Panorama montero

En El Paraíso con la familia Palomo Aranda

En El Paraíso Palomo
La familia Palomo Aranda y sus más allegados con el plantel del gancho en la Solana de El Paraíso.

montería en jabalíes

CRÓNICA

montería en jabalíes

Pasar apenas ocho horas en el paraíso es un suspiro. Maravilloso suspiro.

Para llegar a El Paraíso hay que cruzar el puente de Peralvillo por la recula del embalse de El Vicario sobre el río Bañuelos.

El Bañuelos, afluente del Guadiana, es aquí otro paraíso, este para quienes gustan de la ornitología y de fotografiarla.

Me dio envidia, sí, ver a un nutrido grupo de aficionados con unas máquinas de estupendos teles ‘recechando’ acuáticas, que aquí son abundantes y variadas.

Pero esta vez El Paraíso era cinegético…

La Solana de El Paraíso tiene zonas de monte apretado (chaparros, jaras…) y amplios pinares.

‘Bocatto di cardinale’

‘Bocatto di cardinale’ cinegético, pocos puestos, 22, en abierto, 5 rehalas escogidas.

Un gancho para amigos, prácticamente a gastos, con la posibilidad de tirar cochinos sin cupo y 2 ciervas, por los venados había que pagar una cuota muy asequible.

Esas eran las irresistibles condiciones de la Solana de El Paraíso, en El Paraíso con la familia Palomo Aranda.

Un paraíso a las puertas de la mismísima Ciudad Real capital.

Espléndida mañana la del 29 de enero de 2023, brillaba el sol, aunque no hacía precisamente calor, cosas del invierno, lo malo era el aire, que es lo peor monteando si se tiene la mala suerte de estar aireando.

Raúl Guzmán y Jesús Ascensión

De camino, los churros en Orgaz

Me estoy volviendo puntual, algo debía mejorar con la edad, y como la ruta no era larga, salí con tiempo de sobra para tomar esos riquísimos churros que preparan en Gamarra, Orgaz, punto de encuentro de cazadores.

Estaba a rebosar, los cazadores de la sociedad local tenían permiso especial para cazar conejos ante las elevadísimas densidades del lagomorfo en el término.

Y es que, además, como digo, en Gamarra hacen unos churros de categoría.

Me llevé una sorpresa y una gran alegría al encontrarme allí a Raúl Guzmán, que llevaba las mismas intenciones tanto gastronómicas como cinegéticas que este cronista.

¡Qué bien! Raúl es amigo y asiduo de los Gonzalo Aranda, y como no podía ser de otra manera se había apuntado al gancho.

Otra sorpresa, no sabía que Raúl era natural de Orgaz, y allí mismo, cercana a la churrería, estaba la solariega y preciosa casa familiar donde nació.

Ese día dejó descansar la escopeta ‘conejera’ y cogió el rifle para acercarse hasta El Paraíso cercano.

Le acompañaba su amigo Jesús Ascensión, y tras hacer honores a churros, porras y cafés, a los que Raúl invitó con agrado, pusimos rumbo sur tomando la N-401.

Tras Orgaz Los Yébenes, ¡cuántos recuerdos! La mañana no podía comenzar mejor.

Luis Miguel, Mario, Gonzalo padre e hijo, todos apellidados Palomo, Loli Aranda sentada, poco antes de comenzar el sorteo.

El sorteo

Llegamos pronto a la junta.

Saludos de rigor, a los Palomo Aranda, claro, Loli, Gonzalo sénior y júnior, y a Mario, a los hermanos de Loli y Gonzalo padre, Juli Aranda y Luis Miguel Palomo –que dobló oficio, como montero y como veterinario–, Carlos Sánchez que es como de la familia… El equipo de Gonzalo Palomo Servicios Cinegéticos.

Mientras preparaban las 22 papeletas y resto detalles del sorteo, hilé la hebra tomándole la temperatura a la temporada con José María Serrano y su tocayo Guerrero, muy monteros, buena gente, pero que este día prefirieron el gancho a montería de copete.

Con ellos me tomé tan a gusto el segundo café de la mañana, rehusando por razones obvias a las migas de Salones León.

Las migas tenían una pinta estupenda, y fue un detallazo por parte de los Palomo Aranda contratar un catering de esa categoría para una cacería familiar.

