Hartos de tanto gato por liebre, nos hemos manifestado, reclamando que cese ya la hostilidad del que gobierna contra el mundo de la caza bajo el mantra de lo ecológico, lo sostenible y ser más verdes que nadie, aunque sea solo en modo pose porque en sentido cierto…, ya me dirán. Me estoy acordando del cierre y demolición de las centrales térmicas que, algún día, alguien tendrá que explicar. Mientras, prohibido hablar de nucleares (esas que la UE acaba de declarar verdes) y vengan placas y molinos meapilas a nuestros campos. Seremos los más verdes del mundo, aunque no podamos ni pagar el recibo de la luz. ¡Con un par!
¿Por qué nos hemos manifestado?
Por amordazar la caza hasta su asfixia. Por ocultar la realidad bajo un manto de normas restrictivas. Por negar y tergiversar los beneficios de la caza en el medio ambiente y rural, faltando a la verdad sin ruborizarse. Por su cinismo cuando evitan usar la palabra caza y se refirieren a la misma como “control poblacional”, ya sea en referencia a los Parques Nacionales o cada vez que toca, como si la propia caza no llevara implícito el citado ajuste de las poblaciones. Por las graves consecuencias para la naturaleza y las especies que está teniendo la decisión de prohibirla en los citados parques. Por esa alimaña de ley camuflada bajo el seudónimo de “bienestar animal”…
Hijas de tanta impostura y falsedad son las leyes que ayer ¡rechazamos públicamente!
¿No tenemos suficientes problemas como para que nos sigan fastidiando la vida a base de leyes absurdas y coercitivas que tienen más propaganda partidista que contenido? Leyes con forma de zanahoria que regala el gobierno a la minoría que lo sustenta en él. Leyes que rebasan lo cinegético y alcanzan la forma de vida de muchas personas. Debieran, quienes leyes siembran por inundación, darse un paseo por la montaña, a tronchamonte, a ver si consiguen encontrar el norte, el que nunca perdieron porque, claramente han demostrado, no haberlo tenido.
Espero que no banalicen el esfuerzo de llegar a Madrid desde todos los rincones del país en autobús, en tren o en coche, madrugando y pasando un buen número de horas para hacer el viaje. No lo hagan porque estos sacrificios, quienes los hacemos, no los echaremos en olvido y estarán bien presentes cuando nos llamen a votar.
Al pan, pan y al vino, vino
Ayer, 20 de marzo de 2022, le hemos puesto el cascabel al gato (una vez más), del mismo modo que seguiremos echándole arroz a la liebre. Reivindicamos la caza y la vida rural llamando a las cosas por su nombre, sin engaños ni tapujos: al pan, pan y al vino, vino, que, en nuestra realidad, el lobo no se defiende de los tres cerditos ni fue la abuela quien se comió al lobo.
–¡Oiga!, ¿le apetece a usted un arrocito?
¡Miauuuu!
¡No se fíen, estos no descansan!