Panorama montero

Despedida del año a lo grande de Gonzalo Palomo SC en El Navajo

Gonzalo venados
Gonzalo Palomo Servicios Cinegéticos, esto es, la familia Palomo Aranda, tenía un as en la manga para despedir el año.

CRÓNICA

La familia Palomo Aranda, esto es, Gonzalo Palomo Servicios Cinegéticos, tenía un as en la manga para despedir el año.

Una montería muy especial en La Reforestación de El Navajo, esta mancha, según indica su nombre, es una especie de gran V al pie de la sierra, donde algunos arroyos mantienen su viejo monte pero la parte de la raña se reforestó, creciendo un monte joven y bravo que en algunas zonas no se diferencia ya de del original de años ha.

Muy querenciosa tanto para los cochinos como para el cervuno, tiene también algún gamo, que se recogen aquí de los rigores de la sierra, por mucho que esta sea en su mayoría de solana.

La finca, El Navajo, aunque pudiera parecer del ámbito de Los Yébenes, o más bien término de otra localidad toledana, Marjaliza, a escasos kilómetros del coto, pertenece a Retuerta del Bullaque (Ciudad Real).

Son esos caprichos que hacen las lindes provinciales.

Son las mismas reforestación y sierra que veía la temporada pasada desde Ardales, justo desde la umbría de enfrente, pero que es término de Los Yébenes.

Gonzalo venados

Casi un gancho

Montería con aroma a gancho.

Un total de 22 puestos para cerrar las 300 hectáreas y cinco rehalas selectas, lo dicho, prácticamente un gancho.

Los Palomo Aranda son un equipo bien conjuntado.

Loli en la administración y papeleo, el campo es más de Gonzalo júnior y de Mario, mientras que Gonzalo sénior coordina, aunque se puede decir que toda la familia es capaz de realizar cualquier cometido.

Refuerzan el equipo, sobre todo los días de montería, Carlos Sánchez, el socio de Gonzalo en la empresa forestal Oysfor, otros trabajadores de esta, como, por ejemplo, Juli Aranda, hermano de Loli, o Mario Paredes, del que ya hablaremos mucho y bien más adelante.

Mario (sentado), Carlos, Loli, y los Gonzalos.

Desapacible

Muy ricas las migas de Catering Cristina, poca gente en el recinto donde además se realizaría el sorteo.

Mucho sabor, buenos trofeos de venado, todos de El Navajo, amarilleaban sus frontales en la inmensa pared.

Entretenida tertulia pre sorteo con N.G.P., José María Serrano, habitual con esta organización, gran cazador con el que me llevo muy bien, y, cómo no, con Pilar Largo y Manu Ramos, jóvenes y excelentes cazadores a los que aprecio como si fueran de mi familia.

Comenzó tomando la palabra Gonzalo padre, describió la mancha, después de agradecer a José Luis Gamarra que hubiera confiado en su organización, pasó la palabra a su hijo Gonzalo.

Gonzalo júnior comenzó haciendo especial hincapié en la seguridad.

«De los 22 puestos hay 16 en torretas, aun así no se puede tirar en línea y hay que enterrar siempre los tiros».

Bien dicho, La Reforestación, a pesar de tener incluso algunos leves testeros por la caja de los arroyos, es más bien llana.

«Y mucho cuidado con las rehalas en el monte», otro acertadísimo apunte.

«A pesar de las torretas los puestos no son fáciles».

Concluyó diciendo: «No es una montería de venados medalla, es una montería entretenida, yo tiraría el primer venado ‘decente’ que os entrara y después…». Sorteo.

Sí que había grandes venados, las cámaras-trampa, que son unas chivatas, lo que pasa que la organización quería ser discreta y que fuera una sorpresa.

Un total de 22 sobres sobre la mesa, un número cantado al azar, y un montero tras otro a sortear.

Me envió la suerte al 12, el «es un buen puesto» me sonó a sincero.

Al salir, no solo no se había apaciguado la climatología, llovía más, las nubes habían bajado casi hasta el sopié de la sierra y hacía aire y frío. Desapacible.

Y todo eso después de haber tenido una Navidad primaveral hasta el 28 y de no dar lluvia las previsiones para el 29.

Gonzalo hijo hizo especial hincapié en la seguridad.

El 12

A mi amigo N.G.P. le tocó en suerte el 11, y nuestro postor era Juli, nos reímos mucho en la pick-up de este camino de los puestos.

Llovía, dejaba de llover, pero el frío y el fino aire no cesaban.

