Las alarmas saltaron a finales del año pasado: la peste porcina africana (PPA), vieja conocida en Europa del Este, volvía a expandirse por distintos países. El brote partió de la región del Cáucaso, para después atravesar Rusia y llegar hasta Ucrania, República Checa, Hungría, Letonia, Polonia o Moldavia, donde a comienzos de este mes se registró un último caso que condujo a la Unión Europea a tomar medidas.
Desde el pasado día 4 y a raíz de un acuerdo firmado en Bruselas, ningún estado miembro puede importar o exportar jabalíes silvestres. “El riesgo de transmisión de la PPA que representa esta especie, sumado al posible retraso en la detección de la enfermedad, nos obliga a prohibir los desplazamientos”, recoge el documento, que también reclama “responsabilidad” al sector cinegético para impedir “movimientos irregulares”.
La Real Federación Española de Caza (RFEC), que hacía tiempo que venía reclamando que se prohibiera el movimiento comercial de jabalíes, no tardó en mostrarse satisfecha por la decisión adoptada por la UE y pidió a los cazadores que denuncien cualquier situación alarmante. “El cambio de las normas de control sobre la PPA es bien recibido porque conocemos las dramáticas consecuencias que el país sufriría con la llegada del virus”, señala Ángel López, presidente de la RFEC.
España, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, recibe entre 1.500 y 2.000 jabalíes al año. La cifra es minúscula si tenemos en cuenta los alrededor de 50.000 que se cazan al año, pero hay que valorar que un solo ejemplar afectado podría generar un enorme problema. Más aún, si está en libertad.
“La peste se contagia por vías muy diversas -carne, ropa, botas, entre otras- y es muy resistente en el ambiente. La medida de la UE debe ser considerada como un paso al frente, pero hay que seguir extremando las precauciones”, explica Nicolás Urbani, veterinario de la Real Federación Española de Caza y de la Federación Aragonesa de Caza (FAC); y recuerda que “teniendo en cuenta que España es el primer productor de cerdos en Europa, los efectos económicos de la llegada de le enfermedad serían devastadores”.
Sobre Aragón, comunidad en la que más está creciendo el sector porcino, Urbani indica que “a pesar de que apenas hay fincas cinegéticas valladas y no se compran jabalíes porque se prima la caza natural en abierto, el hecho de que Huesca sea la provincia española con mayor presencia de esta especia incrementa los riesgos”. Así, entiende que la labor de los cazadores es “fundamental” porque ellos son quienes están en permanente contacto con la naturaleza y realizan gran parte de las estimaciones poblacionales del suido silvestre.
“Desde la administración europea, estatal y autonómica, se les ha pedido que hagan de centinelas contra la crisis que se está viviendo. En cuanto observen un jabalí sospechoso de padecer la PPA deben comunicarlo”, añade Urbani, y adelanta que este fin de semana se comienza a impartir un curso de formación en sanidad animal organizado por el Gobierno de Aragón en colaboración con la Federación Aragonesa de Caza que, entre otras cosas, servirá para enseñar cómo actuar en casos así.
Recientemente, el consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, se pronunció al respecto. “No se trata de alarmar porque todavía no hay motivos, pero sí de actuar. El apoyo y la acción de la caza en relación al jabalí es importantísima”, valoró Olona.
Letal en el animal
La peste porcina africana es una enfermedad inofensiva para el hombre, pero cuando infecta al cerdo es letal casi en el 100% de los casos. El animal muere con los pulmones encharcados y una hemorragia interna, sin que haya tratamiento ni vacuna que alivie la infección. El sacrificio es la única opción. Afecta a cerdos de todas las edades, tanto domésticos como salvajes.
Rápida propagación
Entre el 11 y 14 de junio se celebró el Congreso de la Sociedad Veterinaria de Porcino en Chongqing (China). Acudieron más de 5.000 profesionales y se analizó la rapidez de propagación de la PPA, llegando a la conclusión de que la enfermedad avanza hacia el oeste a una velocidad de 200 kilómetros anuales.
Fuente: heraldo.es