¿QUÉ DEBE OFRECER UN ARCO DE POLEAS?
En esta ocasión, y por ser ineludibles, vamos a comentar cuáles son los condicionantes básicos que deberá cumplir un arco de poleas para la caza y, conociéndolos, ya sabréis qué tendréis que exigir al adquirir el vuestro.
1.- MEDIDA DE APERTURA
Coincidencia de la medida de apertura del arco con la del usuario
Lo primero que debe hacer quien desee comprar un arco de poleas es conocer cuál es su personal medida de apertura y, usándome de ejemplo, lo deduzco midiendo la distancia que existe desde la pared en la que apoyo los nudillos de la mano que empleo para sujetar el arco hasta el lóbulo de mi oreja, bajo el cual coloco el nudillo del índice de la derecha, con lo que, en mi caso, genero 83 cm de distancia a los que resto 10 cm, pues la medida de apertura siempre ‘va’ desde el punto donde el disparador sujeta la cuerda a donde queda apoyado el arco en la mano.
Así, como mi cantidad resultante que es de 73 cm, la paso a pulgadas (pues esas británicas unidades son las que rigen en el mundo de la arquería) y la mía es de 29 de ellas.
De esta forma, cuando el arco está totalmente tensado mi postura es cómoda y correcta. O sea, que si un usuario abre X pulgadas, las poleas de su arco deben quedar totalmente desplazadas e inmovilizadas hacia atrás cuando la cuerda ya esté totalmente tensada a esa misma distancia.
2.- POTENCIA, TRANSMISIÓN DE ENERGÍA Y FACILIDAD DE APERTURA
Potencia mínima de un arco de poleas para caza
Para cazar con arco ejemplares de caza mayor española que no sean jabalies adultos, se necesita un mínimo de 50 libras.
Es decir, que salvo los suidos que superen unos dos palmos y medio de altura, toda la fauna cinegética ibérica puede ser éticamente intentada, pero siempre que el arco empleado se controle perfectamente, tanto a la hora de tensarlo como de apuntarlo, y lo suyo es que, tras pasar por ese inicial proceso, se lleguen a controlar de 65 libras en adelante tras unos seis meses de idóneo entrenamiento.
Así ya se podrá intentar toda la fauna cinegética del mundo, excepto los grandes kudus y los elands africanos o los alces, los wapities, los bisontes y los bueyes almizcleros americanos, en cuyo caso ya se deberían dominar las 80 libras de potencia, o aún más exigente, controlar idóneamente los arcos de 90 o 100 libras, ya que serían los necesarios para intentar los búfalos, los hipopótamos, los rinocerontes y los elefantes, todo lo cual implica que cuantas más libras, mejor, pero siempre que se puedan controlar perfectamente.
El ‘power stroke’ (transmisión de energía) del arco
Asimismo, y como de lo que se trata es de poder generar la máxima penetración posible a la hora de impactar un ejemplar, un buen arco de poleas para caza debe de poder transmitir su energía a la flecha con la máxima eficiencia posible.
Esa característica se denomina el power stroke (poder de ‘impulsamiento’) y también se mide en un porcentaje matizado por el fabricante.
Así pues, hay que adquirir un arco que logre, como mínimo e independientemente de que tenga 50 o más libras de potencia, un 95 % de transmisión de energía a la flecha.
Todo lo que no fuese así impulsaría lo que podríamos calificar de «flechas no adecuadas para cazar con arco» y lo suyo es que nuestras flechas vuelen muy raudas y contundentes hacia sus destinos.
El ‘let off’ o facilidad de apertura del arco de poleas
Como otra de sus necesarias cualidades, un arco de poleas para caza debe de ofrecer una idónea facilidad de apertura a la hora de tensarlo.
Lo suyo es que dicha facilidad –que se matiza en un porcentaje asegurado por el fabricante– ronde el típico 75 % de la arquería cinegética, y así, las flechas (de las cuales hablaremos más adelante), podrían ser debidamente impulsadas para cazar con ellas ejemplares de caza mayor, pero siempre que se usen disparadores con gatillo, pues si se emplean los que se usan para tiro de precisión, el let off podría llegar a ser del 80 %.
3.- SILENCIADORES
La insonoridad de los arcos de caza
Como ineludible tercer condicionante, los arcos de caza deben de ser totalmente insonoros durante el tensado de su cuerda y lo menos audible posible al soltarla, pues se trata de que el ejemplar alcanzado no conciba lo que le ha pasado como algo que haya sido una agresión o ataque a su integridad.
Por eso, todos los arcos de caza, ya sean tradicionales o de poleas, han de disponer de diversos silenciadores, bien en su cuerda, en sus palas o en su puente, para evitar al máximo que se genere un sonido que pueda ser considerado como anómalo por la pieza justo antes de ser impactada, lo cual y si así fuese, propiciaría un inmediato intento de esquive o de huida equivalente, por tanto, a malherir el ejemplar por no haber acertado en el punto vital que se apuntaba.
