Científicos españoles han descubierto que una de las poblaciones de rebecos del Pirineo catalán es resistente a la enfermedad de la frontera gracias a una cepa de virus atenuada.
La enfermedad de la frontera (EF) es conocida en todo el mundo en animales de ganadería como las ovejas y las cabras, ya que provoca una enfermedad abortiva que hace disminuir la producción de ganado. El patógeno, del género Pestivirus, inofensivo para los humanos, se transmite vía placentaria de madres a crías, pero también por contacto directo entre animales infectados.
El rebeco (Rupicapra p. pyrenaica) es el primer animal que ha sufrido brotes de mortalidad muy alta en ejemplares adultos infectados con el virus. Estudios anteriores han confirmado que este Pestivirus está presente en todas las poblaciones de rebecos del Pirineo, aunque en la Cerdaña, en el Alto Urgel y el Cadí (Cataluña) es donde ha habido más mortalidad. De hecho, en 2005 se registró el episodio más grave en el que murió el 86% de todos los ejemplares de la Cerdaña y el Alto Urgel.
Sorprendentemente, las poblaciones de rebecos del Pirineo más oriental, en concreto los de la Reserva Natural de Caza Freser-Setcases, siempre se han mantenido estables desde que se sabe que este Pestivirus está en el Pirineo. Según los expertos, después de un brote epidémico de esta enfermedad pueden pasar dos cosas: el virus puede seguir circulando entre la población provocando aún más mortalidad o también puede suceder que la población se recupere rápidamente porque se ha detenido la transmisión y el virus ha dejado de circular. Pero en los rebecos del Ripollés nunca se ha producido ninguno de estos dos escenarios.
Un estudio realizado por investigadores del Centro de Investigación en Sanidad Animal (IRTA-CReSA) y del Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje (SEFaS) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) publicado en la revista Transboundary and Emerging diseases, explica la particularidad de este caso.
Los científicos han identificado dos cepas diferentes del mismo virus de la EF. “La cepa más virulenta es la que afecta a los rebecos del Pirineo Occidental (Andorra, el Valle de Aran y la Cerdaña), donde la mortalidad de las poblaciones es muy alta. La otra cepa del virus, la menos virulenta, es la que actualmente circula entre las poblaciones de rebecos del Pirineo Oriental, el Ripollés”, explica Òscar Cabezón, investigador de la UAB adscrito al IRTA-CReSA.
Esta segunda cepa atenuada ha hecho que los rebecos de esta zona desarrollen anticuerpos que, a la vez, los protege de la cepa más agresiva del virus. “Esto está actuando como una barrera inmunitaria que no deja pasar la cepa virulenta hacia la parte Oriental”, añade el investigador.
La aparición de diferentes cepas en los virus es un hecho habitual y forma parte de la propia evolución de estos, especialmente si son de tipo RNA, como el caso del de la EF. “Estos virus tienen más capacidad de sufrir mutaciones —variaciones en su material genético— a medida que van infectando animales y eso hace que al final se originen nuevas cepas del mismo virus diferentes entre ellas”, explica el equipo científico.
Los experimentos de este estudio se han podido llevar a cabo gracias a la Unidad de Biocontención del IRTA-CReSA, una Infraestructura Científica y Técnica Singular de España (ICTS), que permite trabajar con agentes de alta patogenicidad de nivel 3de Bioseguridad.
Los expertos destacan que en la gestión del medio ambiente y de las zonas rurales es importante conocer las enfermedades que afectan a la fauna silvestre y la doméstica para tomar decisiones y definir estrategias de gestión.
“El estudio demuestra que es importante considerar los diferentes grados de agresividad de los patógenos en estudios de epidemiología. Esto nos ayudará a entender la dinámica de las enfermedades, los mecanismos de transmisión y evaluar el impacto en la fauna según la zona geográfica”, explica Cabezón.
Para los científicos, haber descubierto esta cepa atenuada del virus ha sido una buena noticia para esta especie de rumiante alpino, ya que las poblaciones del Ripollés han sido capaces de preservar más variabilidad genética y esto les ayudará a hacer frente a futuras nuevas enfermedades.
Afortunadamente, en el mismo estudio los investigadores han comprobado que ninguna de las dos cepas del virus de los rebecos puede provocar mortalidad en los rumiantes domésticos como las ovejas, las cabras o las vacas. No obstante, remarcan que hacen falta más estudios para evaluar la posibilidad de transmisión de esta enfermedad entre las diferentes especies de rumiantes.
Fuente: ww.animalshealth.es