CRÓNICA
Entonces Juan Carlos González sénior hizo una pequeña pausa miró hacia arriba y dijo: «Mirando a este cielo azul de Alqueva os puedo asegurar que si no ha pasado nada raro, después de muchos meses de trabajo, que Sobreira está para cobrarle 75 – 80 cochinos»…
Juan Carlos se equivocó. Sobreira estaba para cobrarle más de 100 guarros. ¡En abierto!
Un mar interior
El sábado 11 organicé un viaje tranquilo, cinco horas desde casa hasta Moura para llegar con tiempo de descansar un poco y cenar tranquilamente.
Era mi particular conquista del oeste, rondando como he estado esta temporada el país hermano, por fin iba a hacer mi debut cinegético en él.
El Hotel de Moura tiene mucho encanto, como la ciudad, con algunos edificios algo decrépitos a la vez que fascinantes con la tenue luz de las farolas.
Toda esta zona del Alentejo es fascinante, tiene hechizo, sus poblaciones, sus campos y montes, la luz con aromas del Atlántico que está apenas a 120 kilómetros en línea recta, el mar de agua dulce adyacente que es el embalse de Alqueva, el mayor de Europa occidental y que también baña una parte a Badajoz –33 de sus 250 km²–, aguas del Guadiana remansadas para el disfrute náutico y piscícola, además de sus funciones principales de producción de electricidad y tierras de regadío.
Para que se hagan una idea de su inmensidad, tiene 1.160 km de costa, equivalente al litoral marítimo portugués.
Sopa de cazón a la alentejana
El plan iba perfecto, los rifles descansando, cargados de ilusión y con los preceptivos candados en los gatillos que son obligatorios en Portugal.
Descansado y relajado, me dijeron en recepción que si quería cenar algo casero que me diera un paseo hasta el cercano O Trilho.
Allí me dirigí. Eran algo más de las ocho hora portuguesa.
Vi la carta en la puerta y llamó mi atención la sopa de cação, que interpreté leyendo por encima como sopa de cocido, seguramente mi plato preferido desde niño, pues me la pido de primero −pensé−, y de segundo una carne o un pescado que me recomienden.
Me gustó mucho O Trilho, su trato familiar, y se podía guardar perfectamente la distancia de seguridad.
El joven y agradabilísimo camarero alucinó cuando le dije que de primero quería la sopa de cação señalando en la carta, me dijo que de primero y de segundo, que era plato completo y único.
Pues no debe ser sopa de cocido, me dije, y entonces leí bien, fijándome, cação, pues va a ser cazón, efectivamente. Lo que es ser un paleto.
Era sopa de cação à alentejana, esto es, sopa de cazón a la alentejana.
Bendita equivocación, no voy a entrar en descripciones culinarias, pruébenla cuando puedan, háganme caso.
En la tele echaban el Sporting – Boavista. Unos comensales disfrutaban del partido y de buenos caldos y raciones, no les envidiaba para nada con mi sopa y una cerveza de grifo Sagres.
Relajado, contento y bien cenado regresé con parsimonia al hotel.
No tenía que madrugar, Alqueva ciudad, donde se realizaría el sorteo, estaba a poco más de un cuarto de hora.
Dormí como un lirón.
Herdade da Sobreira de Baixo y Monterías y Ganchos Entre Amigos, fabuloso támden
Por fin, después de verlo en la entrada, soy capaz de escribir completo y bien el nombre de la finca: Herdade da Sobreira de Baixo.
Esta es la montería estrella de la organización onubense Monterías y Ganchos Entre Amigos –junto a Monte do Lobo–, que llevan Juan Carlos González padre e hijo, y con los que tenía desde hace muchísimo tiempo ganas de montear.
Era la primera vez que se monteaba toda la finca entera de una vez, siempre se habían cazado dos manchas, La Sierra y El Río –Guadiana–, por separado.
Ninguna temporada con Entre Amigos se había bajado de los 80 jabalíes cobrados.
Por eso, por los cuidados que todo el equipo de Entre Amigos llevaba dedicando durante meses a Sobreira de Baixo, porque no se caza ni un solo cochino fuera de las monterías y porque la temporada pasada no se monteó por la pandemia, las expectativas eran inmejorables.
Desde que Entre Amigos la cazó por primera vez en 2016-2017, Sobreira de Baixo ha estado nominada en alguna de sus manchas o incluso las dos a los Premios Caracola a la mejor montería de jabalíes en abierto.
Obteniendo en la temporada 2017-2018 el accésit a la tercera mejor montería de jabalíes en abierto.
