Les llaman asesinos, les insultan, les desean la muerte. Los cazadores se han hartado de agresiones y este domingo, bajo el lema «Sí a la caza, nuestra forma de vida», se manifiestan en 40 ciudades. «En los últimos meses estamos viendo ciertas tendencias que se están radicalizando y nos están faltando al respeto en todos los ámbitos. No es tolerable. Una cosa es que te insulten y otra que te digan cosas que incitan a delitos de odio», defiende Ángel López, presidente de la Real Federación Española de Caza (RFEC).
La protesta también pretende visibilizar los beneficios que aporta el sector cinegético. En España hay cerca de un millón de cazadores y la actividad, según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, reporta un flujo cercano a los 4.000 millones de euros anuales y 55.000 empleos directos e indirectos. Pero pese a que la caza es la tercera actividad con más licencias deportivas (federativas) del país –solo por detrás del fútbol y del baloncesto–, sus integrantes sienten que el gran público, en concreto el urbanita, desconoce su realidad.
«Es habitual que te digan que ojalá te pegues un tiro, que ojalá te mueras en un accidente de caza, que ojalá se muera tu familia de cáncer o que ojalá dieran permisos para cazar cazadores», cuenta Michel Coya, que tras recibir múltiples amenazas en redes sociales ha logrado una orden de alejamiento y tiene varias denuncias en curso.
Frenar la impunidad
Ante esta situación generalizada en el sector, la RFEC reclama medidas al Gobierno para que cese la escalada de ataques. También pide una reforma del Código Penal que frene la impunidad y el anonimato en las redes sociales. «Nosotros solo buscamos respeto. La caza es una actividad legal y reglada. Si otros no quieren que sea así, que luchen para que cambien las leyes», dice Coya, que conoce bien el camino al cuartel de la Guardia Civil con el objetivo de interponer una denuncia. Sin embargo, cuenta, muchas veces se vuelve de vacío. «Te dicen que salvo que la amenaza sea reiterada o muy creíble, no va a prosperar. Hoy no pasa nada por decir que deberías ser tú el muerto y no el jabalí», se lamenta. «No somos asesinos: cazar y matar son cosas muy diferentes».
El sector pide también que se reconozca su papel en la conservación de especies, del medio ambiente y de la diversidad. «El cazador quiere que haya caza y, para eso, le interesa cuidar el entorno», dice el presidente de la RFEC. Galicia o Andalucía son dos de las comunidades que ya cuentan con ellos para sus estrategias de prevención de incendios. «Cuidamos el ecosistema, pasamos mucho tiempo en él», explica López.
Frente a las críticas de ecologistas y animalistas sobre la conservación, López argumenta con las leyes. «Cada coto de caza tiene un plan técnico. La ley obliga al cazador a hacer un conteo anual de lo que se ha cazado y es la administración la que autoriza lo que se puede cazar al año siguiente. Está todo regulado por leyes que además están avaladas por informes técnicos de ingenieros de montes y biólogos».
Además, recalca la RFEC, la cinegética constituye una actividad necesaria para la gestión del medio. «Si no se controla la población de los cotos, los animales cruzan a las carreteras provocando accidentes, perjudican las cosechas y el ecosistema», dice López. De hecho, existe superpoblación de jabalís, un animal cuya caza atrae el turismo cinegético y que supone 25.000 turistas cada año, como el hijo mayor del presidente de EE.UU., Donald Trump Jr., que estuvo la semana pasada en Teruel en busca de la cabra hispánica.
Pero sus argumentos siguen sin convencer a ecologistas y animalistas. Laura Duarte, portavoz de Pacma, no cree que la caza sea un ejercicio que «cumpla una labor de conservación», sino lo contrario: «El desequilibrio y la pérdida de especies se debe a la acticividad cinegética. Pacma defiende su prohibición». También consideran que provoca la superpoblación de especies. «Cuando entra la mano del hombre es cuando se producen esos desequilibrios», dice, mientras Ecologistas en Acción ratifica que son las sueltas las que están «devastando la cadena natural». «La caza se sustenta por el ánimo deportivo y el comercial» y goza de una «austencia total de autocrítica», opinan expertos de la ONG.
Desde Ecologistas en Acción, rebaten que los cazadores no son conservacionistas, puesto que, según las cifras que maneja esta entidad, «matan alrededor de 25 millones de animales cada año» en nuestro país.
Pero López asegura que la caza es una forma de vida. «El ser humano se ha vuelto muy cómodo. Se ha metido la caza en corrales y es más fácil matar un ternero y comerlo. Las granjas los abaten por nosotros».
Fuente: abc.es