
Jesús Fernández, Miguel Ángel Campos y Jesús Galindo en una estupenda mañana tras las codornices en Fuentesaúco de Fuentidueña, Segovia.
Hoy en Caza y Safaris – Caza Wonke estamos de doble enhorabuena, estrenamos otro blog, en este caso, ni más ni menos, del decano de nuestra prensa, Cesáreo Martín Martínez que en su ‘Rincón del decano’ se acercará a cazadores, instituciones y organismos, actividades y/o modalidades peculiares… el decano está en plena forma.
Se me ocurrió para inaugurar este ‘Rincón del decano’ acercarme hasta Fuentesaúco de Fuentidueña, al norte de la provincia Segovia, con la intención de reflejar una jornada de caza de codorniz en mano con perro de muestra.
Mi hijo César y su cuñado Víctor Manuel Enrique son socios del coto de la localidad segoviana, de hecho Víctor Manuel es el presidente del coto, lógicamente saben de mi retirada de la práctica venatoria, pero también saben que me gusta la caza fotográfica y disfrutar del campo, por lo que me invitaron a pasar un día de caza de codornices en septiembre en compañía de otros socios del coto, ya que ellos, junto con Alba, dedicarían la mañana a los corzos.



Una gratísima impresión
Llegamos al campo sobre las ocho de la mañana, allí nos esperaban Jesús Fernández, con tres perros bretones de un año de edad y la madre de éstos, lógicamente también epagneul bretón, Miguel Ángel Campos, que nos sorprendió con un dálmata muy joven, y Jesús Galindo, sin compañía canina.
Los tres me causaron una gratísima impresión, excelente partida de caza.
El campo muy seco
El campo estaba muy seco, los rastrojos como suelos de parqué con la paja empacada. Algún perdedero de hierba alta, mezclada con tomillo en sus ribazos, con majanos de piedra sacada de las fincas de labor. Así vimos el cazadero, los perdederos rodeados de girasoles, rastrojos y barbechos.
Se formó la mano con el trio de cazadores, avanzando muy despacio detrás de los perros que trabajaron de lujo.
La bretona Atenea era la capitana, siempre iba adelantada del resto.
A la media hora parecía que no tendríamos suerte en la búsqueda.
Una primera muestra preciosa
La primera muestra la realizó Atenea a la orilla del camino, fue preciosa, los otros bretones no tardaron en unirse haciendo un bonito patrón, el dálmata, sin embargo, no se alejaba de Miguel Ángel y cuando vio a los otros perros de muestra se acercó a curiosear y atropelló a la codorniz, que salió con su pirriiii… un perdigón certero la descolgó.
Si bonita y tensa fue la búsqueda y la parada, no es menos espectacular fue el cobro, con qué delicadeza cogieron la codorniz y se la llevaron hasta el cazador.
Jesús Fernández sabe educar a los perros
Cada entrega de su preciada captura era un ejemplo de disciplina.
Es que Jesús Fernández sabe educar a los perros, los saca a diario a correr por el campo cazando o de entrenamiento, según las fechas.
Jesús Galindo también iba disfrutando mucho, ya que los bretones de su tocayo iban cazando para toda la mano.
Recorrimos como un kilómetro del perdedero en línea recta, hasta llegar a un barranco donde había un abrevadero de agua que podían utilizar perros y cazadores, volviendo por la loma contigua buscando a la escurridiza codorniz.
Una mañana entretenida
Se fueron sucediendo los tiros con aciertos y algunos fallos, muy pocos.
En una mañana entretenida, donde se consiguieron ver once codornices y colgarse ocho, todo un éxito en las fechas que se celebró la cacería.
A media mañana se unió al grupo Bruno Antolín, que venía de trabajar pese a ser domingo, otro magnífico aficionado, ampliando así la mano a cuatro cazadores.
Lance final
Como curiosidad, cuando faltaban metros para llegar a los coches pensando en dar por terminada la jornada, saltaron dos codornices, una salió hacia atrás y otra se llevó cuatro tiros y se posó al pie de un árbol.
Cincuenta mil vueltas dieron los perros y pasaron los cazadores. Cruzándose.
Jesús encontró una pluma pensando que estaría herida o muerta.
Pasados muchos minutos nos sorprendió arrancándose a volar de nuevo, tres tiros y se posó en un ribazo.
Nueva búsqueda, otra vez los perros la levantaron, hasta que finalmente pudo cobrarse.
Bodegón
La imagen con el resultado de la jornada de caza fotográfica es el bodegón con el perro, que no podía estarse quieto (la juventud), la escopeta y las codornices cazadas (ocho).
El encanto de la caza en compañía, de la caza en mano.
Escopeta al hombro y perro por delante que diría Miguel Delibes.
Sentados en un majano, nuestros protagonistas hacen un resumen de cómo se dio la mañana y de la temporada de codorniz

Cangrejo señal de primero y arroz con codorniz de segundo, ¿se puede pedir más?
Pero… la caza no termina en el campo, termina en la mesa con la tertulia y, como no podía ser de otra manera, nuestros nuevos amigos hicieron gala de ser, además de unos magníficos anfitriones, unos cocineros extraordinarios.
A los cazadores de menor se sumaron para comer y cocinar Alba, César y Víctor Manuel, después de su rececho tras los corzos, además de Clemente, Miguel Ángel y José Antonio que esa mañana no habían cazado.
De primero, unas docenas de cangrejos señal a la plancha preparados por Jesús Fernández. ¡Riquísimos!
Jesús es un ejemplo a seguir, como persona, como cazador, educando perros de caza y, de remate, como cocinero. Un ¡¡HIP, HIP, HURRA!!
De segundo, un arroz elaborado por Víctor Manuel con las codornices cazadas esa misma mañana.
El arroz con codorniz estaba como para chuparse los dedos. Otro ¡¡HIP, HIP, HURRA!!

Y como colofón y despedida de una gente tan maja y hospitalaria, amigos de sus amigos, visitamos algunos rincones singulares de la localidad.
Gracias, amigos, a todos. Fue un placer gozar de esta maravillosa jornada en vuestra compañía.
Codorniz a la segoviana; texto, fotografías y vídeos: Cesáreo Martín Martínez