Las nubes bajaron tanto que la mancha de La Sierra no se hubiera podido montear por la niebla.

Nos quedamos en La Reforestación como emparedados entre los nubarrones y el monte bravío sobre el suelo embarrado.

Comprobamos la dificultad de los puestos a pesar de las torretas, había que cazar mucho de oído.

Y aunque el puesto de N.G.P. era más cerrado que el 12, a mí me gustó más, me pareció como más querencioso para el paso de cervuno y cochinos, aunque…

Mario Paredes acompañaba a Juli para después recoger la caza, pero se quedó conmigo al ser muy amplia la torreta, ¡qué persona más maja y cuánto sabe de caza!

Gonzalo venados
De haber estado en el suelo, en el 12 no hubiera tirado.

El aire soplaba de oeste a este, por lo que aireábamos a gran parte de la mancha.

El 12 tenía más tiradero y más limpio que otros puestos que vi, incluso una miaja de testero por el lado al que no aireábamos, donde se podía tirar en la parte baja pero imposible arriba por la cantidad de monte que había.

Las ciervas hicieron verdaderas diabluras, y los venados y los cochinos: caza arisca, mejor.

De la caza arisca (I)

Sonaban ya los perros demandando la suelta, algunos tiros, seguramente de las reses que se iban moviendo con el ajetreo.

Suelta. Ladras, carreras y más tiros…

Por la parte alta del ‘mini-testero’, donde más monte había, vi el lomo de un cochino de mucha alzada. Iba como un cohete.

«Prepárate, Adolfo, que van cinco o seis y parecen todos grandes, al cruce del camino», me susurró Mario.

¡Tururú! Se fueron a lo más apretado del monte, y de ahí a la sierra. ¡Pero si no les echábamos el aire!

Lo siguiente fue un zorro, precioso, enorme, doy mucho valor al zorro como especie cinegética.

El raposo tuvo a bien pararse, y no lejos, ¡el tiro se me fue un poco alto! ¡Cachis en diez, creo que era medalla! (los homologo).

A la contra de la carrera de la piara asomó un buen venado que volaba, con cinco o seis ciervas más atrás y por debajo.

Imposible, ni me encaré el rifle, el venado siguió volando hacia otra armada, pero algunas ciervas se bajaron hacia el puesto.

Una sola y muy grande se paró unos metros más arriba del zorro, con una trayectoria contraria a la de este.

El tiro estrenó el casillero del 12. No suelo tirar ciervas, lo tengo que tener muy claro como era en este caso.

Mudo seguía el rifle de N.G.P.

El agarre

Tiros –sin llegar al tiroteo–, ladras, carreras…

Sin solución de continuidad, es ahora un cochino el que entra en escena, lleva buen paso, a pesar de que los perros laten lejos.

Viene desde el 11, aunque desde su posición era imposible de ver, y parece que va camino de donde apareció el zorro.

¡Pero no, pega un rabotazo y gira hacia su derecha y sale a una zona más limpia! Acusa claramente el impacto.

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Pronto llegan los perros. ¡Agarre! Gruñidos estridentes –por lo que parece una cochina–, ¡guirigay!

Voy a coger el cuchillo de remate y, ¿dónde está?, en el maletero del coche. Maldigo.

Con rapidez enredo en el macuto, encuentro el precioso pero pequeño cuchillo de la serie African Safari (el modelo Kudu) que diseñó hace años ese fenómeno que es Luis Pérez de León para Muela, con muchas utilidades pero para nada la de ser un cuchillo de remate.

El Kudu hoy es una auténtica pieza de colección, si es que tiene la suerte de encontrar alguno.

Cuchillo Muela Kudu: una pieza de auténtica colección

Yo, por si acaso, ya me he encargado un Bolo, Antonio Conde y Laureano de Las Cuevas, otros dos fenómenos.

Historia de Bolo

Miro a Mario, asiente y no se lo piensa, avisamos a N.G.P. en la lejanía –le veíamos por las torretas– de nuestras intenciones de entrar al remate.

El alboroto era formidable, con prudencia pero con determinación Mario remata la faena, el Kudu a pesar de su corta hoja se portó maravillosamente.

La cochina estaba muy agarrada, pero había que extremar las precauciones porque tenían sus buenos colmillos para ser hembra.

La climatología casi siempre fue adversa.

De la caza arisca (y II)

De nuevo en la torreta.

Entra una cierva con su gabata de la parte donde aireábamos, vienen ligeras, pero van disminuyendo el paso a medida que se acercan, hasta se las traga la tierra.