Los Gonzalos se repartieron, como siempre, la palabra dando las normas y llamando a los monteros a sorteo.

Un total de 22 sobres en la mesa, los mismos que los puestos marcados en la Solana de El Paraíso.

La suerte me llevó al número 7 del Camino. De traviesa.

«Es un puesto difícil, pero te vas a divertir», sentenció Gonzalo padre…

…Y claro que me divertí

El 7 era el último puesto, hacia arriba sin ningún problema, no había nadie, lejos estaba la cerca de la finca lindera, y entre el 7 y la lejana malla se podrían colar bichos fácilmente, mejor, mucho mejor que ponerte a tirar a las carreras que van paralelas al cercado, era un gancho y no había necesidad de eso.

Del 7 del Camino hacia arriba, por ahí cruzó una corza del monte al pinar.
En El Paraíso Palomo
El 7 del Camino, de las pocas veces que el aire sopló de levante.
Hacia abajo del 7 del Camino, por ahí cruzaron dos cochinos y una cierva, más un venado que llegó a asomar pero no cruzó el camino. Todos desde el pinar al monte.

Hacia abajo el puesto 6 estaba desenfilado y a buena distancia, lo que pasa es que había que tirar a lo que entrara al salto del camino, difícil, muy difícil.

El aire soplaba de poniente, por lo que aireaba hacia el este y tenía el aire bien hacia el oeste, me situé con el aire de cara.

Una corza, muy grande, entró por arriba y aprovechando un breve instante en el que el aire cambió a levante.

Tomó mil precauciones, y, aun así, de haber sido pieza tirable hubiera tenido dificultades para disparar.

Fue lo primero y último que entró hacia arriba y por mi espalda según me coloqué.

La corza me enseñó que según venía el aire poco podía esperar que me entrara por la espalda, desde el este.

Y más importante, me puso alerta, si cruzando el camino despacio tuve dificultades para hacer puntería…

Autorretrato: ¿cronista alerta?

¿Montero alerta?

Montero alerta. Sí, pero menos, era un puesto que demanda estar de pie de continuo y con el rifle en guardia baja, pero preparado para la acción.

Pero uno, con los años, intenta suplir con una supuesta experiencia las exigencias físicas, encontré una buena posición sentado en alto, desde donde podría disparar sin problema en todo el tiradero. Vale, bien, pero me senté más veces de las requeridas con la consiguiente pérdida de concentración.

No fue el caso del venado, lo recibí esperándolo de pie, no venía rápido, pero entre el monte no pude valorar su calidad.

Raro, rarísimo, ralentizó el paso al ir a cruzar el camino, agachó la cabeza como si se fuera a meter por una inexistente gatera y se paró sin llegar a cruzar.

En estas, sin echar una gota de aire y sin percatarse de mi presencia, dio tan tranquilo media vuelta y se volvió sobre sus pasos. Al llegar al camino lo pude tirar perfectamente, pero, repito que no pude valorar la calidad de su trofeo.

De buenas a primeras, cuando solo le veía el blanco del culo, giró a su derecha y pasó por delante de mí muy enmontado, sólo le veía la tabla del cuello y ahora sí sus cuernas de buenas hechuras, tirable cien por cien, arbolado, 12 puntas largas, buen venado de montería…

En esas circunstancias ni me encaré el rifle.

Venían monteado soberbio perros de divisa verde, con la bandera de España o naranja.

Emoción en El Paraíso

Venían monteando soberbio los perros por mi espalda, desde el este, la zona a la que aireaba.

De divisa verde la mayoría de perros, con la bandera de España o naranja los menos.

De tal manera que provocaron dos intensas y emocionantes carreras que se convirtieron en un indisimulado romper de monte, cada vez más lento pero más fuerte y cercano, tanto que estaba al borde de la taquicardia aún a sabiendas que mis posibilidades eran prácticamente nulas.

Así fue, en ambos casos cesó de golpe el romper de monte, el canto rodado a escasos metros de mí.

Eran, sin duda, dos cochinos, que en mis sueños monteros les puse el cartel de formidables. A saber.

¡Qué bonita es la caza! Y no es una frase hecha, nunca se deja de aprender, pasan los años y siempre se encuentra algo nuevo. Secretos que esconde el monte.

En El Paraíso Palomo
Hugo y Paco nada más asomar al 7.