⇒ ‘Jabardillo’ y ‘Carboneros’ logran las caracolas de oro en los XXXIV Premios Caracola
→ Monterías de jabalíes nominadas en abierto y en cerrado para los Premios Caracola temporada 2019-2020
Todo un aval.
Pero por todo lo comentado con anterioridad, esta campaña había algo especial, algo especial que flotaba en el cielo azul de Alqueva.
Los González y su equipo saben mucho de campo, de caza y de monterías y de cómo se organizan estas, y a pesar haber dado algunas enormes en su andadura, podían estar ante una montería de esas señaladas que se da una vez cada muchísimos años, de las que hacen época. Sorteo.
Pura montería del Alentejo portugués, pura montería de cochinos
Camino de Alqueva. Pasar por la presa del embalse – mar es cuando menos abrumador.
La soleada mañana de finales de otoño, y a pesar de lo cortos que son los días, aquí tiene cierto aroma primaveral, quizá la luz a la que me refería antes.
Espléndido el desayuno.
Antes de sortear saludé a Manuel García-Baquero, joven, entusiasta, muy montero, me hizo mucha ilusión verle, le conocí en una montería en Huelva en 2019 y, ¡oh, qué casualidad!, en la misma que conocí a otro grandísimo cazador que también estaba allí, Miguel Guinea, otra gratísima sorpresa verle porque dos años atrás congenié mucho con él.
Ambos coinciden en que son muy buena gente.
Sorteo. Tomó la palabra Juan Carlos sénior.
Dijo que Sobreira de Baixo es la finca estrella de su organización y que su hijo y él pensaron, después de no cazar la temporada pasada, en dar toda la finca de una sola vez.
En realidad son prácticamente dos monterías en una, ya que hay incluso zonas limpias entre El Río y La Sierra.
Prosiguió diciendo que es «una montería pura del Alentejo portugués, pura de cochinos, aunque hay alguna res, si os entra un venado, gamo, cierva o gama lo podéis tirar», entonces hizo una pequeña pausa miró hacia arriba y dijo: «Mirando a este cielo azul de Alqueva…»
Tras lo cual, entregó a la propiedad de Sobreira de Baixo un reconocimiento por ser la finca de resultados más regulares de Monterías y Ganchos Entre Amigos y en los Premios Caracola desde 2016.
Allí sorteó todo el mundo, máxima transparencia
Se montearía finalmente con 61 puestos, lo que perfectamente se podría cazar con 100. Se quitarían algunos marcados sobre el plano, sobre todo por estar muy cerrados…
Tomó el relevó Juan Carlos júnior y comenzó a hacer un rápido y transparente sorteo por armadas, decía antes de comenzar cada armada si quitaba algún puesto de esta y por qué lo quitaba.
Primero los cierres, las traviesas después, como es lógico.
Allí sorteó todo el mundo, la propiedad y el mismísimo don Rafael González, el patriarca, padre, abuelo y bisabuelo de los Juan Carlos González –pongo el apellido para que no haya equívocos reales– I, II y III, el III aún bebé pero que barrunto que no tardando mucho acompañará a sus padres en sus salidas camperas.
La suerte me envió al 2 de Los Pinos, un cierre de La Sierra, pero con un profundo barranco detrás por donde incluso podía llegar algún cochino de El Río, por lo que cierre pero menos, más bien traviesa.
¡Y más casualidades! A Miguel le tocó en suerte el 3, otra vez juntos, ¡cómo en 2019! Lo que pasa que entonces gastamos poca o más bien ninguna munición, a pesar de ser unas puertas magníficas.
¿Qué quién era nuestro postor? Manuel, por supuesto.
Estruendo
Los puestos estaban magníficamente colocados, muy separados.
Me informó Manuel que el 2 se encontraba en un pequeñísimo pantano que estaba casi seco, y que a él le gustaba especialmente.
Efectivamente, la sensación era estupenda, y yo al menos podía tirar con total seguridad prácticamente en 360º.
Tenía incluso a la derecha, hacía el puesto 1, un ‘a modo de testero’ en una costana, donde el tiro era más largo, por encima de los 100 metros.
Había muchísimas muestras, muchas hozaduras, estaba todo tomado y como quedaba algo de agua en el vaso del pantanillo, los cochinos se habían hecho unas bañas en la ‘recula’ que estaban igualmente muy tomadas.
La docena de tiros que se escucharon antes de soltar podía ser señal de las reses que se iban moviendo según se colocaban las traviesas, o que aquello estaba sopado de cochinos…
Intuía que era más bien lo segundo.