¡Emoción! ¡Una collera de venados entra en plaza con mucha cautela! ¡Los dos son muy buenos, sobre todo el segundo!

Aunque les echamos el aire, ¡uffff!

Barruntando, levantando la cabeza para cargarse de aire, se paran tras un matón, solo se les veía las cuernas. ¡No se deciden a entrar!

¡¡Qué nervios!!

Se arranca el escudero y le sigue el grande, no hacia el puesto, cruzan por delante de él no muy lejos pero protegidos por una hilera de rebollos, no paran en ningún momento.

Con el visor a 4 aumentos me resultó imposible poder disparar con una mínima seguridad de acertar, no tiré.

Quizá si cuando se pararon hubiera cogido el rifle sin visor, quizá, pero no lo hice.

¡Lástima, porque eran muy majos! No medalla, pero sí muy buenos de montería.

Un cochino cruza larguito, ‘de puntillas’ y a buen trote, en ese momento estábamos a medio aire.

El primer tiro le engancha y el segundo le remata al asomar al camino.

Era más chico que la cochina.

Venados 5 – Cronista 0

La montería continuaba con su letanía: tiros, ladras, carreras…, aunque, lógicamente, cada vez con menor cadencia.

Y la climatología también: a veces lluvia, fino viento y frío, aquí la cadencia seguía igual que por la mañana pronto.

Como no había peligro alguno, Mario de acercó a recuperar el segundo jabalí ante la posibilidad de que los perros, en su lógico cebado, lo arrastraran a un barrizal cercano.

Gonzalo venados
El zoom engaña, había más distancia, Mario con el segundo cochino y en el círculo donde se paró el venado un buen rato.

Llegó entonces el turno de Murphy y su ley, un venado entró y se paró (¡un buen rato, este sí!) en línea con Mario cuando cogía al cochino.

Poco le importó el medio aire o que aireáramos. No era grande.

Algunas ciervas más repitieron la jugada de la primera con su gabata, cómo se cargaban de aire, se amagaban y generalmente se volvían para atrás.

Cuando parecía que la batida concluía, ya casi ni se tiraba ni había ladras, por la misma carrera de la primera cochina, entraron un vareto con un venado joven.

Cuando asomaron a la parte de monte bajo, se pararon, y mientras que valoraba la posibilidad de tirar –seguramente no lo hubiera hecho–, sin estar aireando ni nada parecido, pegaron un rabotazo, volviéndose primero para después emprender veloz carrera y cruzar el camino ya algo lejos.

Venados 5 – Cronista 0. Pero muchísimo disfrute.

Mario Paredes, buena gente y sabe mucho de caza.
Gonzalo venados
Daniel Alias padre e hijo.

Magníficos rehaleros y magníficas sus rehalas

Durante la montería don Gonzalo Palomo Aranda hizo las veces de guía de las rehalas, y lo bordó, como lo bordaron los rehaleros y sus rehalas.

Es de justicia al menos nombrarlos para reconocer su labor.

Pedro Gómez Ormeño, en medio, escoltado por José María Guerrero y Gonzalo júnior.

Soltaron en La Reforestación de El Navajo sus excelentes perros: Daniel Alias, padre e hijo; Pedro Gómez Ormeño; Francisco Berbel y su hijo Héctor; Fran de Los Quiles; y Juan José Gómez.

¡Muy bien, señores, gran trabajo!

No es cosecha propia, lo he escuchado infinidad de veces, ya pueden ser buenos los perros, pero si el rehalero o podenquero no lo es también, no cazarán.

Paco y Héctor Berbel rematando la mano.

16 x 3

Como ya he dicho no hubo tiroteo, pero sí se disparó con bastante continuidad, aunque el mal día en lo climatológico, que no ayudó en nada en unos tiraderos de por sí complicados, y lo arisco de la caza, me hacían presagiar muy buen plantel pero no el bombazo que sé que en Gonzalo Palomo SC sabían que se podía dar.

Magnífico venado aquerenciado durante mucho tiempo en La Reforestación y que no apareció en la montería.

Las cámaras-trampa tenían ‘localizados’ media docena de venados medallables, sobre todo uno muy característico de candiles –puntas centrales– larguísimos y muchas puntas que llevaba meses aquerenciado en La Reforestación y ¡ni siquiera se le vio durante la montería!

Además los ‘calores’ anteriores a la montería hicieron que La Reforestación estuviera menos cargada de cochinos que otras veces.

La Reforestación se llena de cochinos con el frío, al ser muy abrigada y estar al pie de solana. No es raro cobrar más de 30.

