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El rey del monte: el venado es el protagonista de la otoñada

Gabinete de peritación Veterinaria ALBÉITARES S.L.U.

Llega septiembre y si hay algo en el mundo cinegético estrechamente relacionado con este mes, no es otro que el esperado periodo de LA BERREA. Y en ella hay un protagonista obligado, el que es para muchos por su esbeltez, robustez y belleza el rey de los montes y cañadas, el venado. Importantes autores han descrito dos subespecies de ciervos en nuestro territorio, el primero de ellos circunscrito prácticamente en forma exclusiva en el entrono de las marismas del Gualquivir y que recibe la denominación de Cervis elaphus hispanicus, mientras que la subespecie bolivari ocupa el resto de la totalidad de la península ibérica. Amas sub especies se diferencian de sus primos europeos en que no desarrollan crines en los cuellos, (J. L. Rodriguez, 1993).

Para muchos de nuestros compañeros cazadores, les presentamos algunos datos de su biología que presenta interesantes características:

El venado ibérico tiene un alza de entre 140 a 180 centímetros a la cruz (final del cuello) y unos rangos de peso para los machos entre 150 y 200 Kg. y para con el caso de las hembras de entre 75 a 125 Kg. La longevidad de nuestros ciervos tiene como máxima edad la de 20 años aunque como dato medio se establece en 10 años de esperanza de vida. La conocida berrea y por tanto el celo de esta especia a parece al final del verano cuando las primeras lluvias calan nuestros montes (septiembre-octubre) y suele prolongarse a lo largo de prácticamente un mes. Este celo en el caso del macho es extraordinariamente absorbente, no existiendo otra cosa en la actividad del macho, olvidándose de comportamiento de defensa y protección e incluso de su propia alimentación. Un buen momento para conocer la población  de esta especie en nuestro coto e igualmente el momento adecuado para la selección de nuestros reproductores y la eliminación de individuos con deficiencias que pueden trasmitir a la futura población.

La gestación en las ciervas llega a durar casi 8 meses, estando enmarcada la época de partos a mediados de la primavera siguiente (mayo-julio). La gestación trae al mundo de forma genérica una sola cría que en razas excepciones pueden llegar a parir dos, especialmente en épocas de abundancia nutricional. Las hembras gestionan su paridera cada dos años, de forma que el año que paren una cría en el año siguiente no crían, lo que nos da un índice reproductor medio de 0.44 cría/hembra/año.

Las crías se alimentan de forma exclusiva de la leche materna, empezando a nutrirse con otras fuentes a partir de los 4 meses de vida, una vez más este hecho va a depender de la bonanza en la producción herbácea del territorio y de los posibles aportes extraordinarios que se gestionen.

Sin duda la principal característica de nuestro venado ibérico es su marcado dimorfismo sexual. Las ciervas o «pepas» carecen de cuernos en todas las etapas de su vida, mientras que es el macho el que presenta una cornamenta temporal a lo largo de su desarrollo. esta cuerna es temporal, lo que supone su pérdida o desmogue a lo largo del final del otoño e inicio de primavera para inmediatamente después de su caída se inicie de forma vigorosa el nacimiento de la nueva cuerna en el inicio de la primavera hasta que alcanza su máximo esplendor y desarrollo a la entrada de la berrea. El tamaño y las ramificaciones de la cornamenta cervuna no solo depende de la edad del animal sino que a su vez está directamente relacionado con su herencia genética, estado de salud y del aporte cuantitativo y cualitativo de la alimentación son los factores de los que directamente intervienen en el desarrollo de dicha cuerna. La primera cuerna de un macho se desarrolla a modo varas ( de ahí su nombre de vareto), A partir del segundo año nacen las ramificaciones (horquillones) y es a parir de la tercera cabeza (3º año) cuando comienza a ser cuernas con las típicas ramificaciones hasta la edad de 9 a 11 años donde alcanza su máxima expresión e inicia una decadencia en tamaño y grosor.

Un animal hermoso, robusto y señorial que aporta la alegría al montero con su majestuoso trote en su romper de monte, buena caza.

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