Y eso que de gran parte de la montería no oía los disparos, por lo que seguramente fueron mucho más de doce.
¿Se acuerdan del estruendo que se produjo al soltar del que hablé en la crónica de Matasanos?, pues el mismo se produjo en Sobreira, con la diferencia de que esta es una finca abierta.
Parecía que los perros no avanzaban, pero las carreras de los punteros llevaban los cochinos hasta las puertas, el tiroteo que se lió fue formidable, además muy repartido.
¡Guirigay colosal!
Avanzaban poco a poco las rehalas, que lo estaban bordando, arreciaban las ladras y los tiros…
Lances por todos los lados.
Yo en el 2 estaba a medio aire, por lo que no tenía claro que fuera a participar del éxito de este festival cinegético.
Aunque con solo estar allí me daba por más que satisfecho y participe del aludido éxito.
Son cosas que pueden pasar perfectamente en una montería, y más de jabalíes en abierto, y por esa incertidumbre son aún más atractivas.
Podía haber sido perfectamente ese compañero que no muy lejos de mi posición había jugado ya siete lances distintos.
Llegó un momento que me emocioné profundamente ante ese guirigay colosal, celestial.
Sabía que estaba participando de una de esas monterías que se dan muy de tarde en tarde.
Pero el puesto tenía tantas posibilidades y había tantos jabalíes, que para nada me daba por vencido.
Turno del cronista sobreira
En estas estaba cuando en el ‘a modo de testero’ un cochino de buen porte cruzaba zorreado.
He llegado a adquirir cierta habilidad llevando dos rifles, aunque algunas veces me lio, la verdad es este puesto era ideal para tal propósito.
Tenía preparado para tirar como primera opción el 9,3 x 74 sin visor, porque vi más querencioso el puesto para tiros relativamente cercanos, y colgado al hombro el .270 Win con el visor puesto en 4 aumentos, por si alguno cruzaba por el testero, con mi querido y viejo bípode a mano.
Al ver el cochino, con tranquilidad dejé apoyado el 9,3. Subí los aumentos a 6 del .270 y cogí el bípode.
Me iba a dar pocas oportunidades, no iba flojo y se tapaba mucho. Justo cuando ganaba el monte definitivamente voló el proyectil de 130 grains.
Le perdí de vista, pero la intuición montera me decía que esta vez lo había hecho bien.
Algo insólito sobreira
Poco después ocurrió algo insólito.
De la nada surgió otro cochino, no muy grande, y se puso a tomar los barros en una de las bañas del pantanillo.
Me quedé sorprendido y perplejo, aunque es algo que ya había visto hacer a los jabalíes en otras dos monterías.
Como el puesto estaba en la ‘presa’ tenía que tirar hacia abajo, y había carrizo y similar que dificultaba mucho la puntería.
Pero no me lo pensé, me encaré el express, este dijo ¡pum! y se produjo un estallido de agua y barro, el cochino se quedó inerte en la baña, o no tan inerte…
Al cabo de unos segundos el jabalí se levantó a duras penas, repetí, acusó el impacto y casi arrastrándose le perdí de vista… como no asomó por el vaso del pantano, me moví unos metros hacia la derecha, no había peligro alguno, para rematar, pero no le vi, se debió quedar acostado en alguna de las matas que había en su ruta.
El 2 de Los Pinos estaba reivindicando su condición de grandísimo puesto, como ya me advirtió Manuel.
Si el aire llega a venir bien me quedo sin munición.
El guirigay colosal parecía que cedía, lógico, y nos estábamos acercando a ese tiempo valle, de escasas detonaciones, que indefectiblemente se da en toda montería, aunque en Sobreira menos, porque seguían las ladras y los tiros, eso sí, ahora bastante más espaciados.
Con V de grulla sobreira
Pero el 2 estaba empeñado en gritar soy un puesto, una puerta, un paso magnífico.
Un cochino quiso darle la razón y bajaba con cierta prisa por la costana que tenía a mi derecha, tenía mucho perdedero por donde vaciarse, y aunque iba muy enmontado, podía esperarle con el rifle de cerrojo apoyado en el bípode, pero no…
Decidí jugarme a que rompiera hacia el vaso del pantanillo. Acerté.
Le esperaba con la guardia alta, y cuando asomó a lo más limpio ya tenía el rifle encarado, venía directo.
Bien apuntado aguanté aún un poco más.
Era tan seguro el lance que no dejé ni que se sesgara. Iba a algo más de velocidad que el trote cochinero.
