Un estudio realizado en Suecia sostiene que el impacto humano está influyendo en la relación entre las madres y los cachorros de oso pardo escandinavo, ya que la actividad cinegética ha cambiado las características de la atención de la madre a sus crías y la frecuencia con la que tiene oseznos.
En este país, los cazadores pueden abatir a cualquier plantígrado solitario entre finales de agosto y mediados de octubre, pero las osas con crías están protegidas legalmente.
El estudio, publicado esta semana en la revista Nature Communications, tras analizar datos de los últimos veinte años en especímenes de oso pardo (Usus arctos) en Suecia, sostiene que las hembras han aumentado el periodo de cría, de 1,5 a 2,5 años de media, en las zonas donde hay cazadores.
Las hembras de esta especie de úrsido paren cada dos años —en el mejor de los casos— por lo que esta medida retrasaría la reproducción de la especie a cada tres años.
El número total de especímenes no debería verse afectado por este cambio de comportamiento. Pero sí se alterará la estructura de la población de osos, que se compondrá de más hembras reproductivas.