Nuestros perros vuelven al campo con la llegada del calor, con la alegría de ejercitar sus cinegéticos músculos y mantener su acción depredadora, como no podía ser de otra forma. La humedad de las lluvias y el incipiente sol primaveral hacen extenderse a nuestra naturaleza en una explosión de color y crecimiento verdaderamente sorprendentes.
Pero, al igual que crecen la hierba, las flores y nuestros bosques, también es el momento de la eclosión de las fases parasitarias que han permanecido a salvo del crudo invierno a la espera de un huésped donde alimentarse, crecer y reproducirse; de ahí, el riesgo potencial para nuestros compañeros.
Y, entre todos los potenciales parásitos, son las garrapatas las más molestas y, sin duda, unas de las que mayores problemas de salud generan.

Son éstas parásitos externos hematófagos (se alimentan de sangre), que ponen sus resistentes huevos en la arena o en la tierra, y en este espacio crecen y pasan por sus diferentes fases hasta que ya, en la fase de adulto, precisan alimentarse con la sangre de un mamífero o ave para poder cerrar su ciclo reproductivo.
En fase larvaria, las garrapatas ascienden por la hierba o las plantas y, al paso de un mamífero, usan sus uñas para adherirse al mismo. Con sus mandíbulas realizan un corte en la piel del animal y succionan la sangre que mana de dicha herida. Al contactar con la sangre del animal afectado es donde puede surgir una infección por numerosas enfermedades, al vehicular las garrapatas virus, bacterias, etc. Algunas de las principales enfermedades que trasmiten son:
–Ehrlichiosis: enfermedad que provoca cuadros de hipertermia, con pérdida de apetito y peso. Con bastante frecuencia aparecen hemorragias en las heces y en la orina. Al tiempo, esta infección se asocia con otras que agravan y, a veces, enmascaran su padecimiento.
–Babesiosis canina: otra de las patologías asociadas a la infestación de garrapatas que se caracteriza por una sintomatología de decaimiento, pérdida de apetito, fiebre, anemia e ictericia, y aparición de signos neurológicos, renales y pulmonares. Tiene alta incidencia en la zona norte de nuestro país.

Para el control de todas estas enfermedades es vital prevenir que nuestra mascota entre en contacto con el agente que vehicula dichas enfermedades, en este caso, las garrapatas. Por ello, es importante combatir su llegada a nuestra mascota y, una vez más, es nuestro veterinario el que está mejor capacitado para establecer el programa más eficaz. En nuestras manos está el llevar a cabo para combatir esta parasitosis de importancia para la salud de nuestra mascota y, por tanto, para nuestra actividad como cazadores.
Para tratar a nuestros compañeros tenemos:
–Sprays y/o atomizadores. Tienen un efecto muy importante de choque por su rápida actividad, pero se han de distribuir de forma completa por todo el organismo del animal.
–Pulverizadores. Se diferencian de los anteriores en que se realizan con una suspensión acuosa de mayor capacidad de penetración, pero de menor persistencia sobre el pelo del perro.
–Pipetas o ampollas. De fácil administración, permiten una rápida aplicación y son de amplia cobertura en toda la superficie de nuestra mascota.
–Collares. Activos entre 3 a 6 meses, ayudan al control frente a más infestaciones parasitarias.
–Baños. De pronta acción, pierden rápidamente su actividad. Sin embargo, con altas cargas parasitarias se traducen como indispensables.
Una buena medida es mezclar la aplicación de distintas sustancias en diversas presentaciones que garanticen la más amplia protección, pero manteniendo siempre esta máxima: consulte a su veterinario sobre el producto más adecuado para cada animal y para cada tipo de parásito. CyS
Texto: Ignacio Ramón García (veterinario)