Recibió claramente el primer impacto de 9,3, y el segundo, y aunque el cochino perdió una mano e iba ‘muerto’ continuó aún para subir por la pared de la ‘presa’, pero cuando estaba a punto de coronar, a escasos metros de mí, se quedó sin fuerzas y rodó hacia atrás cayendo para no levantarse más.
¡Qué duros son! Todo mi respeto y admiración para el montaraz jabalí.
Por entonces trompeteaban las grullas avisando de su tránsito en V camino ya del dormidero.
El típico arreón final estaba siendo menos arreón de lo esperado, algo totalmente normal, tras la intensidad de la primera parte de la montería, ya estaban cansados todos los actores.
Les digo que si en ese momento se hubiera podido parar totalmente la montería, descansar un tiempo largo y volver a empezar, la mancha estaba para quitarle otros 60 o 70 cochinos, y lo mismo me quedo corto.
El que hubiera sido el gran cochino de una montería enorme, Sobreira de Baixo
Dicho lo cual, seguía habiendo ladras y se seguía tirando con fluidez.
Me pareció escuchar que tiró Miguel, algo de lo que me alegré muchísimo.
Cuando, de repente, escuché un jadeo a mi espalda, me dije, es un guarro, nada de perro.
Con la cabeza girada hacía mi derecha vi su enorme silueta con el rabillo del ojo.
Le estaba esperando encarado al cruce del camino, salió como una exhalación apretando los cuartos traseros. La verdad es que me sorprendió.
Intenté correr la mano lo máximo posible, y aunque me dio la sensación que le había enganchado también tenía la certeza de que me había quedado trasero.
Volvió a asomar como una locomotora el gran cochino, dándome tiempo a tirarle otra vez casi de culo ahora con el .270. Creo que le enganché de nuevo, pero iba muy entero.
Antes de ganar el monte, vi como llevaba una herida enorme en la parte interna y más alta del jamón derecho, que no solo afectaba a la pata.
Pero repito que iba muy entero y que a pesar del enorme boquete, no vi un cobro fácil.
Era muy pero que muy grande. Sobreira
Juan Carlos Macarro, un rehalero ejemplar
Llegó entonces Juan Carlos Macarro con su magnífica rehala al vaso del pantanejo. Bajé a verle para cobrar el cochino que tiré bañándose.
¡Increíble, dimos mil vueltas y no lo encontramos! Ahora sí que estaba perplejo, no entendía nada.
Continuó Juan Carlos y le comenté también lo del cochino grande y el primero que tiré.
Llegaron sus perros justo a donde vi al grande por última vez, y un poco más adelante, un perro latió a parado, cuando llegaron los demás, el cochino en vez de acularse salió arreando, y se produjo una larguísima ladra que se perdía por momentos.
Juan Carlos no era optimista, «no paran, me dice el GPS que ya van a 200 metros».
Una lástima, pero casi mejor que no se aculara, porque hubiera hecho mucha pupa a los perros.
Digo eso porque vi con claridad que era un macho.
Le pillaba de paso a Juan Carlos mirar también donde tiré el primer cochino, el más difícil de los cuatro con diferencia, según el telémetro le disparé a 150 metros exactos.
«Aquí no hay nada», me dijo, pero siguió por la trocha del jabalí y, unos cincuenta o sesenta metros más allá, me volvió a llamar, «aquí está, es una cochina grande».
Le di las gracias, y le dije que le vería en la junta, a lo que me contestó que «para eso estamos». Después con el trajín del plantel no pude verle y lo sentí.
Recogida Sobreira
Me da un coraje tremendo dejar animales heridos en el monte, por ellos los primeros.
Del que tiré en la baña después me di cuenta que seguramente cuando le perdí de vista giró hacía mí y se quedó en la enorme maleza que tenía debajo. Seguro, no puede haber otra explicación.
Lo del grande era peor, porque seguro que con la herida que tenía expiró, pero no de manera inmediata.
Y también es una pena, siendo sincero, no haber presentado semejante cochino en el plantel.
Llegaron al puesto Manuel y Miguel, este se había quedado con el único guarro que tiró, a última hora y entrándole desde atrás, y que resultó ser un navajero con una buena tabla, ¡qué alegría!
También llegó Juan Carlos hijo que estaba entusiasmado, no era para menos, las emisoras tronaban resultados y el plantel de Sobreira estaba alcanzando cifras monumentales…
Subí con Manuel a marcar la cochina a los cargueros, llegaron ellos antes.
Efectivamente era grande, y tenía sus defensas, muy buenas para una hembra.
Entonces me dijo Manuel que si no me importaba que nos hiciéramos una foto juntos, que para él era un honor. «¡¡Cómo me va a importar, hombre, al revés!!»
