Panorama montero

Los venados dieron juego en ‘Valdelacasa’ con Cinegética Garrido

CRÓNICA

Los venados dieron muy buen juego a los monteros, con Cinegética Garrido, en la montería de Valdelacasa

A las ocho de la mañana nos daba cita Enrique de Cinegética Garrido en el restaurante La Montería de la cacereña localidad de Aliseda. Allí se realizó el sorteo de las cuarenta y ocho posturas con que se iba a cazar la mancha de El Cobertizo de la cercana finca de Valdelacasa.

Casi sin tiempo para desayunar comenzaba la organización con el sorteo de posturas tras las últimas indicaciones del estado de la mancha. Se pidió encarecidamente que se respetase los muflones pequeños dado que había  un pequeño rebaño compuesto por machos de corta edad.

La salida de los puestos se fue realizando conforme se fueron sorteando las distintas armadas que cerraban el mapa de la montería y el reloj marcaba poco mas de las nueve y media cuando quedaba cerrada la mancha.

Con la colocación de las traviesas con total celeridad y orden sobre las diez y cuarto de la mañana se daba paso a la entrada de las rehalas al cazadero. Se colocaron en los distintos puntos de suelta y tan solo media hora más tarde se daba rienda suelta a los perros. Antes  ya se había escuchado algún disparo sueltizo.

Una lluvia agradecida

Se auguraba una buena jornada, dado que de momento y en el transcurso de todo esto que os he contado, un pequeño calamorro mojaba el terreno aunque no llegaba a empapar. Lluvia, que incluso apetecía no refugiarse al amparo del paraguas, sino disfrutar de su contacto con la piel.

Con estos avatares comenzaba la montería con una extraña calma, únicamente interrumpida por algún disparo por el cierre de aceituna. Pero a medida que las rehalas fueron entrando en la mancha se fue animando la jornada.

La caza no estuvo bien repartida y concentrada en la parte alta había una zona de la mancha donde ladras y disparos no dejaban de sucederse y otras donde reinaba la calma.

A pesar de que el tiempo parecía nos iba a favorecer, no fue más que un espejismo y en tan solo quince minutos el panorama cambió estrepitosamente.

El sol dio la cara y picaba que daba gusto y tan solo media hora después de soltar, y por el puesto cuatro de la traviesa el cual un servidor ocupaba, transitaba una cierva sin correr, con la lengua fuera. Iba seguida por un can con las iniciales JG en el lomo que, jadeando la perseguía a tan solo un par de metros pero sin fuerzas para ladrarla, se dedicaba a, paso que daba la cierva, paso que daba el. Digamos que habían llegado a firmar un pacto de no agresión entre ellos.

Con este panorama se me presentó el perrero en el puesto casi una hora más tarde al que ofrecí agua que aceptó gustoso, comentándome que los perros ya no iban haciendo nada y quedaba casi la mitad de la mancha por cazar.

Y así fue, tras haber abandonado mi postura y cuando se encontraba el amigo paraguas unos doscientos metros más adelante en la mancha, un perrillo que gipa justo por donde habían ya pasado y se levanta un venado que no llego a adivinar entre el monte, cuando por fin lo veo salir, va derechito al sopié donde dos monteros juegan lance infructuoso con él, escapando de la quema.

No era mi día

Tras esto y tan solo unos minutos después, una ladra corta y las voces de «¡va para atrás!» me ponen en alerta, no tarda mucho en aparecer un tremendo cochino que ladino él, escogió el viso de mis bajos para escurrirse sin que pudiera disparar sobre él por miedo a no enterrar del todo la bala.

Se comprende que hoy no estaba para mí.

Ya con el monte en calma, sin escuchar las rehalas y con un sol que me hacía desear la vuelta del postor, un disparo del amigo Caldera en el tres me pone en alerta, un movimiento de matas llama mi atención y ya lo veo.

Como a mi me gusta, paso cochinero, cabezota a un lado y a otro, paradita para escuchar y oler, así que venía un jabalí buscando mi puesto.

Lo seguía maliciosamente con la mira pero en un ¡estatequietoperonopuedo! le suelto una salve que se me va alta. La cochina que ahora adivino perfectamente se monta en su «moto» y ¡patitas para qué os quiero! Un segundo disparo queda delantero y el polverío la hace desistir de su huída y curiosamente se me mejora. ¡Ahora sí, ahora no te voy a fallar! La aguanto al máximo, dejo que se arrime, la veía y no la veía, se tapaba y se destapaba y a tan solo veinte pasos le suelto la tercera salve mientras se metía en otro apretón. El polvo blanco me traía malas noticias, mientras la veía de nuevo salir y meterse en otra espesura. Una lancha se había comido la tercera bala. ¡A criar!.

Para poco mas dio la montería, el postor nos indicaba el camino al coche y volvíamos a la junta no sin antes sufrir un pinchazo.

Se respetaron los muflones

Allí disfrutamos de una magnífica comida con cortador de jamón incluido mientras se sacaban las reses al plantel.

Debido al intenso calor, los carniceros fueron abriendo canales según fueron bajándose de los remolques por lo que fue imposible sacar una foto de grupo, aún así los venados dieron juego con 18 y 7 jabalíes llegaron junto a alguna cierva de gestión a la junta de carnes.

Los muflones habían dado la cara pero los monteros los habían respetado por ser aún jóvenes. En uno de los casos, uno le entró a un muchacho que venía de Galicia, un magnífico muflón (sería el papá de los chicos), que lo fallo para su pesar.

El triunfador del día fue el amigo Donoso que consiguió hacerse con cinco reses entre ellas el mejor venado de la montería de 16 puntas

Angelillo abatió otro bonito ciervo de doce puntas en sus astas, siendo una pena el grosor de ambas, ya que la longitud era magnífica para echarles el metro.

Entre los jabalíes destacaban también dos buenos navajeros que alegraron la jornada a los afortunados.

Pisteando más de un kilómetro

Destacar algunas posturas como la del amigo Juan que consiguió un jabalí y un venado, habiendo jugado otros cuatro lances más. Algún que otro montero se vino tal como llegó pero habiendo gastado un manojo de balas infructuosamente fallando hasta seis guarros.

Cuando partía, andaban buscando un venado que apareció y un jabalí enorme que había tirado el amigo Fran en el cierre de la cuerda. Iba dejando mucha sangre, pero finalmente, y tras un pisteo de más de un kilometro, el rastro se perdía y les fue imposible su cobro.

La sobremesa se extendió en una tarde de sol que acompañó al disfrute entre amigos. Una buena jornada para abrir boca en su temporada particular con Cinegética Garrido.

Fuente: Carlos Casilda Sánchez

DATOS DE LA MONTERÍA

Organización: Cinegética Garrido

Fecha: 12 de octubre de 2019

Finca: Valdelacasa / Mancha: El Cobertizo Finca abierta /

Hectáreas monteadas: 750

Término: Aliseda, Cáceres

Puestos: 48 / Sin cupo / Rehalas: 22

Venados: 18

Jabalíes: 7

 

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