La caza de los felinos en África no solamente se limita a la caza peligrosa de los grandes felinos (león y leopardo) o la del esquivo guepardo. Hay una interesantísima opción de caza de los pequeños felinos, que suponen un difícil reto para los cazadores que deciden ir a por ellos, sin suponer un gran desembolso económico para nuestros bolsillos.
Muchos safaristas han realizado varios viajes de caza a África e, incluso, tienen algunos de los Big Five y, sin embargo, no tienen entre sus trofeos estos pequeños gatos, que representan un bonito reto para el cazador, por la dificultad que presenta su caza.
Caza de oportunidad
La caza de los pequeños felinos nos obligará a hacer un enorme esfuerzo para localizar nuestra presa y, además, incluye un componente de factor suerte en poder tener oportunidad de disparar. Esta caza nunca estará garantizada por la orgánica que nos está preparando el safari, ya que estos pequeños gatos son absolutamente imprevisibles. Si alguien nos garantiza que abatiremos un caracal o un serval… debería hacernos sospechar inmediatamente que hay algún tipo de deshonesta picaresca escondida tras esa oferta de caza.
Nunca deberíamos organizar un safari en el que estas especies sean la pieza fundamental de nuestro viaje, ya que podría ser que la caza se resista, por mil motivos distintos, y esto hiciese que nos sintiésemos frustrados por no conseguir nuestros objetivos. Lo que debemos hacer es tener ya hablado con el outfitter los precios y condiciones de caza de estos animales, y haberle informado de que, si surge la oportunidad, la aprovecharemos.
El planteamiento más sensato para la caza de estas especies es averiguar las posibilidades reales que hay de abatirlas en la zona donde nosotros cazaremos, e informar al outfitter que organiza el safari de que tenemos profundo interés en la caza de estos felinos. Así el outfitter podrá poner los medios (con el uso de perros, fareo nocturno…) para maximizar nuestras posibilidades de dar con alguno de ellos, y que tengamos una oportunidad de disparar sobre ellos.
En ocasiones estos animales simplemente se cruzan en nuestro camino; eso es inusual, pero debemos tener pensada nuestra reacción, para que no dudemos, y podamos aprovechar los breves segundos que nos va a dar… para poder efectuar el disparo. La primera ocasión que tuve al caracal fue cazando kudus con mi amigo Adam Barnard, ya regresábamos al atardecer al campamento. Yo llevaba un .375 H&H con puntas de .300 grains, era único rifle en el coche, cuando frena en seco, y me dice: “Sube, arriba hay un lince en aquellos arbustos, lo he visto agacharse”. Cargué el rifle del .375 H&H y me preparé encima del Toyota, tiramos piedras, tocamos el claxon, aplaudimos…. cinco largos minutos y allí no salía nada. Finalmente, ya dudando de su vista, envió a nuestro tracker, Ben, a inspeccionar los arbustos. “¡Aquí no hay nada, Baas!”, nos gritó Ben. Aún no había terminado la frase, cuando un caracal, grande como un pastor alemán, le sale de entre los pies como un misil, impidiéndome dispararlo porque tenía detrás a Ben, y corre por la llanura como un misil rojo que volaba sobre la hierba alta. Le vacié el cargador del H&H casi sin luz, uno alto, dos bajos, uno trasero… y aquel enorme caracal… se fue ‘a criar’.
En la caza de estas especies difíciles de felinos no se deben desaprovechar nunca las oportunidades, porque nos darán muy pocas. No se puede elegir ejemplares, porque mataremos aquel que tengamos oportunidad, o quizás ya no veamos ningún otro. Si no lo hacemos así es muy probable que sólo nos traigamos una bonita historia como la mía, pero el gato se quede en África sentado, lamiéndose tranquilo las patas, mientras ve como nuestro avión se vuelve con nosotros hacia Europa.
Caracal
El lince africano (Lynx caracal) es un hermoso felino de color leonado, sin manchas, con cabeza pequeña y orejas largas rematadas por dos penachos de pelo. Se trata de un animal muy adaptable, que ha colonizado prácticamente todo África, desde los frondosos bosques cercanos a Ciudad del Cabo, en el sur, hasta las arenas del Sahara en el norte, y las áridas tierras de Palestina e Israel, en el este.
El caracal es un superviviente nato; en algunas zonas se ha especializado en la caza de aves al salto (tiene una agilidad prodigiosa) y en zonas con menos poblaciones de aves cambia su dieta y se centra en la caza de roedores y antílopes de pequeño tamaño (compitiendo con los conocidos chacales de lomo negro). Los machos suelen pesar 15-18 kilos y las hembras 11-13 kilos; pero, pese a su tamaño medio, son capaces de depredar con éxito sobre especies que les sobrepasan ampliamente en tamaño.