Y te digo públicamente, Manuel, que el honor fue para mí fotografiarme contigo, y que haré una excepción que me he saltado contadas veces, que es publicar una foto en la que salgo con el animal cazado.
Había mucho tajo en los montes de Sobreira, Juan Carlos júnior, Manuel y el resto del equipo se fueron a recoger cochinos.
Miguel y yo pusimos rumbo a la comida también en Alqueva, aunque Herdade da Sobreira de Baixo pertenece a la freguesia de Pedrógão.
Algunos monteros tiraron, seis, siete, ocho… diez, once, doce cochinos…
Cuando Juan Carlos se despidió de nosotros, según las emisoras había ya casi el centenar de cochinos cobrados…
El puesto de Miguel fue de los más flojos, aunque hubo algunos monteros que no tiraron, que es algo por otra parte lógico.
El mío de los normales, no se crean, a pesar del rollo que me he marcado. Aunque si hubiera cobrado el macareno…
Bastante más de 500 detonaciones.
Algunos monteros tiraron, seis, siete, ocho… diez, once, doce cochinos, sí, doce, en abierto.
Como R.C. que tiró diez y cobró dos, mientras que F.C. se quedó con uno de los once a los que disparó.
Por ejemplo, el montero del puesto 6 de La Luz cobró siete cochinos, o el del 6 de La Zarza, que se quedó con media docena, en un inició espectacular de cinco tiros para bajar cinco jabalíes…
Herdade da Sobreira de Baixo 2021-2022: un plantel estratosférico
No puedo dejar de comentar que el cocido, esta vez sí era cocido, estaba buenísimo, pero no es como los nuestros, y la sopa no tiene nada que ver.
Los equipos en el campo trabajaban a destajo, aún con bastante luz comenzaron a llegar los cochinos.
Se unió a la tertulia Carlos Rubio propietario de las reconocidísimas Rehalas El Agarre, con la cantidad de monterías que lleva a cuestas comentó que había sido algo increíble, que no hizo nada más que sacar cochinos a los puestos con sus podencos paterneros. Cazó en El Río.
Ya hacía un frío propio de finales de otoño, pero se llevaba bien en esta dulce espera, y así, sin darnos cuenta, el plantel ya había crecido hasta 65 jabalíes y dos ciervas… y faltaba mucho aún…
Antes de las siete hora portuguesa, ya estaba dispuesto el estratosférico plantel: ¡¡¡112 jabalíes, 112 en abierto!!!, con once navajeros grandes tres de ellos medallables, y cuatro ciervas.
Realmente había más de ocho machos con defensas, pero Juan Carlos hijo consideró solo esos ocho como navajeros. Por cierto, se cobraron unas doce o quince cochinas enormes, muy grandes, algunas de más de cien kilos.
Reconocimiento
Hay que advertir que este resultado fabuloso puede llenar de adjetivos elogiosos y merecidos crónicas y comentarios.
Miren, por ejemplo algunos de los propios cazadores sobre la montería en Sobreira de Baixo, y no de los que mejor se les dio: «soberbia, espectacular, magnífica, de ensueño, flipante, grandiosa… más que una montería parecía un ojeo de perdices, pero un ojeo de los buenos…»
Pero este resultado, decía, no es fruto de la casualidad, es fruto del trabajo bien hecho durante años.
Y no solo es que hubiera muchos jabalíes; es que el sorteo fue ejemplar; la colocación de los puestos magnífica, con lo que eso supone para la seguridad; la salida de armadas y cierre de la mancha perfectos; igual que la elección y suelta de las rehalas, volver a comentar el excelente trabajo de estas; la complicada recogida de los cochinos rápida… y espléndidos el desayuno y la comida.
Gracias y enhorabuena a Juan Carlos González padre e hijo, a sus familias y equipo, a la propiedad de Sobreira de Baixo y a todos aquellos que de una manera u otra fueron participes de esta montería para recordar por siempre.
Muito obrigado de coração.
Crónica y fotografías: Adolfo Sanz Rueda
DATOS DE LA MONTERÍA
Organización: Monterías y Ganchos Entre Amigos
Fecha: 12 de diciembre de 2021
Finca: Herdade da Sobreira de Baixo / Finca abierta
Hectáreas monteadas: 850
Localidad: Freguesia de Pedrógão, Distrito de Beja, Alentejo, Portugal
Puestos: 61 / Rehalas: 30
Jabalíes: 112 (11 navajeros grandes, con 3 bronces)
Ciervas: 4