Han pasado los meses de las escopetas en los armeros y nos empieza a picar ya el gusanillo de un nuevo periodo cinegético: se abre la media veda. En la mente de todos están las rubias codornices que volarán ágiles a la postura de nuestros inseparables compañeros de fatigas desde linderos, arroyuelos y rastrojos de cultivos recién segados.
Sin embargo, es por desgracia cada vez más complicado poder disfrutar de estos lances codorniceros por la disminución de una especie que, como otras de menor, no están atravesando por su mejor momento.
Diversos cambios, sobre todo de hábitat en el norte de África, donde se están llevando a cabo importantes programas de desarrollo de amplias zonas de regadío, consiguen que las codornices se encuentren a gusto entre sus frescos cultivos y obtengan alimento y refugio suficiente para nidificar, evitando el esfuerzo de tener que efectuar el paso del Estrecho, quedándose a criar en esas zonas del sur. Por otro lado, tampoco debemos olvidar que en nuestros cotos también la situación ha cambiado y, a pesar de que éste ha sido un año especialmente lluvioso y fresco que ha favorecido la cría de esta galliforme, el adelanto de las cosechas, la tecnificación de la agricultura, la siega y empacado en verde de muchos forrajes a lo largo del mes de mayo no se lo ponen fácil a las codornices. Y no podemos olvidar el abuso de pesticidas y herbicidas y, por qué no decirlo también, una ausencia casi total de medidas de gestión cinegética óptimas para nuestras migratorias que tampoco ayudan. Al final, como sucede para casi cualquier especie cinegética, una caza abundante pasa por una gestión generosa que no siempre somos capaces de asumir.
A pesar de todo, la media veda no es sólo codorniz, sino que son también otras las aves que nos pueden hacer pasar una agradable atardecida de verano apostados tras una mata fresca frente a una charca. Nos referimos a las tórtolas, sobre todo turcas, y las palomas, principalmente las torcaces, cada vez más sedentarias y más abundantes en campos y ciudades, cuyos censos cuentan con una tendencia creciente porque, a diferencia de codornices o tórtolas comunes, son especies muy adaptables a diversas condiciones de nidificación o alimentación que favorecen su éxito reproductivo y, por tanto, su abundancia en nuestros cotos.
Apuntes de caza en la media veda
Como casi todos sabemos, se trata de un tiro a aves ligeras y gráciles, de vuelo rápido y quebrado, que hace difícil acertar si no se hace con buena puntería y muchos reflejos. En este sentido, además de la tradicional caza en mano de la media veda para la codorniz, en la que, de vez en cuando, al recorrer los límites de pequeños bosquetes de retama, pino o encina, espantamos alguna tórtola, es común en muchas zonas de nuestro territorio una caza en unos particulares aguardos o esperas a tórtolas y torcaces. Estas esperas son al amanecer o al atardecer de los calurosos días de verano, apostados entre vegetación espesa, en áreas próximas a zonas en las que las aves sestean, se alimentan o beben, de modo que, aprovechando el paso, en sus movimientos diarios entre unas y otras, son abatidas. Son frecuentes los cazadores que, con mimo, preparan este tipo de puestos en puntos próximos a fuentes o siembras querenciosas.
Tampoco debemos olvidar la caza de torcaces al acecho, de modo que, en zonas del centro y sur de España, principalmente a la sombra de grandes encinas o nutridos olivos, esperamos a que las aves vuelvan a dormir a las copas de los árboles que le sirvan de cobijo y defensa de los predadores durante las cortas noches del verano. El requisito principal que es necesario cumplir para tener éxito cuando empleamos esta modalidad de caza es la inmovilidad con la que debemos permanecer para evitar ser descubiertos por los pájaros que, a su vuelta a casa, son capaces de detectar de forma precisa cualquier situación que les pueda resultar extraña, causando en ellos una desconfianza que sirva para que giren en su vuelo y den al traste con las, algunas veces, largas esperas.
La munición en la media veda
Las torcaces son aves muy resistentes al tiro, pudiendo aguantar en vuelo durante cientos de metros aunque hayan sido heridas de gravedad. De este modo, es esencial no perder de vista al animal al que hemos tirado para seguir su estela en vuelo, ya que, a pesar de que, al menos al principio, nos pueda dar la sensación de haber fallado, tras un breve trayecto, podemos ver como el animal cae hasta llegar incluso al suelo, bastante lejos de donde nos encontramos.
Por el contrario, tórtolas y codornices son más gráciles y menos resistentes que las primeras y, además, los lances cinegéticos suelen producirse a distancias más reducidas, por lo que, el efecto de un buen tiro suele ser más inmediato, haciendo que la trayectoria de vuelo del animal abatido cambie de forma brusca hasta caer a pocos metros de nuestra posición.
Por este motivo, es importante adaptar, en la medida de lo posible, la munición a la especie mayoritaria en nuestro coto. Así, para las primeras, por su mayor dureza y resistencia, debemos elegir un calibre de una potencia suficiente, un 7 a la derecha y un 5 a la izquierda, por ejemplo, e incluso, aunque no es el caso en la media veda, cuando se trata de cazar torcaces en puertos, en los que los tiros se efectúan a largas distancias, se eligen frecuentemente perdigones del 4 y escopetas de cañones largos que permitan aumentar las posibilidades de abatir las palomas de un buen tiro. Para el resto debemos aligerar un poco la munición, evitando dañar demasiado las piezas sin perder eficacia en el tiro, para ello, podríamos emplear un 5-8 a la izquierda y un 9 a la derecha.
Apuntes de gestión
La gestión específica de aves migratorias ha sido tradicionalmente la gran olvidada entre las medidas practicadas para las especies de menor en nuestro país, si bien muchas podrían ser comunes y benefician, en general, a codornices, perdices, tórtolas u otras especies de caza menor, como el conejo y la perdiz.
Sin embargo, la situación actual, sobre todo para el caso de la codorniz, hace recomendable abordar con mimo un plan específico de gestión que persiga la recuperación, al menos en parte, de los tradicionalmente abundantes censos de la especie en muchos cotos codorniceros de las grandes mesetas peninsulares.
En este sentido, hemos apuntado ya algunas medidas que, apoyadas en años como el que hemos vivido, de temperaturas frescas y lluvias copiosas que se han traducido en una rica primavera tanto en forrajes como en granos y, sobre todo, en un cierto retraso en las cosechas, aprovechamiento de barbechos y respeto de rastrojos, pueden ayudar, sin duda, a enriquecer las perchas veraniegas. La gestión cinegética pasa por una gestión agrícola y debemos trabajar de la mano de los propietarios de fincas y cultivos para hacer la vida más fácil a ésta y otras galliformes.
En el caso de palomas y tórtolas, por sus hábitos y biología diferentes, la gestión debería apoyarse, si así lo requiere el coto, en el mantenimiento de puntos de agua, principalmente charcas, suplemento alimenticio cuando sea necesario y, sobre todo, respeto y aprovechamiento razonable y sostenible de las zonas de nidificación y refugio cuando están presentes en nuestros cotos.
La gestión de codornices, palomas y tórtolas es posible y necesaria, y no debemos olvidar que en el momento actual, por desgracia, la caza menor requiere de nuestra ayuda para ofrecernos las satisfacciones de antaño. CyS
Por equipo técnico de Ciencia y Caza