¿Qué tenemos que hacer cuando encontramos un panorama sombrío y desalentador? ¿Estudiar las decisiones, aplazarlas, tomarlas? Supuestamente, todas son correctas dependiendo de la categoría del asunto. Si se trata de tomarlas, en demasiadas ocasiones aceptamos hechos consumados y que cambian el sentido de quienes nos juzgan y que están sean correctas o se perciban como tales. Los males ya los conocemos y, de todos ellos, se habla y mucho; en ocasiones, también salen a relucir la falta de unidad, de relevo generacional y la falta de alicientes sectoriales en comprometerse en la defensa de la cinegética.
En todos hay que trabajar y enfrentarse al desaliento. Éste es un motivo más personal que grupal a la hora de trabajar en las entidades que representan a los cazadores, pero, cuando aceptas, tienes que posicionarte y encontrar entidades que, independientemente del ámbito humano o geográfico que abarquen, tengan patrones especializados, y sean ambiciosos en solucionar el problema/s que pretendan. Por desgracia, no existe en esto de la caza posición competitiva entre entes y de eso se valen tantos dirigentes, que nunca han presentado un buen historial, ya que nunca nadie les ha exigido nada y las asociaciones o entidades que presiden adormecen lánguidamente.
En este sentido, la ONC (Oficina Nacional de la Caza), como entidad de entidades, explota un nicho hasta la fecha poco conocido, con muchas y ciertas ventajas asociadas a la idea de que todas las entidades juntas que intervienen en la misma dirección y objetivos, aumentan su presión e influencia en todos los temas y estamentos donde se dirijan (las personas sólo representan).
El volumen de informes y la investigación de la que tanto alardean los ecoanimalistas (SEO/BirLife y otros) y las continuas denuncias de todas las disposiciones cinegéticas y actuaciones en torno a los ministerios encargados de nuestros asuntos, nos obligan a actuaciones urgentes e inmediatas. La inoperancia de la Federación Española en la actualidad por el enroque del presidente en funciones, «nos ha condenado, ha obligado a concentrar todas las energías en la ONC» (federaciones del F8, asociaciones de rehalas, propietarios rurales, forestales, armeros, cazas tradicionales, carne de caza y un largo etcétera de todo tipo especialidades y prácticas cinegéticas).
Se trata de entidades trabajado unidas, aprovechando sinergias y en un enfoque global, que, posiblemente, de esta forma, encuentren nuevos planteamientos y aporten medios, capaces de afrontar la defensa de lo nuestro y hacer ver al cazador de a pie que la suma de todos es necesaria para la contribución solidaria en la defensa y los contrataques tan necesarios para seguir cazando, identificar a los que ponen su tiempo y trabajan en esto, con una visión menos personal y más institucional, en una tarea que, una vez emprendida, debe servir para olvidar acontecimientos protagonizados por unos pocos.
El caso es que, precisamente, estas circunstancias han motivado la necesidad de establecer unos vínculos comunes y métodos de trabajo que permita avances. No son muchas las entidades que identifican claramente que los males de uno de los subsectores implican a todos los demás. Está ya más que demostrado el efecto tan positivo que tuvo la creación de la Mesa de Trabajo de la Rehala, donde la Oficina Nacional de la Caza y muchas otras entidades se implicaron, apoyándola con una visión global del problema, y que cambió las intenciones e instrucciones de un ministerio que nada sabía de la caza con rehalas, pero que identificaba a la misma con fantasmales posiciones de negocio y obligaciones laborales.
Fórmula tomada por una acción ministerial negativa y que causó una reacción positiva de una porción importante de las fuerzas que defienden el sector cinegético en la constitución de la Mesa de Trabajo. Difundir que este tipo de acciones y aprender de las soluciones aportadas es una opción para establecer criterios que, como ya hemos visto, han sido positivos, sobre todo cuando viejos cazadores de toda una vida con sus perros estaban tan desalentados como para tirar la toalla y dejarlo.
Por tanto, que la Oficina Nacional de la Caza agrupe cada vez con más fuerza a asociaciones y federaciones que, interconectadas, aprenden a relacionarse y a trabajar, representando y vinculando con conciencia al mundo de la caza con las sinergias de cada uno y las ventajas que tienen los frecuentes apoyos y contactos personales para hacer a todos más competitivos, es positivo. Que se estimulen las distintas capacidades personales y un alto nivel de cooperación, casi inexistente hasta la fecha y aunque soluciones a graves temas en otras ocasiones se han conseguido, creo, firmemente, que es mejor camino éste que la individualizada acción tomada en solitario por las distintas federaciones y asociaciones.
Si el objetivo es la caza social (y esto lo tengo muy claro), las fuerzas de las relaciones entre entidades jugarán a futuro, un papel importante y preponderante, el modelo de la Oficina Nacional de la Caza, respecto a la pertenencia como miembro a FACE (Federación de Cazadores Europeos), a OMPO (Instituto Europeo de las Aves) y a cualquier otra de las instituciones europeas, es el modelo en el cual la Oficina Nacional de la Caza debe de estrechar tantos lazos importantes y favorecer el establecimiento de trabajos técnicos y científicos demandados por los gobiernos para legitimar ante la opinión pública sus posturas y decisiones.
Por Felipe Vegue