Es un animal muy esquivo y de hábitos crepusculares. Pasa el día escondido en su cubil y es al atardecer cuando comienza su patrulla de caza por su territorio; es ese momento el que más oportunidad dará al cazador de encontrarlo mientras se desplaza o cuando va a beber. Tendremos posibilidad de que aparezca en algún punto de agua mientras estamos haciendo una espera o que lo veamos campeando al atardecer, nunca debemos desaprovechar esas oportunidades.
En algunas zonas en las que la población de caracales es elevada está autorizada su caza con perros. Esta modalidad de caza es la que más posibilidades tiene de éxito; se usan unos perros de rastro especializados en los de felinos (a veces son los mismos perros que se usan para cazar leopardo), se va campeando por una zona querenciosa, hasta que los perros cortan un rastro fresco de caracal, momento en que comienza una alocada persecución. El cazador debe seguir a los perros a la mayor velocidad posible, porque pronto los perros harán que el gato acosado se suba a un árbol, para huir de la jauría. Cuando lo paran en un árbol, el gato se siente muy nervioso e inseguro, así que debemos aproximarnos sin dudar demasiado, localizarlo rápidamente y efectuar un disparo. Si nos demoramos, o el gato nos ve dando vueltas en torno al árbol buscando un mejor ángulo de tiro, frecuentemente saltará por encima de los perros, y la persecución comenzará de nuevo.
Serval
El serval (Felis serval) es un pequeño felino, de patas largas y con un hermoso pelaje manchado que recuerda lejanamente al de un leopardo. Sus características principales son sus patas desproporcionadamente largas, que le dan una buena velocidad y le permiten ver por encima de las hierbas altas, y su pequeña cabeza, que nos indica su predilección por presas de pequeño tamaño.
Habita preferiblemente áreas de matorral y sabanas. No gusta mucho de subir a los árboles y prefiere cazar en tierra. Su dieta está compuesta, fundamentalmente, de roedores y aves que captura en tierra; sólo ocasionalmente ataca a crías de antílope.
Se trata de una especie menos frecuente que el caracal y muy valorada por el cazador. En las zonas donde lo hay deberíamos informarnos si está autorizada su caza y si se tienen permisos CITES para su posterior exportación a Europa sin problemas.
African wild cat o gato salvaje africano
El gato salvaje (Felis silvestris lybica) es el primo africano de nuestro gato montés europeo. Hay un par de subespecies y no todas se pueden cazar en todas las áreas (ya que algunas son comunes y otras, no tanto). Deberemos informarnos antes del comienzo de la cacería de si existen permisos para poder cazarlos e indicar al outfitter que tenemos interés en conseguir uno.
Es un felino pequeño, ya que puede oscilar entre los 2,5 kilos de una hembra joven hasta los 6 kilos de un gran macho. Presenta la clásica coloración grisácea con lunares oscuros de los gatos salvajes.
Habitan toda África, excepto los desiertos arenosos, y su nivel de adaptabilidad es altísimo. Se trata de un pequeño animal excepcionalmente discreto y difícil de detectar. Pese a que la población sea saludable y elevada, lo lógico es que no veamos ni uno solo, a no ser que hagamos escapadas de caza nocturnas y que nos ayudemos de focos, lo que nos permitirá localizarlos mientras ellos están de caza.
Calibres adecuados
Estos tres felinos tienen todos ellos piel muy blanda y son animales delicados. Cualquier calibre de rifle pequeño puede abatirlos sin ningún problema, incluso las carabinas del calibre 22. Nuestro mayor problema a la hora de cazar estos animales es que, frecuentemente, nos dan una oportunidad mientras estamos cazando otro tipo de animales, con rifles de calibres grandes, y si le disparamos con ese calibre, desharemos el gato, arruinando el trofeo.
Si salimos de noche a farear, y buscamos cazar gatos, llevaremos el rifle más pequeño que podamos conseguir y/o una escopeta de cartuchos (con perdigones medios), que será más que suficiente para hacernos con estos pequeños felinos.
Si cazamos con perros de rastro, normalmente el disparo es desde una distancia muy corta, con el gato medio oculto entre las hojas y las ramas. En ese caso, la mejor opción es una escopeta.
Si, finalmente, vamos a usar rifles, hay otra opción válida que es elegir un proyectil blindado de tipo militar (full metal jacket), que no expande, y va a pasar al animal de lado a lado, provocando un orificio de entrada y otro pequeño de salida, sin dañar apenas la piel.
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Taxidermia
Conclusiones
Por José María Aranda