Apareció entonces por mi puesto Paco Lobato, el dueño de la rehala de divisa verde, con su sobrino, el joven Hugo García.

Y uno, que aún se considera en cierto modo rehalero, no tuvo más remedio que felicitarle por el excelente trabajo de sus perros, a él y a su sobrino por su afición.

Es algo que agradecieron sobre manera.

Tras breve y amigable charla desaparecieron de mi vista por el montarral por donde se volvió el venao.

«¡¡Ahí va el guarro, ahí va el guarro…!!»

Ahora tenía la posibilidad cierta que algo se volviera al airear el cierre de la linde oeste.

A todo esto, el gancho estaba resultando muy divertido, con buenas rachas de tiros por toda la mancha.

Entró Paco en una hoya apretada, esta solana está muy cerrada en algunas zonas, y no tardó en gritarme: «¡¡Ahí va el guarro, ahí va el guarro, jefe!!».

Y sus perros fueron fieles a mi apreciación. No me equivoqué en el juicio.

¡Qué ladra! ¡Qué cataclismo! ¡Estrepito!

Y con todo a favor, ahora solo debía templar los nervios en lo posible.

La ladra era larga y profunda, en guardia alta, respirando profundamente, el visor a 4 aumentos, con temple esperé el desenlace…

Asomaron a 40 metros por debajo de mí los 75 kilos de jabalí, al aparecer la jeta ya lo tenía en la cruz.

El .270 dijo ¡poum! o parecido, y lanzó los 130 grains de la Accutip con aviesa intención.

Adrenalina, emoción, nervios… ¡por una vez había hecho todo bien! Incluso el proyectil se dirigió justo donde apunté, lástima que el cochino ya no estuviera allí, aquello no era una bestia, era una centella, y el tiro le debió rozar el pompis.

Soy muy malo para distinguir en el monte si el jabalí es macho o hembra, pero me dio toda la impresión que era una cochina.

Jeta larga, a través del visor debía haber intuido al menos los colmillos que no vi y no llevaba el rabo levantado.

Lo mismo me voy a parecer a buen amigo nativo de una localidad cercana a este paraíso, y que tomó los hábitos de san Eustaquio ya con cierta edad.

La cinta del 7 delata la dirección del viento de poniente, así sopló durante casi todo el gancho, excepto algún instante inicial.
Esto hizo que dos cochinos llegaran hasta casi el puesto parándose antes de cruzar el camino.

«He fallado una cochina»

Debe ser por eso que siempre contaba la verdad de sus cacerías, pero cuando fallaba un guarro invariablemente decía que era una hembra: «he fallado una cochina».

«Y este tío que ha empezado a cazar hace cuatro días, cómo sabrá qué es una jabalina».

Hasta que una vez, en un resaque norteño, llegó de recogida a su puesto precisamente su mentor cinegético, que no se distingue por su delicadeza.

Disculpen los exabruptos, pero sino este diálogo, totalmente verídico, perdería toda su fuerza.

–¿Qué has hecho J.A.?

–He fallado una cochina

–¿Dónde, era grande? Vamos a mirar si hay sangre –si hay algo que le gusta al mentor es pistear.

–Ahí, detrás del pino –señaló con el dedo J.A.–, pero no la he tocado. Sí, parecía grandota.

–¡Pues, mira, hay sangre! –Gritó el mentor ante el alborozo de J.A.

Se pusieron a pistear con cautela, el mentor siempre unos metros por delante.

El terreno era complicado de andar, de tal manera el cazador experto llegó mucho antes que J.A. a la jabalina abatida.

–¡¡Joder, qué cojones tiene la cochina, y qué navajas y qué amoladeras!! ¡¡Madre del amor hermoso!! Si no es oro, poco le faltará. Y, sí, es grandota, pesará como 120 kilos.

–Perooo, ¡¡qué dices!! –Contestó J.A., mitad emocionado mitad compungido, su mentor habría utilizado otra palabra.

–No te preocupes, ya fuera de broma, como es un guarro, y enorme, ha debido pasar por donde has fallado la cochina, tras esta, y tú con la emoción del lance no te has dado ni cuenta, seguro que no tenemos problema en encontrar al que lo ha pinchado.

–¡¡No hombre, no, que me he equivocado!! ¡¡Qué era un macho, qué era un macho!! ¡¡Me he equivocado, hombre!!

