Con el ánimo de intentar adquirir un ‘permiso de sobrantes’ de reservas de caza para mi amigo Juan Cuervo, Juanín, acudí como cada lunes al sorteo que se efectúa en el Negociado de Caza del Principado de Asturias. Nos íbamos… de rececho en Ponga.
La fortuna me sonrió y así me quedé con un permiso de ‘otras cacerías’ en el área de Maciédome, subiendo de Ventaniella hacia Tarna, en la Reserva Regional de Caza de Ponga.
Se lo cuento a Juan y preparamos todo para disfrutar del permiso, ya que el sorteo es de lunes y el miércoles es la fecha de inicio, nos acompañará José Manuel Rodríguez Mariño.
Preparamos la salida desde Lugones a las 05:00 horas, en plena madrugada. A menos diez estoy en el punto de encuentro acordado. Allí ya espera el incombustible Mariño. Juanín se retrasa ligeramente por un error estratégico, el despertador no suena, es obvio que si lo pones para que suene a las 05:30 horas no puede sonar a las 04:30. Subsanado el error con una llamada de teléfono, con diez minutos de retraso partimos cargados de ilusión hacia este rececho en Ponga.
Al rato ya estamos en Beleño tras un viaje agradable, como no puede ser de otra forma. Juanín es un cazador pasional, todo afición. Mariño es una enciclopedia con tomos variados que alcanzan todas las ramas del saber en materia cinegética… y de la vida.
Tengo que reconocer que no soy de los que me gusta madrugar para abatir un rebeco en rececho, y me da reparo decirlo, pero mi colección de rebecos supera la centena y nunca he madrugado en exceso. Eso sí, cuando cazas en una reserva es de obligado cumplimiento seguir las directrices del guarda. Donde hay patrón… ya se sabe.
Después de los saludos de rigor iniciamos el rececho. El guarda, Juan Felgueroso, me comenta que hay dos posibilidades, una con más densidad de rebecas, pero dura, y la otra con menos densidad, pero con menor dificultad para llegar hasta la peña. Sin dudarlo, opto por la segunda que, aun siendo de menor dificultad, a la postre va a resultar dura de verdad.
Poco a poco iniciamos la subida, mañana fresca pero agradable. El guarda marca el ritmo con Mariño y yo me quedo unos metros por detrás, con Juanín. La subida es llevadera, pero después de la primera hora a Juanín le cuesta y decido llevarle el rifle para quitarle peso. La afición y su capacidad de sacrificio son envidiables, aunque le cuesta, sabe sufrir.
En dos horas y media hemos ascendido por encima de los 1.100 metros casi en vertical. ¡Si me lo dicen antes, no me lo creo! ¡Cómo este hombre, con sus limitaciones físicas, es capaz de aguantar! Varias veces estuve tentado de preguntarle si quería abandonar, pues veía que sus piernas apenas resistían y el dolor era intenso, se le veía justo, muy justo, de fuerzas. Le pregunto:
–¿Cómo vas Juanín…?
–¡Mal!, pero tranquilo que llegamos.
Estamos ya en una zona de descanso en la que Felgueroso tenía perfectamente controlados dos grupos de rebecos. No tenemos suerte. Diviso a lo lejos unas venadas, y a más de un kilómetro, un rebeco solitario. Miramos y remiramos pero nada. Tenemos que seguir.
Pero ahora sí hay suerte, ya distinguimos un grupo de rebecos de unos 30 ejemplares, comiendo muy tranquilos.
He cazado muchos rebecos y también he acompañado a mucha gente a cazar. Hay un momento en el que, habitualmente, en la montaña, cuando vas jodido aparece ese duendecillo que te susurra: «No sigas, hombre, no vale la pena, que le den por… qué más da», la cabeza busca excusas para abandonar…
En estas ocasiones, se tiene que tirar de fuerza de voluntad para alejar los cantos de sirena, superar el abatimiento físico y llegar hasta la cumbre. Y eso… sólo se consigue con sacrificio, con amor propio y esto, creedme, sólo se consigue si de verdad eres cazador y vives para la caza, no lo venden en las farmacias, como la glucosa, hay que tenerlo de serie, en nuestro ADN de cazador. Y Juanín es cazador de verdad, ¡lo lleva en la sangre!
Decía el Conde de Teba, que los rebecos se cazaban a base de pulmones y cojones, y es verdad, yo añadiría que, también, con capacidad de sufrimiento.
Sólo la gran determinación de nuestro cazador, Juanín Cuervo y el empeño en conseguir ese trofeo de rebeca, sí trofeo, pues, aunque fuese una selectiva, para un cazador que ha sufrido dos ictus y es capaz de llegar hasta la cumbre, hacer una entrada como mandan los cánones, bien aconsejado por el guarda y el maestro Mariño y que, además sea su primer rebeco, ¡tiene mas mérito que el mejor oro del mundo! La caza son lances, momentos, y este fue espectacular.
Nos echamos literalmente encima de los rebecos, a unos 100-150 metros, el guarda le da el ok para disparar a una rebeca totalmente selectiva, por edad y cuernos muy juntos. Se toma, Juanín, su tiempo, con la tranquilidad que dan los lances. Bien apoyado, tumbado en el suelo, tira casi sin aumentos, su visor, más propio de batida, no es la mejor opción. Pero así y todo, le dispara por encima de 100 metros con sólo dos aumentos. ¡Booomm! El disparo es certero, la rebeca intenta seguir al grupo pero apenas unos metros más adelante se rinde. De rececho en Ponga
Magistral la entrada, perfecto el disparo, estupendo el lance, ¡caza en estado puro! Un bonito rececho en Ponga, cargado de emotividad y… de sacrificio.
Felicitaciones, preparar la carne para bajarla, fotos de rigor y mucha satisfacción. Para este modesto contador de historias es todo un lujo cazar con personas como Juanín y el maestro Mariño. Pero también con un guarda como Felgueroso, con el que la empatía es inmediata, que disfruta del lance tanto como el cazador, que te hace disfrutar no sólo de la caza, también del lance de la montaña y sus silencios, ¡un guarda extraordinario!
Finalizamos con una comida extraordinaria en Sobrefoz, Casa Benigna, comida de las de antes, donde la cocina tradicional asturiana aún resiste, calidad y cantidad a precios muy asequibles, en un ambiente donde el trato es muy agradable, y donde se respira caza en cada uno de sus rincones.
Y, ya de regreso, nos encontramos en Beleño con un guarda de vocación, de los que nunca se jubilan, Tino. Con él departimos durante unos minutos sobre el pasado, el presente y el futuro de las Reservas de Caza Asturianas. Eché en falta en esta tertulia improvisada al jefe de servicio de Caza y Pesca del Principado, Tito Hernández, ¡qué bien le hubiese venido escuchar a Tino y Mariño en sus análisis! De rececho en Ponga