Y con lo que estoy relatando, los venados y los guarros grandes suelen salir indemnes, si es que salen.

Con todo, solo dos puestos no tiraron, uno mi amigo N.G.P., ¡con lo que me gustó el 11!

Ni al salir de comer las nubes dieron tregua.

La dificultad de los tiraderos hizo que hubiera que pistear algunos cochinos y venados, por lo que se apuró hasta el último momento de luz para completar el plantel.

A pesar de lo cual, un altísimo porcentaje de la caza cobrada llegó bastante antes de las 18.

¡Qué curioso!, muy curioso, se cobraron 16 venados –uno al día siguiente–, 16 cochinos y 16 ciervas. 16 x 3.

Podría haber desempate, ya que al cierre de esta crónica aún había esperanzas de cobrar otro venado y un jabalí más.

Gonzalo venados
Anastasio Nieto, en medio, con el espectacular venado que cobró.

El grande era un venado muy curioso, especialmente por lo chato que era.

Monteros satisfechos a celebrar la Nochevieja

Satisfacción general. Se dio muy bien.

Hasta N.G.P. estaba contento, tiene buen carácter y entendió perfectamente que la caza tiene estas cosas y en montería hay que mirar el cómputo general no el individual.

También ayudada lo bueno que estaba el cocido de Cristina.

José María Guerrero con su hijo David (arriba).
Abajo con su grupo habitual que montea con Gonzalo Palomo SC.

Se cobraron, además, ocho venados muy buenos de montería.

El más grande lo cazó Anastasio Nieto que ya medido ha dado bronce.

Fernando y José Encinar.
Gonzalo venados
Preciosa foto del venado cazado por Nacho Sada que abajo aparece con su familia.

Otros buenos venados los cobraron los hermanos Encinar, Fernando y José, que además se hicieron con un cochino; José María Guerrero; Pablo BetanzosNacho Sada o Juan Jesús Zamorano.

Pablo Betanzos con un venado que engaña en la foto, tenía su grosor.
Juan Jesús Zamorano y su hijo Marcos.
Guillermo Serrano con uno de los venados que cobró su padre José María, el otro era muy bueno de montería.
Gonzalo venados
Mario Palomo con el venado cobrado el soleado día siguiente.

José María Serrano completó el cupo de venados con uno de buenas hechuras; Pepe Rodríguez empató con el cronista, dos cochinos y una cierva.

Santiago, que trabaja en El Navajo y se conoce cada mata, al ver el venado grande comentó: «Los había mejores que este».

José Luis Gamarra padre e hijo, preocupados porque todo saliera bien. De pie, Julio Aranda.

La propiedad, José Luis Gamarra padre e hijo, atendían con cordialidad a todo el mundo y se preocupaban de que todo estuviera bien.

Muy buen resultado, pero repito, pudo haber sido un bombazo, la caza es así, y mejor que así sea.

La siguiente cita en El Navajo será en La Sierra el próximo 5 de febrero; venados, jabalíes y ciervas sin cupo.

Allí estaremos, aunque yo ya he reservado en La Reforestación para próxima temporada.

Los monteros satisfechos iban partiendo a celebrar la Nochevieja, no todos, que algunos cazaban al día siguiente.

Gonzalo venados

¡Feliz 2023!

Los Palomo Aranda son gente buena, honrados y trabajadores, se merecen lo mejor.

Gonzalo venados

Hay que felicitar a Loli, Gonzalo padre e hijo, a Mario y al equipo que les arropa, a la propiedad, a los rehaleros, al catering y a todos aquellos que de una manera u otra participaron en esta deliciosa montería con aroma a gancho.

Y de paso, desearles a todos ustedes un 2023 con mucha salud para poder disfrutar los mejores lances vitales e incluso de caza.

Una crónica de Adolfo Sanz Rueda

Fotografías: Adolfo Sanz y Gonzalo Palomo SC

DATOS DE LA MONTERÍA

Gonzalo Palomo montería

Organización: Gonzalo Palomo Servicios Cinegéticos

Fecha: 29 de diciembre de 2022

Finca: El Navajo / Finca cerrada / Mancha: La Reforestación

Hectáreas monteadas: 300

 Término: Retuerta del Bullaque, Ciudad Real

Puestos: 22 / Cupo: 2 venados y 1 cierva, jabalíes sin cupo / Rehalas: 5

Venados: 16 (1 medalla de bronce)

Jabalíes: 16 (2 navajeros)

Ciervas: 16

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