Se cobró un venado muy bonito de 13 puntas.
Foto: Gonzalo Palomo

Un jabalí camino de Córdoba

Cochino que una vez homologado dio plata alta, y el mentor una lección a su pupilo.

Pues algo parecido me pudo pasar a mí en El Paraíso, al que regresamos, que me pierdo.

Un poco más abajo de por donde cruzó la supuesta cochina, pasó primero una cierva y poco después otro jabalí con sus buenos 70 kilos.

No fui capaz ni de echarme el rifle a la cara, la cierva cruzó el camino de súbito, sin hacer ruido, pero el cochino sí traía cierto run run y una ladra lejana, que quizá me despistó, creí que estaba más lejos, excusas, me pilló a por uvas. ¿Montero alerta?

Eso sí, iban ambos como bólidos, no era nada fácil.

Al volver con la mano, llegaron de nuevo Paco y Hugo al 7.

–¿Dónde está el guarro?

–A la velocidad que iba debe estar ya en Córdoba.

–Yo creí que…

–Yo también creí, yo también creí…

Me miraba el hombre incrédulo, como su sobrino, los perros me miraban con más mala leche.

El gancho finalizó, pero siempre se mantuvo un buen ritmo de ladras y tiros, lo que presagiaba un buen resultado.

Vinieron Gonzalo y Loli a recogerme, les conté mis cuitas, nos reímos.

Luis Miguel, Gonzalo y Loli con el venado de 13 puntas en la junta de carnes.

Allí donde me pueden encontrar

Hicimos algo que me encanta, recorrer los puestos cuando los monteros ya se han retirado, esta vez la intención era indicar a la juventud por la emisora donde estaba marcada la caza cobrada.

Los jóvenes, encabezados por Gonzalo Jr. y por Mario, se hicieron responsables de recoger los cochinos y cervunos cazados. Aunque Carlos y Juli estaban prestos al quite.

La verdad es que en otras armadas los tiraderos eran más limpios, y los puestos no tan complicados para jugar el lance.

El hecho de la dificultad de la armada del Camino queda reflejado en que tiramos todos y sólo se cobraron 2 jabalíes y 2 ciervas.

Mientras dábamos cuenta de los estupendos entrantes y del cocido de Salones León, los jóvenes hicieron rápido su trabajo.

Un plantel mejor que bueno para solo 22 posturas: 3 venados, con un buen 14 puntas y otro muy bonito de 13; 16 cochinos, con 2 navajeros; y 9 ciervas.

Los dos navajeros y varias cochinas tenían buena romana.

Monteros con suerte y puntería con los venados.
En El Paraíso Palomo
Antonio, Victoriano y Gonzalo.

Benjamín se quedó con 2 venados, mientras que Victoriano Calvo y Antonio Ruiz se repartieron los navajeros.

Si alguna vez quieren buscarme con un rifle al hombro en una batida, háganlo en un gancho o cacería similar a este El Paraíso con los Palomo Aranda & Cía., gente buena que desde hace tiempo forman parte de mi plantel de amigos.

Palomo Aranda & Cía.

Apenas ocho horas

No es la Solana de El Paraíso del circuito montero comercial, por eso casi no ha aparecido en esta crónica Gonzalo Palomo Servicios Cinegéticos, y sí, y mucho, familia, familiar y amigos.

Hora de recogerse, ya hacía frío, algo normal en enero, fin a ocho horas de maravilloso suspiro en el paraíso.

Antes de llegar al puente de Peralvillo un enorme cisne navegaba por las remansadas aguas de El Vicario. Hay que volver.

Crónica y fotografías: Adolfo Sanz Rueda

En El Paraíso Palomo
Gonzalo, Carlos y Juli.

DATOS DEL GANCHO

Logo Gonzalo Palomo Servicios Cinegéticos

Organización: Gonzalo Palomo Servicios Cinegéticos

Fecha: 29 de enero de 2023

Finca: El Paraíso / Finca abierta / Mancha: Solana

 Término: Miguelturra, Ciudad Real

Puestos: 22 / Cupo: 2 ciervas, jabalíes sin cupo. Venados según tasa de abate / Rehalas: 5

Venados: 3

Jabalíes: 16 (2 navajeros)

Ciervas: 9

 

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