», «ostras, la navaja»…
Disfruten llegando al corazón de la naturaleza y gocen los días en ella desde el puesto o a tronchamonte por valles o dehesas, cimas o barbechos, en plenitud. Con barro en las botas o frío en el rostro, pero con la felicidad de llevar de la traílla a nuestros perros o empujándoles con la voz y la caracola o yendo con la escopeta o el rifle al hombro… ¡de caza!
¡Feliz temporada a todos!
Una nueva temporada, por Ángel Luis Casado Molina
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