A los que estamos acostumbrados a ir por caminos de herradura nos tocó asomarnos a la capital y, lo mismo que ocupamos portillos o subimos a la sierra por pedrizas, hicimos esta vez el esfuerzo en recorrer los kilómetros que nos unieron a otros compañeros para marchar por la caza y lo que la rodea, en Madrid.
Estos, que han hecho de la política su pesebre, han pinchado en hueso
Allí acudimos (por nosotros) por nuestros abuelos, padres e hijos, a defender lo que de ellos hemos recibido para legarlo vivo y mejorado, si fuera posible. Por ellos, por nuestras tradiciones que las llevamos en la sangre, que las hemos mamado y nos identifican. No se trata de algo superficial, accesorio o caprichoso; la caza nos toca la médula, la salud, la vida. Estos, que han hecho de la política su pesebre, han pinchado en hueso ¡A ver si se van enterando!
Sonaron las caracolas en la Castellana tras hacer algunos perros el camino hasta la junta en el metro, en una imagen para el recuerdo. Junta de demandas, junta de rastros, de tractores marcando sobre el negro asfalto la linde del derecho y de la justicia que bien reclamaron. Por los mismos pasos, caballos, que los hubo, redoblando sus herraduras por lo urbano también, mostrando el verdadero bienestar animal, el que hace posible (hasta ahora) su dueño, sin necesitar ley o imposición alguna que provenga de despachos ignorantes sobre lo que es y necesita un solípedo. Mejor sería disfrutar de ellos en el campo pero nobleza obliga y, entre la marea naranja, cabalgaron.
“Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos”
Y todos juntos, banderas de distintos puntos de España al viento, una sola voz y un solo sentimiento, como no ocurría desde…, hace ya tanto… Orgullosos de lo nuestro, marchamos los españoles de corazón disperso por la geografía del país: desde Andalucía hasta el norte, desde Extremadura a las Baleares, ¡todos! y los que no cito, también. Exhibiendo músculo, clamando ante tanto atropello y alzando la voz por y para LA CAZA.
“Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos” dijo un famoso empresario ¡Bien que lo demostramos!
Una marea que tenía color naranja… y que ¡ni nombraron! Señores, es la ¡caza!
Testigos mudos fueron Neptuno, la diosa Cibeles, Colón… y unos medios de comunicación que, si tuvieran vergüenza, se lo deberían hacer mirar porque la caza fue el aire que allí se respiró, el fuelle que alentó la llama de la manifestación junto con agricultores, ganaderos, la tauromaquia, etc., en una marea que tenía color naranja… y que ¡ni nombraron! Señores, es la ¡caza! Se podría decir más alto, pero no más claro: ¡¡¡LA CAZA!!!
Cabeza alta y pa’lante, que esto no ha acabado. En Francia se acaba de aprobar en el Parlamento que aquel que interrumpa una cacería está cometiendo un delito penado con hasta un año de cárcel y una multa de 30.000€. No es mal espejo en el que mirarnos.
¡Qué no se apague la llama!